Capítulo 4: "...la resurrección de los muertos"

52.1K 2.6K 1.3K
                                    

La noche era fría y misteriosa, acompañada del susurro del aire y las huellas que los disparos habían dejado en mis oídos, aunque ya tenía rato que habían cesado. Desde que Paul me había levantado para hacer mi turno de guardia, no dejé de observar la calle por la ventana del cuarto de Cari, esperando ver alguna señal de vida en el resto de las casas. Me preguntaba dónde estaban todas esas familias, dónde estaba toda esa gente. Ya había estado en esa habitación antes y algo que me gustaba, era la buena vista de la que gozaba la chica, podía verse gran parte de la zona Oeste de la ciudad. Y en las noches lucía como un paisaje lleno de puntos amarillos. Ahora apenas podía distinguir las calles aledañas con las densas nubes cubriendo la luna y la ausencia de cualquier luz artificial.

Observé a mis amigos. Aunque Cari tenía su propia cama, había preferido dormir en el suelo con nosotros, había estado llorado en silencio por una hora antes de poder conciliar el sueño esperando que ninguno de los dos lo notáramos, y tanto Paul como yo fingimos no hacerlo, porque no sabíamos que decir al respecto. Y no la culpo, a mí no me faltaban ganas de entregarme al llanto. Pero me incomodaba hacerlo enfrente de mis amigos, sobretodo enfrente de ella, que ya había perdido la esperanza.

Estaba luchando por permanecer despierto, cuando escuché un golpe seco en el piso de abajo. Como si algún objeto pesado hubiera caído al suelo. Traté de agudizar mis oídos esperando averiguar de qué se trataba, pero mi corazón no me dejaba percibir algo que no fuera su rápido bombeo. Observé a mis amigos. Tenía que despertarlos, advertirles. No. Se suponía que estaba haciendo guardia, para que ellos pudieran dormir tranquilos. Tenía que bajar y asegurarme de que no fuera algo grave, no valía la pena molestarlos por lo que probablemente terminaría siendo una rata.

Salí al pasillo tratando de hacer el menor ruido posible, pero en medio de la noche, un rechinido que no había estado ahí antes, apareció en las tablillas del suelo del pasillo. Era como si la casa se estuviera burlando de mí. Mientras bajaba las escaleras, me repetía una y otra vez que estuviera tranquilo. Traté de pensar en posibles explicaciones a lo que había escuchado. Habíamos dejado algo mal acomodado y se había caído...o podía ser una rata, sí definitivamente era eso.

"O podría ser, lo que había estado disparando hace unas horas" pensé.

Al bajar al vestíbulo, tomé la lámpara junto a la mesita cerca del baño, preparado para usarla como arma si era necesario. Me detuve en seco cuando me di cuenta de que no sabía a dónde ir. ¿De dónde había venido ese sonido?

- ¿Hay alguien ahí? –pregunté ingenuamente.

Silencio. Claro, no esperaba una respuesta.

Me dispuse a subir de nuevo las escaleras, pero una especie de murmulló llegó desde la habitación detrás del comedor, el cuarto de lavado. Apreté mi arma improvisada con fuerza, esperando tener la habilidad suficiente para usarla de forma eficaz si surgía la necesidad. Avancé lentamente por el vestíbulo hacia la puerta entre abierta.

- ¿Michael? – me sobresalté y por poco le doy lamparazo a Paul en la cara.

- ¿Qué carajos haces despierto? –le espeté.

- Cállate –susurró-. Vas a despertar a Cari, ya pasó por demasiado hoy. Merece dormir un poco.

- Lo siento...yo...me asustaste.

- ¿Qué haces aquí abajo?

- Escuché ruido. Temí que podría ser alguien...alguien de los disparos.

- Y claro, esa lámpara te servirá contra alguien armado...-mencionó con sarcasmo.

- Cierra el pico.

Algo metálico cayó al suelo justo detrás de la puerta en cuestión. Paul empalideció de inmediato.

- ¿Qué hacemos? –preguntó.

Virus Letal I: La InfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora