— Una vez más –pidió Kevin perdiendo la paciencia—. ¿Quiénes son y de dónde vienen?
La sala de reuniones era bastante grande, tenía cerca de siete sillones acomodados perfectamente en semicírculo. Sin embargo, los principales líderes del colegio, a quienes nos habíamos dedicado a conocer los últimos días o viejos compañeros de la escuela que habían llegado ahí buscando refugio y muchos más de otras partes que nunca antes había visto, se encontraban demasiado nerviosos para mantenerse sentados. En el centro, ambas chicas permanecían sentadas en su silla. Ya no estaban atacadas, pero seguían siendo prisioneras. Comenzaba a dudar que las estuviéramos tratando justamente.
— Ya se los hemos repetido miles de veces...—se cansó Helen.
— Kevin, ¿quieres sentarte, por favor? Hablándoles así no conseguiremos nada –lo empujó Valery acercándose a ella—. Por favor, una disculpa...pero él anda algo preocupado, a decir verdad, todos lo estamos. Hemos tenido una pésima semana, hemos perdido mucha gente...hemos tenido conflictos con otros supervivientes y queremos estar seguros de no estar dándoles refugio a un asesino.
Helen la juzgo con la mirada, estuvo a punto de responderle algo, pero Ion la interrumpió.
— Mencionaste otro grupo de sobrevivientes –dijo Ion.
— Si –esta vez respondió la menor, Jessica—. En realidad, sabemos de cuatro...los chicos de Saint Helens... "los Otros" son los más numerosos...y sin duda, los más peligrosos.
— ¿De cuantas personas estamos hablando? –preguntó Will.
— No lo sé, no podría decirlo con exactitud –titubeó Jessica—. ¿Quinientos, quizás?
Todos se quedaron impactados con la información, rápidamente la sala se llenó de murmullos mientras el miedo se esparcía entre los presentes. Yo apenas entendía lo que sucedía.
— Mierda –soltó Kevin mientras se acercaba a Ion—. Te lo dije amigo, tenemos que hacer algo y pronto. Apenas superamos los ochenta menos de la mitad sabemos sostener un arma y la fracción que sí, solo lo hace desde hace una semana.
— ¿Y los otros grupos? –preguntó Ion—. ¿Qué saben de ellos?
— Bueno, está el Hotel, los chicos del Crucero...y el Centro Comercial...también hemos oído rumores de gente viviendo Punta Diamante, pero no creo que sea un campamento establecido...pequeños, los hay en todas partes.
— No entiendo, ¿por qué nos atacan los Otros? Todos somos supervivientes...deberíamos unirnos –propuso Wallace.
— Eso mismo dicen los representantes en la O.N.U. –murmuró Ion.
— Son demasiado agresivos –respondió Helen—. No todos en ese reformatorio son malvados, muchos están ahí por delitos menores o hasta accidentes...pero los pocos si son verdaderos monstruos, aquellos que en cuanto cumplieran la mayoría de edad irían a las grandes prisiones el resto de su vida...están en un frenesí, y lo peor, es que tienen el control.
— ¿Quién dirige el lugar?
— Cuando estuvimos ahí, un tal Dorian, y solo íbamos de paso, de suerte que pudimos salir. Después se desató una guerra civil allá dentro.
— Entonces ya no nos enfrentamos a Dorian, ¿o sí?
— No lo sé, no estoy segura, pero cualquiera que sea capaz de vencer a ese chico y su banda...bueno, debe ser mucho peor.
— ¿Y por qué fueron a la prisión en primer lugar? ¿Qué estaban pensando? –preguntó Kevin.
— Claro, culpa a la víctima –se quejó Helen.
— Solo trató de entender.
— Hacíamos escala en el aeropuerto, cancelaron los vuelos y pensamos que podríamos ir a quedarnos con una tía del otro lado de la ciudad. Cuando empezó el caos y nuestros padres.... – Helen se detuvo en seco.
— Creímos que en la prisión encontraríamos comida, información. Debía ser el lugar más seguro de la isla, ¿no? Claramente salió mal.
Observé a ambas chicas ya habían tenido la oportunidad de darse un baño, incluso ya tenían ropa nueva. Pero seguían viéndose cansadas, aún podía verse en sus ojos que hacía días que no dormían bien. Solo de pensar todo por lo que habían pasado, me hizo sentirme mal por ellas. Quería hacer algo, decir algo a su favor, cualquier cosa que pudiera ayudarlas...pero no se me ocurría nada, ni si quiera era una persona suficientemente importante en el Colegio para que mi opinión fuera relevante. Lo único que tenía era mi amistado con Ion.
— ¿Cómo están de recursos allá? –preguntó Will.
— ¿Qué quieres decir? –preguntó Helen.
— Es un eufemismo para: "¿Qué tan probable es que nos ataquen de pronto por comida?" –respondió Valery.
— No importa mucho, ¿o sí? –preguntó Helen observando a Ion—. Él lo sabe.
— ¿Qué?
— No importa cuántos recursos tengan. Los puentes de la ciudad fueron destruidos, el ejército derribará cualquier avión o barco que intenté entrar o salir de la isla. Lo único que queda es lo que ya había desde antes de la Infección. Eventualmente eso se acabará, tarde de o temprano las consecuencias de la cuarentena serán un problema. Comenzará una carrera por lo poco que quede y luchas por ver quién se queda con más –explicó Helen, un escalofrío me recorrió el cuerpo y los sala se sumió en un frío silencio.
— ¿Es una amenaza? –preguntó Kevin.
— Una advertencia –respondió Jessica.
— Cuando esto comience, cuando la cuarentena nos orille a este, los Otros vendrán –afirmó Helen— y no serán muy gentiles, no tendrán respeto alguno por lo ajeno, ellos no son así, la prisión los convirtió en algo diferente. Harán lo que sea para conseguir lo que deseen.
Todos miramos a Ion.
— Pues también nosotros.

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Virus Letal I: La Infección
Наукова фантастикаTodo comenzó cuando a media clase de Historia las explosiones aparecieron por todo el cielo. En un párpadeo, la ciudad ya era caos total con la aparición de un extraño virus que convierte a las personas en...dios, no quiero ni pensar en esa palabra...