— ¡Despierten! —gritó Jack al mismo tiempo que utilizaba un gran bate para hacer ruido.
Me levanté sobresaltado. Ya había amanecido, la luz del matutina penetraba por los grandes ventanales del vestíbulo y llegaba hasta nuestra habitación. El ambiente era algo fresco, pero al pararme frente al cristal descubrí que los rayos del sol hacían un trabajo excelente contra el frío. Mire el reloj que se encontraba empotrado a la pared, eran apenas diez de la mañana.
— Acérquense —ordenó Jack, y todos formamos un gran círculo a su alrededor.
— Muy bien —empezó Will—. Ya es algo tarde, si nos apresuramos podríamos estar de regreso hoy en el Colegio. Existen dos caminos, uno rápido y peligroso, que es atravesando la ciudad. Y otro largo, pero seguro, que sería rodeando la isla por la costa. Hemos decidido tomar el rápido. Tres horas, no es mucho. En el camino comeremos algo... ¿Jack?
— Bueno —continuó el líder—. Debido a lo ocurrido el día de ayer, Will, Kevin y yo, hemos llegado a la conclusión de que...de qué ustedes necesitaran armas, lamentablemente. Les daremos sólo lo suficiente para defenderse en caso de algún...inconveniente.
— ¿Qué nos darán? —preguntó Jessica entusiasmada.
— Desgraciadamente, perdimos casi todo el equipo en el edificio, así que...
Pero no le presté demasiada atención a lo que decía. No podía parar de pensar en el poder de un arma. Por un lado, me gustaba la idea de tener la mía, no dependería de que Jack me salvara el trasero en caso de alguna situación peligrosa. Pero si nos atacaban los Otros de nuevo, no estaba seguro de poder tirar del gatillo.
Después de una larga charla sobre la responsabilidad de un artefacto fabricado con el propósito de matar, nos repartieron el poco armamento que teníamos. Todos tuvimos una pequeña pistola, aunque con las municiones contadas. Las armas grandes quedaron para Will, Kevin y Jack, quienes ya tenían experiencia tirando. Nos explicaron cómo poner el seguro y quitarlo, como cargarla y como disparar. Ya había disparado antes, pero, aun así, me sentía nervioso.
— Allá afuera existen tres peligros —nos indicaba Will—. Número uno, los Otros. Ya saben por qué, son hostiles y temperamentales. Jóvenes y al igual que nosotros, están asustados a más no poder. Súmenle un odio indiscriminado al Colegio y tenemos un enemigo en potencia. Tengan cuidado.
— En segundo lugar, tenemos a los servuks —nos explicó Kevin—. Ya los conocen. Lo más importante: atáquenlos siempre a distancia, nunca se acerquen a ellos si no es necesario. Dispararles en cualquier parte servirá, pero siempre es mejor darles en la cabeza o a los pies.
— Y en último lugar, los otros sobreviviente s—terminó Jack—. ¿Por qué? ¿Están sorprendidos? Bueno, se los pondré así: un barco se hunde, ustedes saben nadar y se encuentran a alguien que no. ¿Qué hará esta persona?
—...hundirnos.
—Así es Heidy. Hundirnos —afirmó Jack—. Ellos quieren lo mismo que nosotros, sobrevivir a toda costa. Tienen miedo de morir y se aferran a cualquier cosa para mantenerse a flote. Nos toman por pedazos de madera en su desesperación y lo único que lograran, es ahogarnos a ambos. ¿Entienden? No confíen en cualquier persona solo porqué está en problemas. Antes de salvar a alguien, asegúrense de que ustedes están a salvo.
Siguieron explicando unas cuantas cosas más hasta que nos dispusimos a salir. Afuera extrañé el frío de la habitación con él potente sol sobre nosotros. El cielo aún no recobraba su color azul, y el naranja seguía reinando, como atrapados en un atardecer eterno. Mientras avanzábamos por la calle, la pistola comenzó a pesarme en el bolsillo.
— Kevin —le llame, y le entregue el arma—. No puedo.... no creo ser capaz de utilizarla bien. Una cosa son los zombis, pero ¿personas? Dios, no podría...
Kevin me estudió con la mirada.
— Tómala, Michael. Es por tu seguridad, la de todos. Sabrás que hacer en el momento indicado, te lo aseguro. Lo importante no es saber cuándo quitar una vida, sino cuando perdonarla.
— Eso lo sacaste de una película.
— Tu calla y capta el mensaje ¿Si?
— Esta bien.
Continuamos la marcha por unos minutos hasta que Jack se detuvo frente a un pequeño objeto en el suelo, rápidamente, el resto comenzó a conglomerarse alrededor.
— ¿Qué ocurre? —pregunté a Kevin.
— Esto no me gusta para nada.
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Virus Letal I: La Infección
Science FictionTodo comenzó cuando a media clase de Historia las explosiones aparecieron por todo el cielo. En un párpadeo, la ciudad ya era caos total con la aparición de un extraño virus que convierte a las personas en...dios, no quiero ni pensar en esa palabra...