Me despertó el ruido proveniente el pasillo: pasos, voces y azotes de puertas, la gente se estaba despertando. Noté que Paul ya tenía los ojos abiertos, mientras Cari seguía dormida profundamente. Me detuve una vez más a pensar sobre el día anterior, había sido muy extraño. No podía creer que estuviéramos enfrentando una especie de apocalipsis zombi, o más bien, servuk. En realidad, todo ese tiempo que estuvimos afuera...habíamos estado a la merced de esas cosas. Pero ya no importaba, ya teníamos un buen refugio y no estábamos solos.
— ¿Cómo dormiste? –pregunté.
— Bien –dijo mi amigo poniéndose de pie—. Definitivamente, mejor que ayer. ¿Tú?
— Igual, ¿no es extraño?
— Demasiado.
— ¿Chicos? –preguntó Cari incorporándose.
Antes de que alguien pudiera decir algo más, la puerta de la habitación se abrió de golpe y la luz del pasillo nos cegó. Cuando por fin pude ver claramente, lo vimos. Debía tener nuestra misma edad; era alto como Paul; tenía el cabello largo y castaño claro, llegando al rubio; tenía frenos en los dientes. Sus ojos eran...de un extraño verde hipnotizante. Era nuestro amigo Kevin.
— ¿Qué hay? –saludó sutilmente.
— ¡Demonios, amigo! ¿Qué haces aquí? –pregunté emocionado mientras me ponía de pie y corría a saludarlo.
— Lo mismo que ustedes, sobreviviendo.
— ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
— Claramente, más que ustedes. Ion me pidió que les diera el recorrido por el lugar, así que vístanse para que nos vayamos. El lugar es grande y no tenemos todo el día.
— Claro, pero nos gustaría tomar un baño –soltó Cari.
— Vengan conmigo, iremos a la bodega y les daremos algo de ropa limpia. Luego tomarán un baño...apestan.
— Gracias –soltó Paul sarcásticamente.
Salimos al pasillo con él. Nos guío hacia las escaleras, esta vez las bajamos hasta la planta baja, y aparecimos en una enorme explanada techada que reconocí de inmediato, eran las canchas de la escuela. Miré detrás de nosotros. Todo este tiempo habíamos estado en el edificio de las oficinas. A mi derecha, se encontraba otro complejo aún más grande, dónde solían ser los salones de los niños pequeños. A mi izquierda, estaban las aulas de educación media y más oficinas. Las tres construcciones formaban una herradura que apuntaba hacia el enorme muro que daba a la calle.
— Muy bien, chicos –dijo Kevin—. Aquí estaban los despachos de los profesores, ahora ahí duermen quienes tienen dormitorios individuales.
— ¿Y los demás?
— En las antiguas aulas, ahora barracas. Los baños...bueno, siguen siendo baños, igual la cafetería del otro lado...vayamos al patio.
Nos llevó por un largo pasillo a la derecha que nos sacó del otro lado de la herradura. Llegamos a un gran jardín verde, lleno de árboles, arbustos y bancas. Un gran complejo se extendía formando una escuadra con el otro edificio, era justo ahí donde solíamos tomar clases. Y más allá, en la enorme barda que separaba todo del exterior, junto al gran portón azul, se encontraban tres furgonetas blancas como la que nos había salvado la vida el día anterior.
— Kevin, ¿a dónde van esas? –pregunté señalando las camionetas.
— Verás, mi querido amigo –empezó Kevin—. Todos aquí tenemos tareas, todos. Algunos están en lavandería, otros hacen guardia, unos se dedican a mantener el circuito eléctrico en orden, están los cocineros, el doctor...esas camionetas, sirven a los Recolectores.
— ¿Y no es peligroso?
— A veces. Es decir, ustedes estuvieron fuera una semana y están vivos, pero otros no son tan afortunados. Afuera existen todo tipo de peligros. El primero, los servuks, claro.
— ¿Primeros?
— Hemos tenido problemas con otros supervivientes –admitió.
— Los Otros –recordé lo que dijo Ion.
— Así es. Suena cool, ¿no?
— Pero explícanos, ¿Quiénes son ellos? –preguntó Cari.
— Bueno, son...supervivientes. Del otro lado de la ciudad. ¿Conocen el reformatorio Saint Helens? ¿A las afueras de la isla? Pues la seguridad era tan buena que ni el virus pudo entrar, el problema es que hubo un motín adentro. Los prisioneros tomaron la prisión. Son algo hostiles, la verdad es que tuvimos un pequeño conflicto con ellos. Larga historia.
Sonó la campana que antes solía anunciar el cambio de clases.
— Genial, es hora del almuerzo, veamos que tiene Wallace para nosotros –dijo sonriente y nos guío a la cafetería.
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Virus Letal I: La Infección
Science FictionTodo comenzó cuando a media clase de Historia las explosiones aparecieron por todo el cielo. En un párpadeo, la ciudad ya era caos total con la aparición de un extraño virus que convierte a las personas en...dios, no quiero ni pensar en esa palabra...