Capítulo 14: "Batalla de Navidad"

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— ¡A los sótanos! –gritaba Ion—. ¡A los sótanos! ¡Cuervos y Exploradores, a las armas!

El que había sido un ambiente de fiesta y alegría se oscureció con miedo y caos. El mundo nos recordaba que las cosas ya no serían como antes, aunque hiciéramos un esfuerzo por aparentar que sí. Las mesas y sillas terminaron en el suelo, al igual que la comida. Todos corrían en círculos en la oscuridad, apenas amenazada por la luz de la luna, buscando a sus amigos o la entrada a los sótanos.

Estaba a punto de preguntar a Jeff que debía hacer, cuando un Servuk cayó desde lo alto del muro justo frente a nosotros. No pareció inmutarse con el golpe que se dio y rápidamente se incorporó con dirección a nosotros. Su cabeza se hizo pedazos como una sandía con el disparo de mi nuevo amigo.

— Mierda –solté asustado—. ¡Es demasiada sangre!

No pude evitar vomitar al ver el enorme charco rojo con pedazos de tejido cerebral, parecía como si alguien enfermo hubiera devuelto un caldo de carne. La peste era mucho peor.

— Esto se pondrá feo, mejor ve al sótano, con los otros –me dijo Jeff mientras comenzaban los disparos desde el otro patio.

Asentí asqueado antes de salir corriendo siguiendo a la multitud. En el camino pude ver una larga fila hacia un salón, Kevin y otros se encontraban dentro y repartían armas desde la ventana. En cuanto recibían su herramienta, todos corrían directo hacia el muro, desde el cual comenzaban a caer decenas de Servuks. Todos unos sobre otros, empujándose entre ellos en una carrera por atacarnos.

— ¡Corran a los sótanos! –volvió Ion, esta vez con un megáfono—. ¡Como en los simulacros, ya! ¡Protejan el muro!

Todos arremolinaban sobre la entrada a los sótanos, justo junto a las escaleras que llevaban a los dormitorios individuales y a la oficina de Ion. Mientras me empujaba junto con otros chicos debajo del edificio, me pregunté si debía subir y buscar a mis amigos. Pero antes de que pudiera tomar una decisión, la multitud ya me había arrastrado a un largo y ancho pasillo, iluminado con las linternas de quienes dirigían la evacuación. A lo largo del corredor había al menos cuatro entradas, todas protegidas por portones corredizos. Solo tres estaban habilitadas y se fueron cerrando conforme alcanzaban su máxima capacidad.

Un sofocante aroma a humedad y moho fue lo primero que percibí en esa oscuridad al entrar en un refugio. Los encargados tardaron bastante en encender sus linternas. Observé expectante la entrada, esperando a que mis amigos entraran por ella cuando se convirtió en la última abierta de las tres.

— ¿Michel? –me sobresalté cuando Jessica tocó mi hombro.

Cari y Paul ya estaban con ella.

— Llegaron –suspiré—. Genial... ¿dónde está Stan? ¿Lo han visto?

— Entró con mi hermana al primer refugio. Iba detrás de ellos, pero me cerraron en la cara –se quejó Jessica.

— Perfecto.

— ¿Quedan muchos afuera? –preguntó por radio la chica que se preparaba para cerrar el portón de seguridad.

— Oye, ¿Heidy no viene contigo? –preguntó Jessica.

— No, ella estaba contigo.

— La perdí en la multitud –la chica soltó una maldición.

— Seguro está en otro de los refugios –afirmó Paul.

— No, me cerraron en la cara. Ella venía detrás de mí...tendría que haber entrado a este –aseguró Jessica nerviosa.

— ¡Heidy! –comenzó gritar Paul—. ¿Heidy está aquí?

Virus Letal I: La InfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora