Capítulo 8: "La chica pelirroja"

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La cafetería no había cambiado mucho, de hecho, seguía siendo la misma enorme estancia completamente blanca, con grandes ventanales que permitían la entrada de luz, y claro, decenas de mesas que antes solían ocuparse todas. Pero en ese momento, apenas una tercera parte estaban llenas.

Ese día, Wallace, el cocinero del Colegio, había preparado de desayuno unos deliciosos huevos con tocino y jugo de naranja. Es decir, no era mucho, peor para alguien que había comido pura porquería procesada los últimos días, era una bendición. Tampoco podía esperar mucho, teniendo en cuenta que todos en la cocina nos rondaban la edad.

Nos sentamos en una mesa vacía junto con Kevin. Él nos explicaba más sobre el Colegio, sobre como lograron restablecer la electricidad y cómo habían conseguido agua y gas. Al parecer, había sido todo un lío. Kevin era de los primeros en haber llegado.

— ¿Y cómo nos hicimos con este lugar? –pregunté—. Es decir... ¿por qué aquí?

Kevin paró de comer, se levantó y miró hacia ambos lados, en busca de alguien que pudiera oírnos, pero en las mesas aledañas no había nadie, más que una chica pelirroja que no hacía más que mirar su plato mientras tarareaba una canción.

— Esta es una historia que pocos conocen –admitió—. A Ion no le gusta hablar de ello.

— Entiendo.

— Bien, eran cerca de las ocho de la noche, el día de las explosiones...Ion estaba aquí.

— ¿Qué hacía aquí tan tarde?

— Nadie lo sabe. Empezaron gritos, la electricidad se fue en toda la ciudad. El internet cayó, también los teléfonos.

— ¿Servuks?

— Más bien creo que fue el gobierno, tratando de controlar el caos...irónicamente, solo provocaron más. En fin, Lo único que permaneció fue la radio: todos los vuelos fueron cancelados y el ejército tomó el aeropuerto, los puentes de la isla fueron demolidos y a los bracos se les prohibió salir.

— Pusieron la ciudad en cuarentena –adivinó Paul

Kevin asintió.

— ¿Entonces esto es aislado? ¿Solo pasó aquí? –pregunté.

— Hasta ahora, eso sabemos. Bueno, muchos profesores trabajan hasta noche. Ese día solo estaban aquí...la directora Mary, el director Luis, el profesor Trouyet, Graf y la maestra Angélica.

— ¿Qué pasó con ellos? ¿Están aquí?

— Bueno, fue un desastre. Se infectaron. Ion y Trouyet se encerraron en el sótano. Estuvieron ahí dos días, cuando se animaron a salir, ambos quedaron inconscientes... ¿o fue al revés? Como sea, despertó en un par de horas, lo atacaron los servuks, pero él se defendió con un bate y los mató.

— Dios –soltó Cari con una expresión de asco, dejando atrás su comida.

Kevin se encogió de hombros.

— Casi todos los que estamos aquí hemos pasado por un infierno, tuvimos que hacer cosas horribles para sobrevivir. Les dije, tienen suerte...luego, más personas comenzaron a venir pensando que en ñas bodegas abría comida. Estudiantes, todos. Ion los acogió y permanecieron aquí con él. En menos de cinco días, ya éramos 50.

— ¿Entonces Ion montó todo esto solo?

— Bueno, los primeros en llegar le ayudamos. También estaba Gib...

— ¿Gib sobrevivió? –pregunté interesado. Recordé a aquél enorme chico que se paseaba por el colegio saludando a todo el mundo.

— Sí, pero se fue hace unos días. No se lo mencionen a Ion, está algo sentimental.

— ¿Por la partida de Gib? –preguntó Cari.

Kevin sonrió mirando al suelo.

— Díganos que los últimos días, han sido difíciles. El edificio de enfrente...estaba lleno de servuks, limpiarlo nos costó mucho. Ion no ha sido el mismo de entonces.

— ¿Y por qué le dicen Führer? –preguntó Cari.

— Larga historia –rio Kevin evadiendo la pregunta.

— Espera, ¿el profesor Trouyet está vivo? –preguntó Paul.

— Ah sí –recordó Kevin—. Sigue en coma, está en la enfermería.

— Ion nos había dicho que el virus era más hostil con los adultos.

— Quizás Trouyet sea un caso especial, es decir, él es un caso especial –se encogió de hombros.

— ¿Quién es la chica pelirroja? –preguntó Cari.

Todos la observamos. Era alta y delgada; de piel pálida, tenía el cabello muy largo y sus ojos eran marrones claros. Vestía de una blusa verde, con camisa rayada de distintos tonos de rojo, y unos viejos jeans azul oscuro. Lucía triste.

— Heidy, llegó antes que ustedes –reveló Kevin.

— ¿Qué le pasó?

— Su hermana...—Kevin hizo un gesto desagradable—. La pobre chica fue devorada. La encontramos al interior de tráiler, bañada en sangre con una peste...aun no entiendo como sobrevivió. No entiendo cómo se mantiene de pie...es una de las muchas historias tristes del apocalipsis.

— Vayamos con ella —dijo Cari, Paul y yo asentimos y nos dirigimos hacía la otra mesa. Kevin no se movió.

— Hola—dije.

La chica, levanto la mirada y rápidamente la volvió a bajar.

—Hola—dijo tímidamente.

— Soy Cari—se presentó —él es Michael y Paul.

— Mucho gusto —dijo en voz baja la muchacha.

— ¿Qué tal la comida? —preguntó Cari, intentando comenzar una conversación.

—Comestible—contesto la chica sin ganas.

Entonces, no pude oír lo que Cari contestó. No puse atención. Miré por el gran ventanal y observé el jardín, el portón. No podía creer lo que estaba viendo. ¿Qué hacía aquí? ¿Cómo me había encontrado? Entonces, vi que un chico se acercaba lentamente al muchacho con un arma en la mano. En ese instante mi adrenalina se alborotó y salí acorriendo de la cafetería a salvar a mi hermano. 

Virus Letal I: La InfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora