Desperté con un terrible dolor de cabeza y la vista dándome vueltas. No tardé en sentir la frente húmeda y de inmediato adiviné que me sangraba la cabeza. Me arrastré entre los vidrios rotos y descubrí que la camioneta se había volcado, de suerte no habíamos salido disparados por las puertas abiertas... ¿y los demás? Mierda. Me incorporé tan rápido que casi vómito, cuando pude contenerme me dediqué a inspeccionar la furgoneta.
A pocos metros de mí, estaba el cuerpo inerte de...
— ¡Cari! –solté con dificultar y avancé hacia ella.
La chica estaba pálida y tenía un hilo de sangre escurriéndole por la mejilla desde la punta de la cabeza. Al principio sentí como si le lanzaran un balde de agua fría encima al mismo tiempo que se me caía el alma al suelo. Pero antes de que si quiera pudiera pensar en la idea, noté su respiración y no pude evitar una sonrisa.
— ¿Cari?
La chica soltó un extraño quejido mientras abría los ojos.
— ¿Michael? ¿Qué... qué te pasó? – preguntó apuntando a mi cabeza—. Luces terribles.
— ¿Gracias?
— ¿Qué pasó?
— Nos estrellamos, creo...
— ¿Dónde están los otros?
— Desperté y solo estabas tú.
— ¿No creerás que ellos...?
— No creo, el león nos habría devorado a todos...
— Yo iba a decir que quizás habían salido lanzados por la puerta...
— Oh...yo...no lo sé.
Cari se incorporó lentamente mientras poco a poco recuperaba su color.
— ¿Te lastimaste? –preguntó.
— No lo creo...solo la cabeza, pero...
La chica me tomó por las mejillas y me revisó la frente.
— Son solo cortes...de los vidrios, supongo. ¿Yo como estoy? Me duele el brazo.
— También tienes sangre en la cabeza...pero creo que es de los cristales.
La chica giró su brazo izquierdo para revisarse y lo que vi casi me hace gritar del susto. Tenía una desagradable herida en el codo, que apenas permitía verle la piel entre tanta sangre. De inmediato aparté la mirada.
— Oh, esto no está bien –se quejó con la voz quebradiza.
— Tiene que haber un botiquín en alguna parte...
— Aquí no hay nada –se quejó—. De milagro esto no ha explotado...
— Tranquila, estaremos bien...
Hice lo primero que se me ocurrió, tomé mi playera de la parte inferior y rasgué un pequeño trozo que luego utilicé para vendarle el codo.
— Ojalá tuviéramos alcohol...o agua, al menos –lamenté.
— Hay que buscar a los demás.

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Virus Letal I: La Infección
Bilim KurguTodo comenzó cuando a media clase de Historia las explosiones aparecieron por todo el cielo. En un párpadeo, la ciudad ya era caos total con la aparición de un extraño virus que convierte a las personas en...dios, no quiero ni pensar en esa palabra...