Epílogo

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— ¡Damas y Caballeros, el Presidente de los Estados Unidos de América!

La multitud saltó a aplausos y murmullos. George F. Wilson, permaneció estático detrás del escenario. Ya lo habían presentado, pero aun así él se quedó ahí planteado, esforzándose por limpiar su sudor de la frente. Había hecho esto decenas de veces y, sin embargo, ese debía ser el asunto más importante de toda su carrera. Aún le costaba entender como era que había llegado a ese punto. Se encontraba en la Casa Blanca cuando llegó la vicepresidenta a su oficina y prendió su gran televisor con rapidez. El nunca creería que esa pantalla plana pudiera cambiarle la vida. "Interrumpimos la Programación para un reporte especial: Terror en Beagtown". ¿Era posible ser más sensacionalista? No, no era algo sensacionalista. Su teléfono timbró justo en ese momento, se trataba del general. "Está pasando, señor presidente, por fin está pasando". Todo cambió en ese momento.

Tuvo que reunirse con el consejo de emergencia en el bunker subterráneo de la residencia. Ordenaron la evacuación completa del lugar al ver que los grandes misiles que se habían estrellado, eran armas biológicas. Había hecho todo muy bien, se destruyeron los puentes y cancelaron los vuelos para evitar un éxodo masivo, la armada rodeo la isla. Prepararon controles y todas las personas sanas fueron evacuadas en orden. Incluso cuando perdieron contacto con los militares en la zona, consideró la operación un éxito con la gran cantidad de personas que habían rescatado sin que el virus se filtrara. Había hecho todo muy bien, o al menos, eso había creído hasta la noche pasada, cuando el General de las Fuerzas Armadas, apareció reuniendo a todo el consejo de nuevo para mostrarles el mensaje interceptado, revelándole una noticia muy mortificante.

Él ya sabía que no había sido posible evacuar a todos, los campamentos dentro de la ciudad fueron arrasados durante el proceso. Pero logró incluso que los medios de comunicación apenas hablaran de ello, estaban tan preocupados por que el virus se expandiera que los ciudadanos de Beagtown eran la menor preocupación de la opinión pública. Pero la nueva noticia cambiaba por completo el tablero. No solo porque demostraba la incompetencia del gobierno ante una crisis epidemiológica, ante el terrorismo biológico, sino porque el mensaje que salió de la isla fue escuchado alrededor del mundo. Y, por si fuera poco, se trataba de niños. ¡Había olvidado niños! Así lo planteaban cada cadena televisiva del país, incluso parecía que aquellas que recibían apoyo económico del gobierno, había olvidado a quien servían. Sería recordado en la historia como el presidente que olvidó a los niños en una zona de desastre.

Y luego estaban esos "zombis"...la palabra le producía asco. ¿Cómo era posible que sus científicos no hallaran mejor forma de llamar a los infectados? ¿A qué clase de mente maligna se le había ocurrido todo ello? La mitad de su gabinete culpaba a Corea del Norte, la otra mitad a los chinos. Su general insistía en señalar a Rusia como si fuera la Guerra Fría. Pero él sabía que se trataba de algo mayor, algo peor que una guerra entre aquellas naciones. Había escuchado historias de un pequeño grupo de poder y sus planes para el mundo, y hasta el día trece de diciembre había creído que todo se trataba de un mito.

— ¿Señor presidente? –lo llamaron de nuevo.

Se armó de valor y subió al escenario. La gente inmediatamente comenzó a tomar fotos, gritar, preguntar; el los calló con un gesto. Su mente daba vueltas en demasiadas ideas, no podía parar de pensar en el General, quien insistía en bombardear la ciudad.

— Muy Buenas Tardes, ciudadanos del país—empezó—. Es mi deber como gobernante confirmar los resientes rumores y desmentir algunos otros. No es un secreto que Beagtown fue víctima de lo que se cree un ataque terrorista que involucra armas biológicas. Como dije hace unos días y sostengo de nuevo, no tenemos razones para creer que se trate un ataque por parte de otra nación. Todos nuestros servicios de inteligencia trabajan día y noche para aclarar lo sucedido.

Pequeña pausa. Pensó en todas esas teorías que rondaban las redes sociales, los blogs en internet, los vídeos amarillistas en la red, esos locos adelantando su reloj del apocalipsis...

— Sobre él agente biológico que fue liberado en la ciudad, temo que aún no se sabe mucho. Se logró contener su expansión con éxito. Actualmente el Centro para el Control de Prevención y de Enfermedades se encuentra trabajando arduamente con algunas muestras tomadas de la isla. La Organización Mundial de la Salud ya ha convocado a una reunión en Viena la próxima semana para discutir los riesgos de este nuevo fenómeno.

La multitud estalló en preguntas y flashes fotográficos. Ahí venía el tema delicado.

— Sobre el audio que ha estado circulando en internet...debo confirmar que nuestro rastreo satelital confirmo la existencia, no de uno, sino de varios grupos de sobrevivientes en la Isla. Desconozco si todos están conformados por menores de edad, como afirma la grabación en cuestión. Desgraciadamente, por mucho que desee que nuestros niños estén de vuelta con nosotros, no podemos hacer mucho. Una misión de rescate no solo arriesga al equipo que enviemos, sino que abre la posibilidad a una pandemia global. Y dada la naturaleza del virus, bueno, supondría un problema internacional de escalas históricas. Se estarán evaluando todas las alternativas posibles, pero hasta que tengamos más información sobre los verdaderos riesgos de este brote epidémico, no queda otra opción más que continuar como se ha estado trabajando las últimas semanas. La isla de Beagtown y sus habitantes, se mantendrán aislados de la sociedad por seguridad, no se levantará el estado de cuarentena.

Fin de la primera parte. Sigue la historia del Colegio en: Virus Letal II: La Cuarentena

Virus Letal I: La InfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora