Avanzamos por un estrecho pasillo. Las paredes eran de concreto sólido, grises. El piso de madera podrida y vieja, llena de polvo. Cada cierto metro había puertas a los lados, que me negaba a abrir. Cada paso que dábamos hacía al piso crujir. Cada vez que entraba una corriente de aire, se oían susurros.
El piso estaba tan empolvado que había huellas, y esperando que fueran de Jack y el resto, las seguimos. Habían entrado a responder una llamada extraña de auxilio, ¿pero de quien peligraba? ¿De qué? Era eso lo que me aterraba. Podría ser otro león, un ejército de servuks o los otros... me detuve, no quería pensar en algo peor que las anteriores.
Este lugar me atormentaba.
Seguimos andando y mientras más avanzábamos, el lugar se volvía más escalofriante. En el pasillo había escritorios viejos y rotos, butacas podridas, archiveros oxidados, papeles rotos, etc. Todo parecía indicar que se trataban de unas viejas oficinas, o bien, otra escuela.
Yo no me sentía bien ahí. Era como si aquel lugar muerto...tuviera vida. Como si fuera un edificio zombi, esperando a traer a sus adentros a cualquier persona para luego devorarla. Yo había estado dispuesto a entrar y correr los riesgos necesarios ¿Por qué? Pues simplemente no podía quedarme ahí afuera esperando, sin hacer nada. Tenía que ayudar. Yo sabía que podía ser peligroso, pero no me gustaba mucho la idea de que Cari, Paul y Heidy, entrarán con nosotros; si algo les pasaba, nunca me lo perdonaría. Lo hacía más difícil.
Cada vez que avanzábamos un paso más, me entraban más escalofríos, se me aceleraba más la respiración. "Vuelve" decía una voz en mi cabeza, una voz que, como de costumbre, decidí ignorar. Me daba la sensación de que, en cualquier momento, un "Algo" me saldría de la oscuridad intentando matarme y me sobresaltaría de tal manera que el "Algo" me vencería, así como una película de terror.
— Escuchen —susurró Paul, y entonces lo oímos. Cadenas. Unas cadenas arrastrándose a lo lejos. Al igual que unos pequeños susurros, pero todos se oían iguales, y no se les podía entender. Mi corazón se aceleró.
— Mierda –solté asustado.
—Vámonos —dijo Jessica, raro de ella. Jessica nunca diría eso...
—Esperen—dijo Cari y continuó avanzando con el arma en mano. Sabía que era peligroso, pero la curiosidad le iba ganando al miedo en una feroz batalla, decidí mi siguiente movimiento: seguir avanzando sin retroceder.
— ¡AYUDA! —gritó una voz a lo lejos, era Jack. Luego unos disparos resonaron por el oscuro pasillo, y se multiplicaron las voces las voces.
—Tenemos que ayudarlos –soltó Jessica preocupada antes de salir corriendo hacia nuestros amigos.
— ¡Espera! —gritó Cari, pero fue inútil, Jessica ya había avanzado en la penumbra y yo detrás de ella.
Seguimos unos metros hasta toparnos con una vieja escalera, que bajaba. Descendí un piso más. Los escalones crujían, hacía frío. Mientras más descendía, los susurros se hacían más claros. Pero sólo lo suficiente para entender una cada tres palabras: "muerte", "sangre", "hambre". Que encantador. Continúe, entonces, algo me detuvo. Mi instinto tal vez. Algo nos observaba, pero no sabía qué. Pues mientras más avanzamos más oscuro se hacía el pasillo. Pero desde la oscuridad, percibía una mirada. Los demás se detuvieron detrás mío. Un escalofrío me recorrió el cuerpo.
— ¿Ahora qué? —preguntó Jessica.
— ¿Algo nos observa? —dije.
— ¿Qué es ese algo? —preguntó Cari.
— ¿Por qué no vas a revisar? —le contesté.
— Yo paso —dijo inmediatamente.
Entonces, antes de que pudiésemos contestar. Una enorme criatura me saltó encima. Con sus patas delanteras sobre mis hombros, impidiéndome levantarme. Entre los gritos de susto y sorpresa, pude reparar en que era un perro. Entonces, el miedo desapareció, y estalle a carcajadas nerviosas mientras el resto seguía gritando.
—Es sólo un perro — dije aun riendo.
Era un hermoso labrador negro. Tenía un paliacate rojo atado al cuello, por encima de su collar. Cualquiera que lo viera, pensaría que en cualquier momento podría saltar sobre ti y acabar contigo. Pero en vez de morderme, me lamió toda la cara al mismo tiempo que empezaba a llorar.
— Tranquilo —dije—. Calma, buen chico.
— Creo que es una chica—dijo Cari.
— ¿Cómo lo sabes? —preguntó Paul.
— Pues porque ella sí puso atención a biología —contestó Jessica—. Le falta algo entre las patas.
—Me ganaste, Jess—mencionó Cari.
— ¿Cómo se llama? —preguntó Heidy aun asustada—. ¿Tiene nombre?
Entonces traté de mirar la placa que colgaba de su cuello, pero apenas había luz para ello. Así que opté por pasar mis dedos por encima del metal para adivinar el nombre según el relieve de las letras.
— Lady, creo —dije, a lo que el perro respondió con un débil ladrido, afirmando que ese era su nombre.
— ¿Dónde está tu familia? —preguntó Cari.
—Dudo que los perros hablen —mustió Jessica.
— Sólo intentó calmarlo, pobrecillo—respondió Cari—. Pásame algo de la mochila que pueda comer.
— ¿Tu o el perro? —preguntó Jessica.
— ¿Tu qué crees? —respondió Cari.
Jessica, metió la mano en la mochila buscando algo de comer para el animal, al final, sacó uno de los sándwiches que habíamos preparado en la mañana. Se lo ofrecí a Lady, y muy cuidadosamente, la tomo con su boca, se recostó y comenzó a tragar.
—Seguramente tiene hambre —dijo Cari.
— Pero les recuerdo porque estamos aquí —nos dijo Paul—. Hay que encontrarlos.
—Tienes razón, esperemos a que ella termine y nos marchamos—dije.
Pero la espera no fue larga, pues Lady comió demasiado rápido. Una vez que hubo terminado le ofrecimos un poco agua, bebió y nos marchamos, con Lady siguiéndonos, ya teníamos mascota. Seguimos andando, con el arma en mano y preparada. Entonces, bajamos otro piso, al parecer el último. Seguimos por otro pasillo hasta topar con pared, así que decidimos entrar por la última puerta.

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Virus Letal I: La Infección
Science-FictionTodo comenzó cuando a media clase de Historia las explosiones aparecieron por todo el cielo. En un párpadeo, la ciudad ya era caos total con la aparición de un extraño virus que convierte a las personas en...dios, no quiero ni pensar en esa palabra...