Las nubes de tormenta comenzaron a arremolinaré sobre nosotros. El aire se hizo frío y comenzó a soplar con más fuerza. A los pocos minutos, el tamaño de las olas del mar se había triplicado, la marea había subido y las grandes palmeras comenzaban a golpear unas con otras. El viento comenzó a levantar la arena y teníamos que entrecerrar los ojos para protegernos.
— ¡Debemos ocultarnos! —gritó Jack— ¡La tormenta está cerca!
— ¿Estás loco? –preguntó Jessica—. ¡Ya casi llegamos!
— ¡La lluvia ácida ya viene! –advirtió Buck.
— ¿Qué tan malo es eso? –pregunté nervioso.
— ¡El simple hecho de que no lo sepas es terrible! –respondió Bernard.
— ¿Lluvia ácida? –preguntó Paul asustado.
— Te quema la piel hasta llegar a los huesos, altamente tóxica –explicó Will.
— ¡Si sobrevives al agua, te infectas! –nos asustó Bernard.
— ¡Eso es solo un mito! –desmintió Jack.
— Pues no planeo quedarme aquí a discutirlo –respondió Kevin.
— ¡Lo siento, chicos! Tenemos que encontrar un refugio –decidió Jack.
Lo seguimos, subimos por la arena de vuelta hacia la calle y entramos al primer refugio que avistamos: un gran remolque de camión. Kevin y Jessica lo abrieron y el resto nos metimos dentro, Bernard y Jack cerraron las grandes puertas una vez que todos estuvimos cubierto. Jack utilizó una gran linterna para alumbrar el lugar. Nadie dijo nada. Ni una palabra.
Alimentamos a Lady, calmamos a Squirrel y luego todos nos dirigimos a un rincón para dormir. Pero como ya imaginarás, me resultó difícil. No podía parar de pensar en mi fallecida amiga. Cario debió darse cuenta y seguro se sentía igual, pues se acercó y acostó junto a mí.
— Fue mi culpa—susurro con voz débil.
— No...
— Si hubiese sido más cuidadosa, no hubiese pasado.
— Eso no tiene ningún sentido –le respondí.
— Lo sé, y sin embargo no puedo dejar de sentirme culpable.
— Yo le prometí sacarla, hace una noche lo hice, lo prometí...y le fallé.
— Todos le fallamos.
— Esta en un lugar mejor, trato de pensar en ello.
— ¿Y funciona?
— No.
— Ahora sólo hay que hacer que su sacrificio haya válido la pena –afirmó la chica.
—Tienes razón, hay que encontrar la maldita antena y salir de aquí. Por ella.
— Por ella —dijo.
La chica se acercó a mí y recostó su cabeza sobre mi hombro.
— Hace unas semanas, mi familia estaba con vida, hace unas horas Heidy estaba con nosotros... ¿Qué pasará mañana? ¿Quién se irá?
— Solo nos queda no pensar demasiado en el futuro, y disfrutar el ahora, el presente, mientras duré.
La chica ya no me dijo nada. ¿Había dicho algo malo? Tal vez solo no había respondido como ella esperaba, pero a decir verdad tenía las mismas preocupaciones, y era así como trataba de lidiar con ellas. ¿Qué importaba lo que nos sucediera mañana? En ese momento, en ese camión, estábamos todos juntos. Quizás en algún momento, alguno de los presentes moriría...quizás todos, quizás sería yo. Pero no importaba, traté de no pensar en ello. Estábamos todos juntos y vivos.
ESTÁS LEYENDO
Virus Letal I: La Infección
Science FictionTodo comenzó cuando a media clase de Historia las explosiones aparecieron por todo el cielo. En un párpadeo, la ciudad ya era caos total con la aparición de un extraño virus que convierte a las personas en...dios, no quiero ni pensar en esa palabra...