— ¿Qué come piedras y vuela? —preguntó alegremente Heidy.
—No sé—contestó Cari.
— ¡Un come piedras Volador! —exclamó Heidy y todos rompimos a carcajadas, no porque fuera gracioso, sino porque era tan malo que no podíamos evitarlo.
Habíamos formado un pequeño círculo, mientras Kevin, Will y Jack se reunían y planeaban la ruta que seguiríamos para llegar a la estación de radio, tomar lo necesario y regresar sanos y a salvos. Me sentía raro. Me era demasiado extraño ver a mis dos mejores amigos: Cari y Paul, junto con Jessica; por no mencionar a Heidy. Era extraño ver que mi círculo social se había hecho más grande. Me gustaba.
— Eso suena estúpido –reprendió Jessica riendo.
— Sin groserías, por favor –pidió la chica—. Y no es estúpido. Todo puede ser real si crees en ello.
— Yo no creo en él come piedras volador – se quejó Jessica.
— Yo lo hago –me uní a Heidy.
— También yo –Paul se encogió de hombros.
— Me uno –siguió Cari.
Jessica se cruzó de brazos.
— Genial, ahora yo me veo como una estúpida.
— ¿Siempre hay una segunda oportunidad para creer en él come piedras volador? –sugirió Paul.
Jessica frunció el ceño.
— No, definitivamente no me siento una estúpida.
— Bueno, ¿Qué come caca y vuela? —preguntó Heidy nuevamente.
— ¿Un come—mierda volador? —sugirió Paul.
— Una Mosca—respondió Heidy en tono burlón como si la respuesta fuera obvia, y ahora que lo pienso, si lo era. En ese momento, solo Jessica rio.
— Ok, ese está mejor, te lo concedo. ¿Tienes otro?
— ¿Si tiró desde la Punta de Diamante una piedra del tamaño de mi puño y otra del doble, cual cae primero? —preguntó.
— ¿La grande? —sugerí.
—Ninguna —contestó sutilmente.
—Ah. ¿Por qué?
—Por qué él Come Piedras Volador las devora a media caía—finalizó Heidy, esta vez hubo menos risas, aun así, eso no evito que Heidy di riera aún más fuerte que antes.
— ¿Ahora qué? —preguntó Jessica—. Nada sobre él Come Piedras Volador, por favor.
—Tengo una duda—dijo Heidy.
— ¿Qué?
— Olvídenlo, ya la resolví—dijo sonriente, soltando una risita.
— ¿Cuál sería la casa de sus sueños? —preguntó Cari intentando hacer conversación.
—Una mansión con pasadizos secretos —contestó Heidy con un risita—. Así podría tener visitas, desaparecerme y asustarlos.
—La mía sería una casa computarizada—comentó Jessica—. Todo sería automatizado y podría hablar con ella.
— Gryffindor —contestó Paul—. Aunque el sombrero sería tan perro que me pondría Hufflepuff.
— ¡Hey! Yo soy Hufflepuff –se quejó Heidy.
— ¿Qué? —preguntó Jessica.
—Muggles—mustió Paul en voz baja.
—Okay...—interrumpí antes de que alguien se peleara con Paul.
— ¿Si pudieran tener un poder cual sería? —preguntó Cari ayudándome—. Yo elegiría ser invisible, así podría espantar a la gente y hacer travesuras.
—He llegado a la conclusión –dije— de que a Heidy le gusta espantar a la gente.
—No me hagan caso. ¡Estoy loca! Una vez intente ser normal.
— ¿Y? —preguntó Jessica.
—Los peores tres minutos de mi vida —contestó Heidy.
—Que locura —dijo Jessica—. Chicos, cuando salgamos de aquí hay que hacer una fiesta masiva para celebrar.
Silencio. Todos analizamos la idea. Me agradaba ese momento. Todos mis amigos juntos, platicando, riendo, conviviendo. Me hubiese gustado que así fuese todos los días. Sentarse con las personas que más quieres en este mundo, y reír sin cesar, sentirse tan feliz, que olvidas todos tus problemas; un apocalipsis zombi, por ejemplo.
— Si, no suena mal—dijo Paul.
— Una fiesta masiva —repitió Jessica—. Con Sexo, alcohol y drogas.
— No tenemos edad para eso –recordó Paul.
— ¿Para cuál de las tres? –preguntó Jessica.
— Cualquier mente razonable diría que para ninguna de las tres –respondió Cari.
— ¿Drogas? A veces yo veo unicornios sin drogarme.
— Heidy —dijo Cari—. Te amo.
—Yo también me amo a mí.
— Luego se hará lo de la fiesta –interrumpió Jack acompañado de Will y Kevin—. Ya es medio día, tenemos que movernos.
Seguimos caminando por la calle y descubrimos que nos habíamos desviado mucho. Estábamos tan cerca de la playa que nos llegaba el olor a agua salada. Parecía que tomaríamos el camino largo. Pasamos junto a un gran edificio, que ya antes de la Infección se encontraba abandonado, era bastante alto y desprendía una vibra sombría. Pero al cruzar junto a las grandes puertas de cristal, se escucharon fuertes sonidos torcidos y llamados de auxilio. Nos detuvimos en seco. ¿Quién podría estar dentro?
—Tenemos que ayudar—dije, pero cuando me disponía a entrar a Jack me tiró del brazo.
—Espera, recuerda lo que dijimos —dijo, tomó su escopeta y la cargo—. Kevin, Will; vengan conmigo—luego se dirigió hacia nosotros—. Si no volvemos en diez minutos hora, váyanse, ¿de acuerdo?
—Pero...
— ¿Sí o no?
— Esta bien —dije al final. Y dicho esto, entraron de manera rápida al edificio.
Jessica se me acercó. Antes de que me hablará, le corté.
—Ahórrate la larga charla —le dije sonriendo—. Y entremos.
—Me leíste la mente—contestó Jessica con una sonrisa.
Me rehusaba a quedarme allí afuera sin hacer nada mientras los tres chicos arriesgaban su vida. Ya habíamos perdido Horace, no podíamos perderlos a ellos. Ambos tomamos nuestras armas, las cargamos y nos dispusimos a entrar al edificio, ignorando a mis demás amigos, que insistían en que era una mala idea. A lo que les contesté: "Esto no podría empeorar más". Y como de costumbre, me equivoqué, y desgraciadamente, ellos nos siguieron.

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Virus Letal I: La Infección
Ciencia FicciónTodo comenzó cuando a media clase de Historia las explosiones aparecieron por todo el cielo. En un párpadeo, la ciudad ya era caos total con la aparición de un extraño virus que convierte a las personas en...dios, no quiero ni pensar en esa palabra...