Al día siguiente Jack nos permitió levantarnos tarde. Me imaginaba como debía sentirse, acababa de perder a tres en la misión que le habían encomendado dirigir. Comimos un poco, en silencio. Todos estábamos lastimados por la muerte de Heidy. Aun no lo superábamos. Al salir del camión, comenzamos la caminata, estábamos a menos de media hora de nuestro destino, según Jack.
Las cosas después de la tormenta habían cambiado un poco, había basura por toda la calle, algunos autos inclusive destruidos. Lo peor vino cuando caminamos unos metros más. Había cuerpos, diferentes cuerpos, con diferentes heridas. Tenían la piel desgarrada, grandes quemaduras, ampollas. Una escena escalofriante. Pude descifrar que varios eran servuks, aunque Bernard pudo reconocer a dos de los Otros. Según Jack, la lluvia acida los había matado. Agradecí habernos escondido en ese viejo tráiler.
El único que se encontraba "normal" era Squirrel, seguía tan loco como siempre, rompiendo el silencio con sus extraños comentarios, sin separarse de su rata mascota en ningún momento. Repetía demasiado los mismos números: "5.66.13.44.27", me inquietaban demasiado, y no sólo a mí, mal parecer también a Jack: cada vez que el loco repetía los números, el chico lo miraba con un gesto de preocupación, tal vez tuviese una idea de lo que podían significar los números...pero me negué a preguntarle.
Continuamos avanzando, y cuando los edificios comenzaban a disminuir y el camino comenzaba a ser terracería; nos encontramos de nuevo con esas extrañas cápsulas. Cuando la vimos, nos alejamos instintivamente luego de la historia de Jack. Por su parte, Squirrel soltó un gran grito de horror al verla y comenzó a repetir los números muy rápida y alteradamente. Hicimos un pequeño rodeo y comenzamos a subir colina arriba por el viejo camino. Nadie dijo nada más. Squirrel se tranquilizó un poco.
Pasaron unos minutos más hasta que llegamos a la cima. Toda el área estaba cubierta de un verde césped que me sorprendió, había algunos pocos árboles. A nuestra derecha se encontraba la estación de radio. Era un pequeño edificio de fachada gris, de unos dos pisos. Tenía un pequeño estacionamiento donde pude ver unas cuantas camionetas aparcadas, y a un lado una alta antena de hierro. Más allá, el camino continuaba subiendo la pequeña montaña hacia el Faro y Observatorio.
Me asomé por la ladera y observé la gran vista de la ciudad. Veía la gran avenida que pasaba junto la playa. Un poco más lejos, el muelle, los parques, la Punta de Diamante, etc. Incluso pude adivinar dónde se suponía estaba el Colegio, esperándonos. Una asombrosa vista.
— Llegamos —dijo Jack sonriente—. Hemos llegado.
Nos acercamos hacia la estación, y nos plantamos justo enfrente de sus puertas. Jack nos miró.
— Esto es lo que haremos —comenzó—. Entraremos y registraremos el lugar, buscaremos comida y descansaremos un rato. A las 3:00 en punto, deberemos estar ya afuera de aquí. Hoy quiero regresar al Colegio.
—Perfecto.
Entramos a un pequeño vestíbulo bastante decente para ser el fin del mundo, la única razón por la que se veía abandonado era por la falta de portero detrás del enorme escritorio de la recepción. Nos metimos por la única ruta y registramos todo el primer piso sin encontrar nada demasiado relevante. Subimos las escaleras y pronto aparecimos en la sala de transmisión. Un enorme cuarto divido en dos por una gran pared de cristal: del otro lado había una mesa circular llena de micrófonos; del nuestro, un largo escritorio lleno de computadoras y todo tipo de aparatos.
Todos nos llevamos un gran susto al ver que no estábamos solos.

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Virus Letal I: La Infección
Science FictionTodo comenzó cuando a media clase de Historia las explosiones aparecieron por todo el cielo. En un párpadeo, la ciudad ya era caos total con la aparición de un extraño virus que convierte a las personas en...dios, no quiero ni pensar en esa palabra...