Luego de una no muy larga conversación entre la chica nueva e Ion, se decidió que en Noche Buen ase realizaría el clásico baile de Navidad que hacía la escuela cada año. La respuesta en el Colegio fue mejor de lo que esperaba: la idea de tener alguna clase de celebración no solo daba esperanza y distracción, sino que inundaba al ambiente con un aire de normalidad. Toda la mañana cada sector del refugio se estaba volviendo loco cumpliendo con su parte para hacer realidad el improvisado evento, sobretodo Wallace, quien estaba demasiado ocupado preparando todo lo que se serviría por la noche.
Finalmente, cuando me di cuenta ya estaba en el patio de concreto altas horas de la noche, con David Guetta golpeando mis oídos mientras las luces de colores –recién robadas— parpadeando al ritmo. Habían sacado varias mesas de la cafetería y las habían acomodado alrededor de lo que ya era la pista de baile. Al fondo, del lado contrario al DJ, se encontraba un largo tablón repleto de comida.
Al principio todo había iniciado mal: todos tenían el rostro apagado, permanecían recluidos en sus respectivas mesas y ni si quiera se dignaban a comer algo. Pero pasadas un par de horas, varios ya se encontraban bailando mientras el resto compartía historias con el resto al mismo tiempo que comían todo lo que el cocinero había preparado.
Incluso Ion, que había estado estresado toda la mañana con el tema de la seguridad, se había relajado un poco y se encontraba platicando con Will y Kevin, bastante cerca de la música. Por mi parte, estaba solo: Cari ya se había ido a la cama a su nuevo dormitorio y Paul detrás de ella a la vieja oficina que compartía conmigo y mi hermano, a quien podía ver platicando apasionadamente con Helen.
No me gustaba la idea de desaparecer y perderme de la fiesta, pues, aunque no participara activamente en la fiesta, la disfrutaba a cierta manera. Como había dicho Jessica, me reconfortaba saber que aún teníamos espíritu suficiente para hacer algo como ello. Después de unos minutos recargado en la misma pared, observé a Jessica y a Heidy compartiendo mesa no muy lejos de mí, con un enorme plato de alitas.
— ¿Está buena la comida? –pregunté tratando de romper el hielo.
— Este chico, Wallace, tiene un talento especial –afirmó Jessica—. Debería competir en uno de esos shows de la televisión.
— Sí que lo tiene –afirmó Heidy—. Y ustedes no estaban el día que experimentó con la pizza...
— Oh, lo que daría por una pizza –lamentó Jessica—. Sobre todo, si viene de este muchachote, de quien, oficialmente, estoy enamorada.
Reí.
— ¿Al menos lo conoces? –pregunté.
— Conozco su comida –se encogió de hombros—. Tienes que aprender mucho de chicas...Michael.
Ambas chicas continuaron la conversación, pero me distraje terriblemente al escuchar unos gritos provenientes de la cabina de seguridad, en la esquina del patio junto al muro exterior. Acto seguido, vi a Ion salir enfadado de regreso con sus amigos.
— Ahora vengo –dije y sin esperar respuesta me acerqué a la cabina a ver que sucedía.
La estancia era cuadrada y algo pequeña, tenía un largo escritorio y al menos tres pantallas dónde uno podía observarlo todo: la calle, ambos patios, los pasillos, la cafetería, etc. En una de las cámaras pude ver a Cari salir de su habitación, caminando por el pasillo de vuelta a la fiesta.
Jeff se encontraba sentado vigilando las cámaras, tenía aspecto de loco, un vaso de ponche y un plato con sus sobras en el escritorio.
— ¿Ahora qué...? –se quejó a oírme entrar—. Ah, eres tú... Michael.

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Virus Letal I: La Infección
Science FictionTodo comenzó cuando a media clase de Historia las explosiones aparecieron por todo el cielo. En un párpadeo, la ciudad ya era caos total con la aparición de un extraño virus que convierte a las personas en...dios, no quiero ni pensar en esa palabra...