Capítulo 25: "¿Yalling?"

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Aparecimos en la recepción de un edificio, ya sabes: sillones incómodos, piso súper resbaloso, ambiente climatizado y un gran escritorio que seguramente, antes albergaba a una agradable señorita que respondía el teléfono cada dos minutos. Sin embargo, en ese momento, el lugar estaba completamente abandonado. El enorme cristal que daba a la calle se encontraba hecho pedazos y había algunos muebles destruidos por todas partes.

Salimos de la gran furgoneta, volteada en medio de la sala y alzamos la vista en busca de nuestros amigos, sin hallar rastro alguno de ellos.

— ¿Dónde estarán? –pregunté.

— Bueno, si no están aquí, significa que pudieron ponerse de pie –respondió Cari—. Están bien...

— ¿Pero por qué nos dejarían solos?

— Jack...

— ¿Tú crees que Paul nos abandonaría? –le plantee—. Algo anda mal...

Antes de que pudiera replicarme, escuchamos unos pasos provenientes de un largo pasillo. Cari y yo nos sobresaltamos e hicimos lo primero que se nos ocurrió: ocultarnos detrás del viejo escritorio. Con mucho cuidado, asomé la cabeza por encima del mueble esperando ver algo. Eran dos chicos, adolescentes apenas, ambos traían consigo grandes mascarillas de gas y chalecos antibalas, con sus armas en mano.

— Entra tú, te toca –le dijo uno al detenerse junto a la camioneta.

— No... ¡te toca a ti!

— Maldición, anda y trae a los chicos. Quedaban dos adentro... terminemos con esto para que pueda ir a tomar una siesta.

— ¿Una siesta? Toda la ciudad para ti solo... ¿y piensas en una siesta?

— Bueno, genio, ¿Qué harás tú con tu tiempo libre? ¿Irás de compras al centro comercial? Ja.

— Cállate.

Uno de ellos movió ligeramente su cabeza hacia nosotros, me tiré al suelo esperando que no haya podido verme.

— ¡Espera! ¡Aquí adentro no hay nadie!

— ¿Cómo que no hay nadie? Quedaban dos de ellos, un chico y una chica.

— ¡Pues se fueron! ¡No están aquí!

— Maldición, Yalling va a matarnos...

— Seguro salieron del edificio, si nos apresuramos, podremos alcanzarnos....

— ¡Anda pues! Maldita sea.

Ambos nos levantamos lentamente y pudimos ver a ambos chicos corriendo por la calle en busca de los fugitivos que nunca encontrarían.

— ¿Ahora qué? –pregunté.

— Dijeron que ya tenían a los otros...deben estar en alguna parte del edificio.

— Sí, y también el famoso Yalling... ¿Qué clase de nombre es ese?

— Ya sé, suena estúpido...andando.

Recorrimos la sala a toda velocidad, procurando hacer el menor ruido posible. Nos metimos por el único pasillo a la vista y atravesamos el corredor encontrándonos con decenas de despachos con nombres tan extraños grabados en las puertas, que hacían que Yalling sonara atractivo. Nos detuvimos en seco cuando escuchamos una llamada de auxilio de... ¡Jessica! Sin decir más, ambos salimos disparados hacia las escalaras en busca de nuestra amiga. Seguimos el ruido hasta el tercer piso, donde luego de recorrer un confuso sistema de pasillos nos detuvimos frente a una enorme puerta. Los gritos provenían detrás de ella.

Virus Letal I: La InfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora