Capítulo 41: "El limbo"

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Un gran campo verde lleno de numerosas colinas, decorado con flores y hermosos árboles de colores. Y a lo lejos, unas bellas montañas bañadas por la blanca nieve, y un poco más cerca, un gran bosque verde lleno de grandes pinos cuyas puntas tocaban el hermoso azul repleto de nubes. Quedé impresionado: hacía mucho que no veía un cielo así. No tardé en notar la ausencia del sol en la escena; el gran valle rebosaba de luz y vida, pero en el cielo no había rastro alguno del astro amarillo.

Estaba acostado y me sentía completamente perfecto. Era como si hubiese aguantado la respiración por horas y de pronto pudiese volver a respirar. Me sentía limpio y fresco, como si me acabara de darme un baño, y mi ropa...llevaba otra ropa, ropa nueva recién lavada. Me sentía vivo, pero no tenía ningún sentido. ¿No me acababan de disparar hacia unos instantes? Rápidamente me levanté la playera buscando alguna herida en mi pecho, pero no encontré nada. Estaba intacto. ¿Qué era ese extraño lugar?

Me levanté y mis pies descalzos sintieron el césped. Miré a mi alrededor confundido, ¿qué había pasado? Camine lentamente por el lugar en busca de respuestas. Mientras más avanzaba, más fresco era el aire, incluso olía bastante bien. Entonces divisé algo extraño a lo lejos, una aldea. Parecía una simple maqueta de esas villas antiguas, quizás algo italiana, pero era real. Las pequeñas blancas casas con techo de reja, las calles empedradas, los niños jugando a fuera...era hermoso, como entrar a una de esas pinturas que cuelgan del museo.

Estaba a punto de dirigirme a la aldea, pero algo me detuvo, un cántico. A lo lejos alguien se hallaba cantando, con una suave y calmante voz que me atrajo. Seguí el origen de la canción. Me preocupó tanto perder el rastro que corrí tan rápido como pude, tropecé con una piedra y caí a la tierra, pero por alguna extraña razón, no me lastimé ni me ensucié, a decir verdad, no sentí nada. Me levanté como si nada y continúe con el trayecto, la voz estaba más cerca.

Llegue a la orilla de una colina, ahí había una mujer sentada, con un largo cabello rojo, vestida como hippie. Meneaba la cabeza de un lado a otro. Antes de llegar a ella, ya sabía de quien se trataba, pero ¿cómo era posible? Me senté a su lado y ella dejo de cantar.

— Hola —me saludo Heidy de forma muy natural.

— Hola —le dije extrañado.

Silencio, ¿qué estaba ocurriendo?

— Hermosa vista, ¿no? —me dijo como si me leyera la mente.

— Así es —contesté—. ¿Dónde estamos?

— En un lugar mejor —me respondió.

— ¿Estamos muertos? —pregunté.

— Al menos yo sí, eso ya lo sabes —respondió tranquilamente.

— Bueno, ¿yo estoy muerto?

— ¿Cómo saberlo? –se encogió de hombros.

Pasó el tiempo. Seguí observando la villa desde ahí arriba, la vista era mejor. Pero me inquietaba tener a Heidy a un lado mío. Me causaba conflicto que aquel lugar fuera demasiado hermoso.

— Heidy —dije con un nudo en la garganta.

— ¿Ajá?

— Lo siento, siento mucho lo que te paso, siento no haberte salvado, espero que puedas perdonarnos...

Heidy sonrió como si acabara de decir algo gracioso.

— No lo sientas, no fue tu culpa —me respondió.

— Pero...

— Las cosas pasan, Michael, a veces puedes hacer algo al respecto y evitarlas...otras veces, solo queda reaccionar a ellas. No puedes responsabilizarte por cada tragedia que pase frente a tus ojos, pasarás toda tu vida con un gran peso en la espalda.

No dije nada.

— Me vendría bien un helado –reconoció la chica.

— ¿Ahora qué? —pregunté—. ¿Qué tengo que hacer?

Heidy me miró.

— No lo sé, soy un producto de tu imaginación. Si tu no lo sabes, yo menos.

— Debería regresar...tengo que volver. Me necesitan.

— No lo hacen –respondió tajante.

— ¿Qué significa?

— Ya volaste el puente, ¿no?

— Bueno...si, pero...

— Ya cumpliste tu parte. La misión está hecha.

— No es solo eso...

— Ah, ¿no?

No supe que responder. La chica rio.

— Ellos definitivamente te necesitan. Solo quería molestarte. Todos nos necesitamos.

— Son todo lo que tengo...

— Tiene sentido.

Se levantó y comenzó a caminar colina arriba. La seguí.

— Está tan tranquilo aquí.

— Ah, no pensarás en quedarte...

— No lo sé...

— Tu lo dijiste te necesitan, aún tienes una misión por cumplir.

— No, tú tienes razón, ya tenemos la camioneta, los demás serán salvados...

— La camioneta fue sólo el principio, algo se acerca, algo muy grande, y tu tendrás que salvarlos a todos.

— ¿Yo? ¿Cómo sabes eso?

— Solo sé.

— Pero si todo esto está en mi cabeza... ¿Cómo puedes saber algo que yo no?

La chica se encogió de hombros.

— Soy una representación de tu subconsciente, seguro lo sabes...lo intuyes al menos, pero no quieres reconocerlo...o no lo recueras del todo.

— ¿Recordar qué?

— ¿Cómo saberlo?

— La Heidy real era más amigable.

— No cabe duda, ella era grandiosa. Yo soy grandiosa.

— Tengo que volver.

Se detuvo y yo con ella.

— En ese caso debo prevenirte —me dijo—. Ten cuidado, correrás peligró, todos lo harán. Tendrán que aprender a colaborar y trabajar en equipo. Presta especial atención a Squirrel...

— ¿Por qué?

— No los sé, está loco...pero puede que algo importante salga de ello.

— De acuerdo —dije asimilándolo todo—. ¿Y cómo regreso?

— Sencillo —me dijo y se puso frente a mí—. Pero antes, ¿estás seguro?

—Si —mentí, la idea de quedarse en ese pacífico lugar era tentadora—. ¡Espera!

— ¿Qué?

— ¿Te volveré a ver?

— No lo sé, quizás si vuelves a pasar por una crisis o un golpe duro en la cabeza...

— Te quiero Heidy.

— También me quiero, gracias. Y estoy seguro de que ella te quería mucho — sonrió y me dio un pequeño empujón que me dejo aturdido, todo comenzó a ponerse borroso.

— ¿Cómo hiciste eso? —le pregunté—. ¿Qué está pasando?

Un extraño dolor comenzó a producirse en mi pecho. Heidy volvió a empujarme más fuerte y cuando estuve a punto de detenerla y llamarla loca, me hablo por última vez.

— Cuida de Cari, por favor. La quiero demasiado...

En entonces la chica me tiró con un último empuño, pero no me estrellé contra el césped, todo se puso oscuro y continúe cayendo por un profundo vacío que parecía no tener fin. 

Virus Letal I: La InfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora