Luego de media hora esperando recargados en la furgoneta el regreso de los chicos, comenzamos a escuchar los gritos de Jack desde lo lejos. Todos nos incorporamos y agudizamos todos los sentidos para descubrir a nuestro amigo. El chico agitaba sus brazos en el aire mientras corría velozmente con Will y Horace detrás.
— ¡Enciéndela! ¡Enciéndela! –gritaba.
— Creo que quiere que la enciendas –apuntó Jessica.
— ¿Por qué tanto alboroto? –Kevin se puso tenso.
— ¡Vámonos! –Jack llegó corriendo y se metió en la camioneta—. ¡Todos abordo!
Sin esperar explicaciones, Kevin subió y tomó el volante. El resto nos metimos por las puertas traseras, justo como cuando nos habían rescatado hacia unos días. Solo que en esta ocasión, cabina y cajuela estaban conectadas, y estaba llena de ventanas.— ¿Qué sucede, Jack? –preguntó Kevin—. ¿Los Otros?
Con solo pensar en la posibilidad, un escalofrío me recorrió la espalda.
— ¿Recuerdas el zoológico?
— Cómo olvidarlo.
— Encontré un gato.
Asomé la mirada por una de las ventanillas y observé el supermercado en busca de alguna explicación. Se me erizó la piel cuando vi a un enorme león albino saliendo por las puertas principales, directo hacia nosotros. Se movía tan rápido que apenas podía distinguirlo, pero no era necesario para que infundiera miedo en todos nosotros. 'Decidí que lo último que quería era verlo.
— ¡Carajo! –soltó Kevin sorprendido.
— ¡Arranca! – lo apuró Horace.
La furgoneta se movió con brusquedad, Kevin le dio la vuelta, y salimos disparados hacia la calle lateral. El mal estado del pavimento no solo nos hacía sacudirnos, sino que nos impedía ir lo suficientemente rápido para dejar atrás al felino. Eventualmente, dio un tirón tan violento que todos atrás rodamos por el suelo incapaces de levantarnos.
— ¡Ya casi nos alcanza! –se quejó Paul al ponerse de pie.
Me arrastré hacia la ventana más cercana y pude admirar al animal. No estaba lejos de los dos metros de alto, poseía cuatro enormes paras dotadas con unas gigantescas garras que no hicieron más que ponerme nervioso. Su rostro grisáceo, rodeado por una tupida melena negra, me hubiera parecido tierno de haberlo visto en un calendario, pero sus brillantes ojos amarillos penetraban y causaban un gran revuelo en mi alma. El animal estaba a poco metro de nosotros. ¿Podría hacernos daño estando allí dentro?
— ¿Qué se supone que es eso? –preguntó Heidy con un hilo en la garganta.
— ¡Un león! –respondió Will preparando su arma.
— Así no lucen los leones.
— Lo hacen en Beagtown –respondió Jack—. Will, te toca.
— ¡Sujétense bien!
Todos seguimos sus instrucciones. Hice gancho con el borde de la ventanilla, mientras Cari se sujetaba de mí. Del otro lado Paul, Jessica y Heidy se aferraban a los asientos de la cabina. Horace, apenas se acomodó contra la pared.
Y sin esperar alguna especie de confirmación, Will abrió ambas puertas traseras con una patada y comenzó a disparar contra el animal. Ninguna de las balas dio contra el animal, si de por sí ya era difícil dispararle a algo en movimiento, las sacudidas de la furgoneta no ayudaban para nada. El león, por su parte, pareció entender lo que intentábamos, pues se enfureció rápidamente y en un abrir y cerrar de ojos brincó logrando meter medio cuerpo dentro del vehículo.
— ¡Carajo! –soltó Will—. ¡Kevin, no te detengas!
El animal se aferró a la furgoneta con sus enormes patas mientras trataba de arrastrar adentro el resto de su cuerpo. Will disparó contra él sin hacerle mucho daño hasta quedarse sin municiones. Entonces, recurrió a golpear al animal con su rifle.
— ¡A las patas! –le grité en un momento de revelación.
Will arrojó su rifle a la calle y tomó de su cinturón una pequeña pistola con la que disparó contra los dos ganchos del animal. El león soltó un rugido tan fuerte que debió haberse oído hasta el Colegio, antes de deslizarse y caer rendido sobre el pavimento.
— ¡Buena esa! –me felicitó—. Nos libramos de él.
— Genial –respondió Kevin—. Pero tengo una mala noticia...
— ¿Qué ocurre? –preguntó Jack.
— No tenemos frenos.
El pánico se esparció por el vehículo, todos soltamos grandes gritos de terror que hubieran asustado al león de seguir con nosotros.
— ¡Cálmense! –gritó Jack.
— ¡Vamos a morir! –gritó Paul despavorido.
— ¡Nos vamos a estrellar! –anunció Kevin—. Prepárense para el impacto...
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Virus Letal I: La Infección
Ciencia FicciónTodo comenzó cuando a media clase de Historia las explosiones aparecieron por todo el cielo. En un párpadeo, la ciudad ya era caos total con la aparición de un extraño virus que convierte a las personas en...dios, no quiero ni pensar en esa palabra...