— ¡Ya despertó! —gritó Cari emocionada.
Me hallaba recostado en el suelo, con unas viejas prendas como almohada. Lo único que pude ver fue el techo y la sonrisa animada de Cari. Me dolía la cabeza, me sentía mareado y con un hambre tan grande, que pudría haberme comido un caballo.
— ¿Qué ocurrió? —pregunté mientras me incorporaba.
— No mucho...
Descubrí que nos hallábamos en una gran sala rectangular con las paredes totalmente desnudas, mostrando los rojos ladrillos que se utilizaron para la construcción; el piso, de piedra, bastante incómodo. Apenas podía verse algo en aquel lugar, con un solo foco iluminando la estancia. Un trio de chicos desconocidos se acercaron a la escena, el resto de mis amigos le siguieron.
Abrí los ojos como platos cuando entre ellos descubrí a mi amigo Bernard, a quien no veíamos desde el día de las explosiones en el cielo. Se trataba un chico de nuestra edad, estatura media y piel morena, cabello corto y rizado. Me observó con sus ojos marrones, me sonrió de oreja a oreja. A su lado, Lady le empujaba la mano para que le hiciera caso.
— ¡Wasaaap! –saludó sacando la lengua antes de acariciar al perro.
— ¿Bernard? ¿Qué sucede aquí? ¿Estoy muerto?
— No, solo te golpearon un poco –respondió Jack.
— ¿Solo a mí? –pregunté.
— Y a Will, pero él no se desmayó –Paul se encogió de hombros y no pude evitar sentirme avergonzado por mi poca resistencia.
— ¿Qué demonios sucede aquí?
— ¿Por dónde empiezo? –se preguntó Cari.
— Por el principio no estaría nada mal —sugerí.
— Buena idea —dijo Bernard— Primero que nada, antes de la concepción misma del tiempo y el espacio no había lugar en el universo para ambos, entonces una gran explosión de fuego, gases y luces de colores....
— Maldita seas Bernard, no has cambiado —lo callé.
— Bueno, está bien—interrumpió Cari—. Después de que te golpearan, nos tomaron prisioneros y nos arrojaron aquí y encontramos a estos cuatro. Eso es todo, omitiendo la pelea de Bernard, las amenazas de Eddy (el loco caníbal) y los primeros auxilios de Will.
— Gracias Will... ¿caníbales?
— Caníbales —afirmó Bernard—. Es peor de lo que suena.
— ¿Cómo llegaste aquí? –me puse de pie.
— Es una larga historia. Luego de las explosiones tuve que ir a mi casa y...bueno, eventualmente la búsqueda de refugio ante la lluvia acida nos obligó a ocultarnos aquí –señaló a los tres desconocidos, extrañamente parecidos a él... ¿sus primos? —. Y bueno, apareció Eddy y estaban en medio de una crisis, ya te imaginarás el resto. Antes éramos más. Pero que hermoso perro, me recuerda a mi Riley...
— ¿Ustedes fueron los primeros?
— ¿Qué no pones atención? Antes había más, pedazo de tronco. ¿Quién es un buen chico? Oh, chica...
Reí.
— Amigo, te extrañé mucho –lo abracé feliz de descubrir que un conocido más había sobrevivido a la infección. Me dio esperanzas.
Por su parte, el chico apenas correspondió el abrazo. Se mostró algo incómodo ante la muestra de afecto, aunque en ningún momento me apartó.
— Sí, claro...así es bitch, vete acostumbrando porque aquí me quedaré un buen rato... ¡El negro está de vuelta!
— ¿Decías que aquí había más personas antes de ustedes? –preguntó Jack interesado.
— Sí, unos estuvieron aquí cuando llegamos. Ya solo quedamos nosotros...y bueno, la rata.
— ¿La rata? –pregunté apartándome.
Bernard se mostró incómodo.
— Bueno, no es una rata...es otro tipo de roedor, pero...bueno...yo no pretendo ser biólogo, mucho menos zoólogo o ni siquiera un...
— ¿Dónde está?
— No nos habías hablado de aquel hombre—se quejó Will.
— No preguntaron—Bernard se encogió de hombros.
— Llévanos a él —exigió Jack—Ta vez pueda ayudarnos.
Bernard nos guio a través de la oscuridad. No podía ver nada, ni si quiera a mi amigo, encontré el camino siguiendo su voz. En más de una ocasión casi tropiezo con un objeto en el suelo. También podía escuchar pequeñas pisadas... ¿ratas? ¿A eso se refería?
Mientras más avanzábamos empezaba a oír susurros de nuevo, estos decían cosas nuevas e incoherentes, palabras tontas, elegidas al azar.
— Escucho voces –murmuró Cari— Creo que dicen que volvamos...
—No, yo estucho números —dijo Paul.
No contesté. Seguimos andando, me sorprendía lo grande que podía estar aquel lugar.
— Llegamos —dijo Bernard, se escucharon unos extraños ruidos...abrió una puerta— Les advierto, este tío esta loquísimo, más que Cari.
— Cierra la boca, Bernard.
Bernard encendió un foco que colgaba de un cable suelto del techo, que bien, podía caer en cualquier momento al suelo. El cuarto era bastante pequeño, apenas había espacio para todos nosotros, y estaba realmente sucio. No hablo de polvo, sino de extrañas machas en el suelo y en las paredes. El único mueble era un viejo colchón con algunas sabanas rotas, sobre el que se encontraba nuestro sujeto. Era alto y algo gordo, de piel rosada y cabello rubio canoso tan largo que le hubiera llegado a la cintura de no traerlo recogido. Tenía un aspecto terrible: barba de varios días sin afeitar y una bata de laboratorio que en un principio debió haber sido blanca. Aparentaba unos cincuenta años, el sobreviviente más anciano que había visto hasta el momento. Nos observó con sus ojos azules, detrás de sus pequeñas gafas circulares. Tenía algo oculto entre las manos.
— Hey, tu... Squirrel, tienes visitas —saludó Bernard.
— ¿Squirrel? –preguntó Cari.
— Eso decía su bata.
— Su bata dice Squire, es británico.
— Bueno, estaba oscuro y teníamos suficiente tiempo libre como para inventar apodos –se defendió Bernard—. ¡Squirrel!
— En lo profundo desde lo alto, Noé empaca para su amo —murmuró el sujeto. Por un momento pude que lo que tanto guardaba en su mano, era un pequeño ratón. Me dio asco.
— ¿Qué está diciendo? –pregunté confundido.
— Siempre dice algo diferente, nunca con demasiado sentido. Honestamente, me está volviendo loco.
— ¿Squirrel? —preguntó Paul extrañado—. ¿Seguro?
—Sí, ya les dije que está en su bata. Vean—dijo Bernard y se acercó al hombre y lo movió para que pudiéramos ver su nombre bordado en el uniforme.
Heidy soltó un gritó ahogado. Jack se limitó a buscar su arma, pero entonces se dio cuenta que ya no la traía. Cari solo hizo un gesto de horror. Yo solo me sobresalte. Aquel hombre...sobre su nombre, se encontraba bordado el mismo signo que tenían las capsulas del virus. Quien fuera ese sujeto, debía saber algo sobre el virus y los servuks.
ESTÁS LEYENDO
Virus Letal I: La Infección
Science FictionTodo comenzó cuando a media clase de Historia las explosiones aparecieron por todo el cielo. En un párpadeo, la ciudad ya era caos total con la aparición de un extraño virus que convierte a las personas en...dios, no quiero ni pensar en esa palabra...