La cabeza de Abril reposaba sobre el pecho de Santiago. Las manos del muchacho se enredaban con suavidad entre el cabello de ella. Desde mucho tiempo atrás, ninguno de los dos disfrutaba con la idea de estar separados, sin embargo, desde que tuvieron su primera vez, eran sus manos las que deseaban el taco del otro. Era como si toda la conexión emocional que siempre habían tenido, ahora también fuera física.
—Si papá te descubre aquí, te asesinará—aseguró Abril, acurrucándose contra el pecho de su novio—, y luego hervirá tus pedazos.
Santiago soltó una carcajada.
—Él ya no me odia tanto. Ha empezado a darse cuenta del amor que siento por ti.
Abril puso los ojos en blanco
—Aún así, no creo que goce con la idea de encontrarte en mi cama.
—Estamos completamente vestidos... por ahora.
La pelirroja enfocó su mirada en los ojos de Santiago, y encontró un brillo de picardía en ellos, y algo rugió en su pecho mientras un repentino calor recorría su cuerpo. Desde que tuvieron su primera vez en la casa del árbol, lo habían hecho un par de veces más, y se habían vuelto más inseparables que nunca. Entre ellos existía un tipo de confidencialidad que sólo elevaba sus sentimientos; Adrien decía que eran la cosa más insoportable de ver, aunque ambos sabían que su amigo estaba feliz por ambos.
—No vamos a hacerlo —sentenció Abril, aunque todo su cuerpo gritaba que se estaba enloqueciendo.
—¿Ni un poquito?
Abril soltó una risita.
—No, ni un poquito.
Santiago no insistió, sin embargo, recorrió el rostro de su novia con la mirada, deseando...
—¡No me mires así!
Él rio.
—¿Así cómo?
—Así como lo haces, ya sabes, cuando... —las mejillas de la chica se encendieron, y sin poder controlarlo, hundió su rostro en el cuello del muchacho—, cuando lo hacemos.
—Respirar en mi cuello no ayuda mucho, lo sabes.
La chica se separó, sin embargo, no fue capaz de mirarlo a los ojos: se sentía repentinamente cohibida. Creyó que era algo estúpido después de todas las experiencias que habían tenido juntos.
Él se sentó sobre la cama, y buscó su mirada.
—Pequitas, ya te dije que no vamos a hacer nada otra vez hasta que tú así lo quieras —le recordó—. Te miro justo como te he mirado siempre: como la cosa más bonita del mundo. No hay ningún plan lujurioso en ello, lo prometo.
Abril asintió.
—Gracias —susurró.
—¿Por qué me agradeces?
—Por todo y por tanto. Eres lo más puro y lo más bonito que tengo en mi vida.
Él sonrió, y tras depositar en su mejilla el más inocente de los besos.
—Te amo.
***
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De tu mano ©
RomanceDesde el momento en que se conocieron, Abril y Santiago han vivido para alejarse y encontrarse una y otra vez. Discusiones de niños, hormonas queriendo darse a conocer, malos entendidos y padres queriendo escapar es solo la punta del iceberg de t...