Secreto Styles #LarryStylinson

Capítulo 46

Louis se encontraba devorando la sensible piel del cuello de Harry bajo los tenues rayos del sol. La llegada de febrero había venido cargada con una calidez que ambos agradecían ya que podían usar la piscina de su casa. Era viernes 1ro. De febrero y se habían quedado solos "festejando" el cumpleaños del oji-verde. Pero en la parte trasera de la casa de los Tomlinson-Styles no había globos, ni música, ni mucho menos pastel.

De hecho, solo estaban dos jóvenes sumergidos en el agua, con el torso descubierto y empapado y las manos del contrario sobre el otro. Los cabellos escurriendo líneas húmedas por todo su cuerpo y la suave brisa acompañada de la débil exposición al sol, hacían que se terminaran de estremecer en esa solitaria y silenciosa casa.

Solo se escuchaban los chasquidos de sus besos, la saliva entre ellos. Se oían los leves gemidos del rizado gracias a la sensual succión que el castaño hacía en su cuello. El agua se movía hacia todas partes gracias a sus movimientos suaves, pero frenéticos. El aire agitaba suavemente las hojas de los árboles y el cantar de unas pocas aves terminaban la formidable escena.

—Terminé —Harry se mordió el labio para después soltar un gran suspiro.

—Dios —Gimió tallándose el pequeño fragmento de piel que había pasado de ser de un pálido amarillento a un morado rojizo. Llevo sus dedos a sus clavículas y bajó la mirada para encontrar diversas marquitas y mordidas en el área donde apenas se asomaban sus huesos. Las repasó todas y cada una de ellas bajo la atenta mirada de su novio, quien sonreía satisfecho.

—¿Te gustó mi regalo? —Preguntó con sorna acercándose a él.

Suspiró.

—¿Sabes? Hubiera preferido uno menos visible, pero sí, me gusto. —Le respondió con una radiante sonrisa.

—¿De qué te sirve un regalo si no puedes presumirlo con los demás? —Lo tomó de la cintura y observó la distorsionada forma de sus manos bajo el agua—. Además —Le susurró al oído—. Aún no he terminado de darte tu regalo...

El oji-verde se sonrojo notablemente separándolo de él por los hombros.

—¿Estas bromeando, cierto?

—No lo hago. ¿Por qué?

—No sé si ya te diste cuenta, pero estamos totalmente expuestos.

—No totalmente, está la barda de tres metros que rodea toda la casa —Indicó el oji-azul señalando a su alrededor con los brazos extendidos—. Lo único que esta descubierto es el techo, amor. A menos que pase un avión muy, pero muy cerca del suelo, es que nos verán —Explicó volviendo a hundirse en el cuello del rizado.

—¿Y-y los guardia-s? —Tartamudeó al sentir como Louis comenzaba una nueva ronda de chupones alrededor de su nuca. Pero cuando lo observó bajar de su cuello a su pecho, y meter dentro de sus delgados labios uno de sus sensibles pezones y comenzar a lamerlo con una lentitud deliciosa, realmente no le importo la respuesta.

—Al diablo los guardias —Dijo por último antes de abalanzarse nuevamente sobre los labios de su amado.

Harry gimió en cuanto el castaño se apoderó de su cintura y de sus labios, en un beso desesperado y calcinante. Sus labios se juntaban frenéticos y sus lenguas se fusionaban ansiosas en una danza intensa y competitiva. La saliva del otro resbalaba por sus comisuras y entre ratos se separaban solo para lamer los pequeños residuos que quedaron fuera de sus bocas. Sus dientes chocaban constantemente al querer devorar con más profundidad la boca del contrario. Ambos eran un desastre de gemidos y poco a poco e inconscientemente se iban acercando a la orilla de la piscina.

Cuando finalmente la espalda del rizado chocó contra las frías baldosas blancas, se detuvieron el suficiente tiempo para subirse encima de estas y retomar sus hambrientos besos. Así, entre besos y toqueteos, Harry terminó acostado a la orilla de la gran alberca mientras que Louis se iba deslizando hacia abajo para besar su desnudo pecho.