Capitulo 32

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Una vez que el rizado llegó a su habitación no logró llegar a la cama.

Con una fuerza inesperada cerró la puerta de golpe azotándola contra el marco de la misma, ocasionando un fuerte ruido entre ambas maderas. Se derrumbó sobre ésta con su espalda apoyada en la fría y dura madera mientras que su rostro era acunado entre sus manos.

Sentía como sus palmas se humedecían gracias a las lágrimas que seguían fluyendo sin parar, una tras otra. Las piernas le temblaban y el estómago se le contraía gracias al esfuerzo que implicaba desalojar todo su dolor en ellas.

Mientras temblaba e inútilmente trataba de parar de llorar sus pensamientos no podían evitar acumularse en su mente, maquinando preguntas y sintiendo el asunto cada vez más hiriente. Y la verdad es que lo era.

Abrazó sus piernas contra su pecho mientras se preguntaba por qué Louis había actuado de una manera tan vil y grosera. Despiadada. Sin sentimiento alguno de empatía.

Ambos habían cometido actos estúpidos que habían dañado al otro y sin embargo Harry no actuó de esa forma con él. Si, era doloroso, hiriente, frustrante y decepcionante pero, aunque le dolía en lo más profundo de su ser admitirlo, no eran novios y ni siquiera se acercaban a serlo, por lo cual ambos tenían derecho suficiente de relacionarse con quien quisieran y de la forma que quisieran.

Entonces si eso era cierto, ¿Por qué dolía en realidad?

Cuando Harry se hizo esa pregunta en su interior, automáticamente como si su mente hubiera apretado un botón comenzó a ver una ráfaga de imágenes de él y Louis. Casi podía sentir la brisa en su brazo cuando lo sacaba por la ventanilla mientras Louis iba conduciendo a toda velocidad por la ciudad, hacia algún lugar en donde pudieran pasar el rato.

Recordaba perfectamente la primera película de terror que vieron juntos y como se acurrucó en el pecho del mayor mientras este soltaba una pequeña risa ante su miedo y lo aferraba a su lado. Recordaba como Louis lo había llevado a su hamburguesería favorita y le había insistido en que probara la especialidad como un niño pequeño pidiendo a su madre un dulce.

Siguió recordando e intentaba aferrarse a todos estos para levantarse el ánimo, pero era inútil ya que cada vez que lo intentaba se volvía un mar de lágrimas gracias a la nostalgia que lo inundaba.

De pronto, sintió miedo. No sabía si volvería a compartir más recuerdos con él. Pero lo que más le aterraba, era no saber si podría volver a apreciar ese hermoso brillo que se generaba en sus ojos cuando tiraban sus cabezas hacia atrás y se reían a carcajadas por cualquier estupidez, si podría volver a sentir la mano de Louis sobre su hombro cuando se sentía inseguro sobre algo o cuando le apretaba pícaramente la pierna buscando llamar su atención. No sabía si volverían a sonreír juntos para después bajar la mirada con las mejillas ruborizadas. No lo sabía.

Y después de asimilar todo en lo que había estado pensando, volvió al principio. A la pregunta. ¿Por qué dolía en realidad?

Mientras se lo preguntaba de nuevo, pensó una vez más en los momentos compartidos con Louis pero esta vez, en lo que sentía cuando estaba con él.

Cuando lo recordó, supo que la pregunta acababa de ser contestada.

Ambos sentían amor por el otro y ambos lo sabían. Ambos sabían que el sentimiento era mutuo pero sin embargo, se dejaron llevar por situaciones que les traería dolor a ambos, aun siendo conscientes de esto.

Y vaya que ahora lo estaban sintiendo.

El dolor más crudo que puede existir: el de la infidelidad sin ser nada.

Secreto Styles #LarryStylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora