•My Love•CHANYEOL• •TERMINADA•

*47*

Narra ______:

—Soy estupida, estupida, estupida, ¡Estupida!.—Estaba frente a mi puerta, con las manos buscando las llaves pero no había ningún rastro de ellas.—¡Locker!.—Me senté devastada en el césped sucio.—¡Soy tonta!.

—¡No!.—Se escondió detrás del carro que estaba estacionado junto.—¡¿No puedo pasar ni siquiera 10 minutos sin verte?!.

—Olvidé mis llaves, ¿Entiendes?.—Chanyeol salió de su escondite y se paró delante mío, mirándome desde arriba.

—En el casillero.—Me pegó con su pie en la pierna.

—¿Tú no traes coche o me seguiste?.—El sólo rió a carcajadas pero paró al notar mi cara de seriedad.

—Ni loco te seguiré.—Se sentó a una distancia razonable de mi.—Ni tampoco tengo coche.—Juntó sus manos.—Si tengo pero las llaves se cayeron en el momento que besé..—Pausó.—En el casillero igual.

—Igual de tonto pues.—Nuestros cuerpos no podían mantenerse calientes por nada.—Hace mucho frío, ¿No?.—Restregaba mis manos sobre mi piernas y brazos. Chanyeol me miraba con firmeza.

—Me arruinas cada vez más el día.—Se movió un poco de su lugar, quitándose el suéter.—Ten.—Me lo aventó.

—Gracias.—Me lo puse.—No me ibas a hablar, ¿Y el milagro?.—El bufó.

—Iba de camino a casa y de repente te veo allí sentada como si no fuera nada este frío. ¿No puedo venir por mi curiosidad?.

—Tengo miedo ahora de ti.—Nos manteníamos serios.—Desde ahora en adelante siempre me usarás y tengo que evitar eso.

—No podrás.—Su mano tibia tocaba mi cabello por la parte de detrás.

—¡Déjalo!.—La quité.—No me toques.

—Dame mi abrigo.—Agarré su muñeca derecha y puse su mano encima de mi cabeza.—Ja-ja~.

—Solo porque me muero de frío.

(...)

—Tengo hambre y quiero irme pero se te ocurre.. ¿Dormirte?.—Pasaron algunos minutos esperando la llegada de alguno de mis padre o de mi hermana, pero esa espera se alargó a una de casi 1 hora.

(...)

—Nada te paraba.—Estábamos dentro de la casa al fin.

Nadie había llegado pero se nos ocurrió algo, después de mi larga siesta, al ver la ventana abierta de la cocina.

—Si, pero no podía dejarte allí sola.—Lo miré con una sonrisa.—Tenias una de mis prendas más caras, así que no quería que me la robaran mientras estabas en siesta.—La borré al instante.

—Engreído.—Me quité el suéter y se lo di.—Ya puedes irte.

—Adiós.—Salió.