6. The Voices

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Jade's Pov


Abro mis ojos cuando escucho el teléfono timbrando. Me levanto de la silla con cuidado y le echo un vistazo a Perrie; sigue durmiendo. Salgo al pasillo y tomo el teléfono que no quiere callar.

- Diga...

- Llamo para el reporte nocturno. - dicen del otro lado.

- Claro, claro, todo estuvo tranquilo. Todos los pacientes tuvieron el tratamiento que les correspondía.

- Me alegro. Avisaré al supervisor. Que tenga una buena mañana.

Cuelgo el teléfono y regreso a lado de Perrie.

Después de su pesadilla me quedé aquí a cuidarla. Me pidió que la acompañara hasta que se quedara dormida. Cuando ella durmió, yo la seguí. El resto de la noche la he pasado en fracciones de sueño. Ella durmió más tranquila, pero no pude evitar abrir los ojos cada vez que se movía entre las cobijas. Me acerco a su delicado cuerpo y toco su hombro para despertarla con cuidado.

- Pequeña... - susurro.

Se remueve un poco.

- Tranquila, soy yo. Solo te quiero avisar que me iré unos minutos. No quiero que te asustes si no me ves.

Se gira en la cama y se talla los ojos. Se sienta en la cama y me mira aún adormilada.

- ¿Vas a tardar? - pregunta.

- Procuraré no hacerlo. Vendré a desayunar contigo, ¿te parece?

Le sonrío y ella también lo hace.

- Eso suena bien. Gracias, Jade.

Me acerco a ella y beso su frente. Unos segundos nos quedamos en la misma posición. Yo sujetando su cabeza, sintiendo el aroma de su cabello y ella abrazando mí cintura sintiéndose protegida. Muy a mi pesar debo terminar con el cómodo momento. Me separo de ella y voy a la puerta. Antes de salir le guiño un ojo. Ella se sonroja.

Es simplemente hermosa, digo para mi interior.


- Mamá, basta ya. ¡No saldré con ese idiota!

- ¡Amelia, controla esa boca tuya! – me regaña al otro lado de la línea.

- Es lo último que me importa. Solo quiero tu comprensión y ni eso puedo conseguir... – me presiono el puente de la nariz buscando calmar el dolor de cabeza que me ataca.

- Solo estoy haciendo mi trabajo de madre. Estoy diciéndote lo que es mejor para ti.

- ¿No se supone que también debes aceptar a tu hija cómo es? – solo escucho su respiración.

Me rindo con esto.

- Gracias por nada, mamá.

Cuelgo la llamada y unas lágrimas se me escapan. La furia y la decepción se apoderan de mi maltrecho corazón. Llevo tantos años intentando que mi madre me acepte como soy... Pero creo que me estoy cansando de seguir intentando. No insistiré más. No mencionaré nada y le daré por su lado mientras pueda.

Una vez que el café está listo tomo el vaso y el paquete de galletas de chocolate que he comprado. Dejo el móvil en mi cajón bajo llave y me voy con Perrie. Una vez en la puerta me asusto. Escucho a la enfermera hablando muy alto: "¡Señorita, tranquila!"

Entro y veo a Perrie meciéndose en el suelo y hablando para ella misma. Me acerco a la mesa, dejo las cosas y voy hacia mi chica.

- Estará bien, – le digo a la enfermera – puedes irte, gracias.

Ella sale rápidamente y nos deja solas. Sujeto a Perrie entre mis brazos y logro escuchar lo que dice.

- Ella si volverá. Volverá. Lo hará.

- Perrie... – paso mis manos por su rostro cubierto de lágrimas y la hago mirarme – Perrie, mírame. Aquí estoy. Dije que volvería y aquí estoy.

Me mira fijamente y se queda quieta. Su respiración se normaliza y me abraza. Lo hace con tanta fuerza que me deja asombrada.

- Habían voces...

- ¿Qué decían? – le pregunto.

- Que tú también me abandonarías. - hace un puchero y se le escapan unas lágrimas.

La abrazo muy fuerte.

- Ya pasó. No hagas caso a esas voces. Yo jamás me iré.

Me levanto con ella entre mis brazos y la llevo a la mesa.

- He venido a desayunar como prometí.

La ayudo a sentarse y me coloco frente a ella. Quito la tapa de su charola y observo lo que hay.

- ¿Qué quieres primero?

Mira el plato unos segundos y yo saco el tenedor.

- La fruta...

- Muy bien. - descubro el plato y le doy el cubierto.

Juega la comida un par de veces y ensarta los dientes del tenedor en un trozo de manzana. La mastica con lentitud y yo la observo detenidamente. Le ha gustado.

𝑆𝑡𝑜𝑟𝑚 - 𝐽𝑒𝑟𝑟𝑖𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora