41. A Cup Of Coffee

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Perrie's Pov


Ni siquiera siento el suelo bajo mis pies, el frío que sentía en ellos al caminar descalza desapareció en cuanto escuché su voz. Su jodida voz.

<¿Debo abrir? ¿Qué pasará si no lo hago?>

"Solo llama a la policía, idiota."

El peor momento para tener que lidiar con ella. ¿Debía hacerla tan oportuna?

- Perrie... - mis manos tiemblan sin control - Abre la puerta.

- Vete o llamaré a la policía. - le digo logrando que mi voz no tiemble.

- ¿Policía? No lo creo, ya desconecte tu línea, ahora abre. - el no sabe que tengo celular. Suspiro con alivio.

- ¿Qué es lo que quieres?

- Qué abras la puta puerta, ¿o quieres que vaya a divertirme con tus amigas? - se me hace un nudo en el estómago.

- Bien... - abro los cerrojos uno por uno, cargándome de energía, no dispuesta a dejarme ver débil. 

No más niña débil.

Su cansado rostro sonríe, me produce escalofríos mirarlo. Lo dejo entrar y avanza por el pasillo con confianza. 

- Gran lugar, Pezzie. Que buena cara de víctima debiste poner... - se gira a verme. Su ceño se frunce al verme molesta. Supongo que esperaba verme nerviosa, temerosa... Se acabó.

- ¿Qué? ¿Te extraña que no me esté escondiendo en esa esquina? ¿Qué no tenga la frente gacha? ¿Qué te mire a los ojos?

- Jaja, ay, hija, tú cabecita sigue tan débil como siempre. Ya imagino todo lo que habrán dicho en ese lugar, sobre todo esa Jade... - está buscando una forma de provocarme.

- Con ella no te metas. - le digo en tono relajado pero firme. Me cruzo de brazos - Ahora dime qué es lo que quieres y lárgate.

- ¿Cómo osas hablarme de ese modo? ¡Soy tú padre, Perrie!

- De padre no eres nada, solo eres el animal que ha pretendido retenerme a su lado, que ha arruinado mi vida, pero ya no más, ya me cansé de esta mierda, de TÚ mierda. No quiero ser parte de ella nunca más, me tienes harta. Por primera vez en 22 años me siento viva, valiente, capaz, y tú nunca vas a derribarme, ya no soy la chica que de antes. Podrás decir lo incapaz que te parezco, pero ya no me va a afectar. Y no, no te atrevas a amenazarme, ya no. 

- ¿Ya no? Vaya, me impresionas, Pezzie. Esa destreza para hablar, ese extenso vocabulario... De haber pertenecido a otra familia habrías llegado lejos, de verdad, pero para tú mala suerte no fue así, naciste con los Edwards, conmigo. Piensa dos veces lo que me has dicho, tienes toda esta noche. Solo pasé por aquí porqué necesitaba un lugar para dormir. Ese sofá parece cómodo, así que me recostaré. No me preocupo por el hecho de que estamos solos hasta el amanecer y no hay línea. ¿Te molesto con una taza de café? - prende la luz de la sala de estar y va al sofá.

Mi cabeza comienza a maquinar las posibilidades. Camino por el pasillo hasta mi habitación, corro al baño y saco los somníferos, los vacío en mi mano y los guardo en el bolsillo de mi pantalón. Salgo para guardar el, afortunadamente, pequeño celular y corro de puntas al recibidor mientras meto el celular en mi sujetador. Un clásico.

- ¿Crema o leche? - pregunto sin sonar sospechosa y aún con tono de pocos amigos.

- Crema, preciosa. - responde desde el sofá en donde ya está recostado y cubriendo sus ojos con su antebrazo. 

Camino rápidamente a la cocina y me dispongo a hacer el café. Espero impaciente a que el agua esté caliente. El microondas suena y saco la taza. El líquido negro refleja mis ojos oscuros por la adrenalina que corre en mis venas. Me siento tan bien de poder hacer esto con todo mi uso de razón...

Pongo azúcar, la crema... y mi toque personal. Sé que es un hombre de suelo difícil así que abro la primera cápsula y dejo caer el polvo sobre la crema, luego abro otra y hago lo mismo. Con una sonrisa mezclo todo perfectamente. Pruebo una gota del café solo para cerciorarme de que no se detecta el sabor del somnífero. Nulo.

Llevo la taza con cuidado a Alexander y, una vez frente a él, carraspeo y descubre su rostro. Se sienta y recibe la taza. Sopla un poco el vapor y lo observo con detenimiento. Noto su confianza, no se espera que haya sido capaz de idear algo sola y rápido. Bebe el primer sorbo y me mira radiante.

- No has perdido el toque, Pezzie. - dicho eso toma un laaargo sorbo y festejo en mi interior. En cuestión de cinco minutos se ha tomado toda la taza. Me la devuelve comenzando a bostezar.

- ¿Dormirás? - le pregunto.

- A eso vine, hija. - se recuesta nuevamente y cierra los ojos.

- Iré a dejar esto a la cocina.

Camino con pasos largos y dejo la taza en el comedor y me llevo el libro. No pienso perderle de vista.

Abro el libro en el lugar en que me quedé y leo...


50 páginas después

Lo miro por enésima, su respiración es relajada. Me bajo de mi asiento y paso mis dedos por su nariz, no se inmuta, está profundamente dormido.

Saco el teléfono y marco el número de emergencias.

- Emergencias.

- Hablo de South Vista 1956 #4, tengo a un fugitivo en mi casa. Venga de inmediato.

- La policía está en camino. ¿Lleva armas con él? - pregunta la operadora.

- No estoy segura... - le respondo susurrando y observando al hombre inconsciente.

- La patrulla está a 5 minutos de su residencia. 

- Dígales que la puerta está abierta, no pienso moverme de aquí.

𝑆𝑡𝑜𝑟𝑚 - 𝐽𝑒𝑟𝑟𝑖𝑒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora