Capítulo uno

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Actualidad

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Actualidad.

­—Deja de molestarme, Jackson.

Él sonrió con descaro, demostrando que mis palabras le entraron por un oído y le salieron por el otro como si nada, juguetea con el piercing de su labio y suspirando  levanta las manos en señal de rendición.

—Está bien, me rindo. —Dijo y yo arqueé una ceja—. No volveré a pedirte una salida... hoy.

Jackson Bolton, compañero de trabajo y un gran amigo. Apuesto y con una larga fila de mujeres detrás de él. Cosa que no me sorprende porque como dije antes no está tan mal pero aún así no es mi tipo, cosa que parece molestarlo un poco ya que me pide salir con él cada vez que tiene una oportunidad. Es un gran amigo pero no puedo verlo más allá de eso, su personalidad es demasiado infantil y vamos, yo soy lo suficiente madura pero mi parte infantil a veces suele ser más fuerte así que si debo estar en una relación, la única infantil puedo ser yo. 

—Hablo en serio Jack.

—Yo también.

Abrí la boca para  mandarlo a la mierda pero la campanilla sonó justo en ese momento.

—Te toca a ti, —Dijo señalándome—, yo tengo una cita con un cliente en quince minutos.

Me levanté como un resorte, amo mi trabajo no tengo dudas sobre ello. Con cada tatuaje intentó dejar mi marca, mi brillo personal.

Trabajo en la Tienda de mi tío, desde que era pequeña él noto que tenía una habilidad especial con el dibujo y una curiosidad muy grande hacia su trabajo por lo que vio potencial en mí. Comencé a trabajar como asistente desde los quince años y a los dieciséis ya comencé a trabajar con los clientes al menos con los tatuajes más básicos.

Y con veintitrés años me he ganado el respeto de todos los tatuadores de los Ángeles. Admito que no gano mucho dinero, pero ir a trabajar en otra tienda no es una opción, sería incapaz de trabajar en otra tienda de Los Ángeles, sería como traicionar al lugar que me abrió las puertas y por el momento no estoy preparada para eso.

Veo a una señorita de unos veinte si no es menos entrar a la tienda, su rostro se veía triste y melancólico.

Fruncí mis labios al verla tan deprimida. Con mi mejor sonrisa la recibí.

— ¡Buenas Tardes! ¡Bienvenida a Tatoo Dragons!

Lo primero que hizo fue mirar mi cabello interrogante, luego tuvo un amago de sonrisa por lo que continúe.

— ¿Qué hace una chica tan adorable por aquí?

—Buenas tardes. Yo... vine a tatuarme el retrato de... de mi abuela —murmuró con la voz rota.

Comprendí al instante que debía tomar las cosas con cautela, este será un tatuaje que significará mucho para ella por lo que tendría que esforzarme mucho para hacerle justicia al retrato original.

—De acuerdo bonita —Dije caminando hasta ella— Sígueme hasta mi cabina y veremos qué hacer.

La tienda no es muy grande pero cuenta con el espacio que necesitamos. La sala de espera donde se encuentra también el mostrador, tres cabinas de tatuaje, una es de Elena, la otra de Jack y la mía. Un baño y una pequeña sala de descanso donde está mí adorada máquina de café.

Ella no hablaba y comenzaba a inquietarme. No puedo mantenerme callada mucho tiempo es un problema que tengo desde pequeña, nada bueno según mi madre.

—Toma asiento, —Dije señalándole la silla donde he tatuado a un montón de personas con el pasar de los años—, cuéntame un poco sobre ella, si es que no te molesta.

—No me molesta, crecí con mis abuelos —Dijo orgullosa—. Ella era como una madre... y ya no está.

Pude ver que sus ojos se cristalizaban por lo que me acerqué y le di una palmadita en el hombro con suavidad.

—Voy a hacerte un maldito tatuaje que la deje en lo alto.

—Bien —Dijo sonriendo—. Eso es lo que quiero.

Caminé hasta mi cuaderno de bocetos, tomé lo necesario y me senté en la silla cercana a ella.

— ¿Trajiste la foto de tu abuelita?

Asintió, abrió su bolso y comenzó a rebuscar. Sacó un portarretrato y me lo tendió.

— ¡Wou! ¿Está es tu abuela?

Pensaba encontrarme con una tierna abuelita tejiendo o preparando galletas. Pero lo que veo es a una joven en traje de baño al estilo marinero, luce feliz, con una gran sonrisa y los brazos extendidos hacia arriba.

Soltó una risita.

—Era modelo a esa edad —Dijo, su tono era de orgullo—. Me gustaría que fuese un retrato de cuerpo entero, pero sigo pensando que si puede ser de una forma caricaturesca estaría fenomenal.

Asentí sonriente, su idea me agradaba bastante.

—Ella en serio es toda una diosa —Pude notar que miraba la foto con nostalgia mientras asentía— ¿Dónde quieres el tatuaje?

—En la espalda —Dijo segura.

—Va a doler... pero creo que eres una muchacha fuerte y lo soportaras.

Ella sonrió. Los tatuajes en la espalda son complicados para personas primerizas pero ella me mostró el tatuaje de su tobillo explicándome que no es la primera vez que se hace uno, aún así le explique con detalle todo para que no tenga ninguna duda luego.

Comencé a dibujarla, totalmente como en la foto pero agregando el efecto para que parezca salido de un comic. A bajo puse las iniciales "L.T" que ella me pidió que agregase. Luego de unas horas y ya terminado le mostré el boceto.

— ¡Oh Dios! —Exclamó llevándose las manos a la boca— ¡Me encanta!

Sonreí satisfecha.

—Ahora siéntate aquí con el hombro hacia adelante, así tu espalda queda hacia mí.

Se levantó y se acomodó en la posición que le dije.

—Necesito que te quites la blusa y el sostén — Tomé una toalla y se la extendí—. Aquí tengo esto para que puedas cubrirte.

Le deje un poco de espacio mientras cerraba la puerta, una vez que ya se encontraba en la posición comencé a tatuar su espalda, me fije en la hora, creo que voy a llegar tarde en casa hoy.

Luego de unas horas estoy por terminar el tatuaje, me pidió un descanso cuando iba por la mitad y se lo concedí sin problemas, a decir verdad soporto el dolor mucho mejor de lo que esperaba. La escuche suspirar así que le pregunte:

—¿Quieres hablar de ello?

—Sí —Dijo rápidamente—, no pude hablar con nadie sobre mi perdida hasta ahora... Fue un infarto mientras dormía. Nadie lo vio venir.

—Lo siento tanto.

—Ella era la mejor ¿Sabes? Mi mamá falleció cuando tenía dos años —Aleje la máquina de su piel unos segundos—, un accidente automovilístico.

Algo impactada solté un suspiro y continúe tatuando.

—La vida sí que es una mierda.

—Sí, se lleva a las mejores personas... mi papá es otro caso —Dijo, pude notar que se estaba soltando más conmigo—, él no quiso saber nada de mí. Lo cual agradezco, crecí muy bien con mis abuelos, no lo necesite.

—Qué infeliz —Digo arrugando la nariz— Ese no es un padre, tienes la suerte de haber crecido con tus abuelos.

—Sí, intentó concentrarme en lo positivo.

Trazo las letras que van a bajo mientras la escucho con atención.

— ¿Cómo vas con el dolor?

—Duele, pero no es nada que no pueda soportar.

Alejé la máquina de tinta y sonrió al ver el tatuaje. Lo limpié y le pedí que se levantara, viendo lo emocionada que estaba por ver el tatuaje.

—Ven aquí —Digo señalando el espejo.

Apretó la toalla en sus pechos y miró el tatuaje.

— ¡Santo Cielos!

Ella está realmente feliz y yo me emociono al verla de esa manera. Sostengo un espejo en frente de ella para que pueda verlo mejor.

— ¿Crees que estará orgullosa con este tatuaje? —Pregunto.

Ella asiente y ya no puede contener las lágrimas. Con una mano sostiene la toalla y me abraza como puede.

—Es asombroso —murmura sollozando— ¡Gracias! ¡Muchísimas Gracias!

Sonrío.

Otro cliente satisfecho.

La Pasión Por EL Chocolate #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora