Capítulo dos

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Aplico un poco de brillo rosa en mis labios

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Aplico un poco de brillo rosa en mis labios. Miro mi reflejo en el espejo con una mueca torcida en los labios, mi piel luce demasiado pálida, busco algo de rubor y me lo aplico en las mejillas, hoy mis ojos están de un tono verde oscuro que me recuerdan a los ojos de mi padre. Peino mi cabello con delicadeza, lo cuido bastante ya que la tintura puede maltratarla un poco, por suerte hasta ahora mi cabello rosa no tiene problemas, hasta creo que es la primera vez que lo tengo tan largo, me fijo en el espejo y este me llega hasta la cintura.

Busco una goma para sujetarlo, como no veo ninguna debo ir apresurada hasta mi cuarto para buscar alguna, me la sujeto en una coleta alta para que no sea un problema a la hora de trabajar. 

Giro mi rostro de izquierda a derecha para ver que tal me veo. Conforme con el resultado agarro mi chaqueta y mochila para guardar mi billetera y otras cosas dentro, antes de salir me preparo para hacer mi rutina diaria.

Aunque ya sea alguien mayor, mi cuarto sigue teniendo ese toque juvenil debido a mis posters pegados por la pared y algunos dibujos en éste que había pintado.

Me gusta mucho la música y distintos tipos de cantantes, pero el número uno en mi corazón es un Canadiense de dieciocho años. Shawn Mendes. A veces me sentía como una pedófila por ser mayor que él y que me gustase tanto.

Pero... ¡Maldición! Ese chico es mi debilidad absoluta.

Aparte de eso, esa sección de My Little Pony no era algo que una chica de mi edad tendría en su habitación. Avanzo hacia el poster de mi Canadiense y dejo un beso en mi mano para luego posicionarlo en sus labios, bueno... en el poster.

—Algún día Shawn.

Salí de mi habitación cerrando la puerta detrás de mí, camine por el pasillo y luego baje las escaleras, dirigiéndome a la cocina. Mi madre se encontraba preparando el desayuno, mientras mi padre se la pasaba molestándola. Besó su mejilla y sonreí.

Estos dos han pasado por tanto.

—Basta de muestras de cariño por favor —Dije entrando a la cocina.

Ambos rieron, mi padre se acercó a besar mi mejilla y luego la de mi madre.

—Buenos días, cielo.

—Buenos días.

Mi madre preparó el desayuno como todos los días, estaba demasiado agradecida con ella porque siendo franca no se que sería de mi sin ella. Es bueno que a ella le guste las comidas saludables o sino no sé que sería de mi porque tengo una gran debilidad por la comida y cero intención de hacer actividad física. 

Mi cuerpo no es perfecto, no soy muy delgada ya que mi figura es voluminosa pero puedo presumir de que tengo un buen trasero y pecho, nada del otro mundo pero no me quejo. Además puedo alardear de mis curvas. 

—Michaela vas a atragantarte si sigues comiendo así.

Quise rodar los ojos, pero sabía que eso no le iba a simpatizar mucho.

La Pasión Por EL Chocolate #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora