Capítulo doce

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A simple vista este bar es muy llamativo, todo en el lugar grita costoso, y conste que solo estoy observando el exterior. ¿Dónde me vine a meter? Este lugar es exclusivo.

No tengo ni la más pálida idea de como puedo entrar al lugar.

¿Debía decir mi nombre? ¿O debería llamar a Ariel?

En realidad no tengo su número y no sé muy bien qué debo hacer en estos instantes, la fila es larga pero menos mal ya estoy por llegar hasta el guardia de seguridad no sé muy bien que diré. Debí haber pedido más información.

Mis tacones comenzaban a doler, y conste que la noche apenas comenzaba. Llevo puesto un vestido de fiesta azul oscuro con el cuello descubierto por completo el escote es decente pero muestro mucha piel, al contrario que en las piernas ya que me llega hasta encima de mi rodilla. Mi cabello lo tengo sujeto en un moño ya que quería dejar al descubierto mi cuello.

Llego mi turno y me puse nerviosa.

—Nombre —Pidió el hombre de seguridad con una voz gruesa.

—Michaela Lancaster.

Al oír mi nombre levanto su cabeza y como siempre sucede su vista se deslizo a mi cabello.

¿Nunca has visto a una chica con el cabello rosa? ¡Por dios esto es Los Ángeles!

Revisa unas cuantas listas, luego de unos segundos asiente y me deja pasar.

No me dice nada más pero me adentro al bar sin pensarlo dos veces, la música comienza a oírse mucho más fuerte y el lugar me deja alucinando.

Es enorme y el juego de luces es perfecto, el lugar está muy oscuro por lo que apenas puedo ver mis manos, miro a las personas bailando y veo que llevan collares y pulseras fluorescentes, el lugar tiene tanta luz y oscuridad que quedo fascinada.

Miro la barra que tiene luces que cambian de color haciéndolo mucho más divertido y me arrepiento de no haber traído a Elena conmigo, este lugar es increíble. Como soy una completa loca no busco a los chicos que me invitaron, al contrario, voy directo a la pista de baile y lanzo un grito al oír la buena música.

Unas chicas al notar mi buena vibra ríen y se acercan junto a mí a bailar.

— ¡Toma esto!

La morena me enseña uno de sus collares fluorescentes y se los quita para dármelos a mí ya que ella está llena de esas cosas.

— ¡Gracias! —Digo gritando por sobre la música—. ¡A bailar!

Y eso es lo que hago, comienzo a moverme al compás de la música y me divierto con las chicas que se mueven de una manera provocadora como yo. Luego de lo que parecen minutos una mano en mi hombro hace que me dé la vuelta rápidamente, me sorprendo al ver a Ryan mirándome bajo sus largas pestañas.

— ¡Ryan! ¡Hola! —Grito por sobre la música—. ¡Vamos a bailar!

Estoy feliz y con mucha adrenalina en el cuerpo, que él me encontrara es obra del destino y no quiero desaprovechar mi oportunidad.

Antes de que pueda decir una palabra tomo sus manos y las pongo en mis caderas mientras muevo mi cuerpo. Él no hace nada y hasta creo que se va a alejar pero al contrario, me pega mucho más a su cuerpo y ahora yo me quedo quieta hasta que él comienza a moverse. Y no lo hace nada mal.

Sonrío y levanto mi mirada.

—El doctorcito sabe bailar.

Él también sonríe y yo no tardo en pasar mis manos por su cuello eso parece hacerlo sonreír más y mi corazón se acelera de una manera tan estúpida que me daría vergüenza que él lo notase.

La Pasión Por EL Chocolate #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora