Capítulo tres

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El dolor de cabeza no era para nada el mismo que sentí al rodar por las escaleras, este era más parecido a una jaqueca

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El dolor de cabeza no era para nada el mismo que sentí al rodar por las escaleras, este era más parecido a una jaqueca. Abrí los ojos observando mí alrededor, incrédula mire la sala del hospital.

¿Fue tan mala mi caída? Suspire, Me recoste sobre mis codos observando el lugar, intente levantarme pero mi tobillo palpito, no era un dolor del otro mundo pero si molesto. Con cuidado me senté en la camilla y busque mis cosas con la mirada, debía salir de aquí pero ya. En eso Elena entra a la sala con un bolso en mano, al verme chilla y deja caer el bolso al suelo.

— ¡Idiota! ¡Me diste tremendo susto!

— ¿Qué pasó? —Pregunté confundida.

Ella se sentó a mi lado con una expresión de madre molesta.

—Caíste de las escaleras —Dijo en tono de reproche—. Ni siquiera entiendo como paso ¿Cómo caíste exactamente?

—No lo recuerdo bien —Dije negando con la cabeza—. ¿Me trajiste hasta el hospital?

—No me mires así, ¿Qué se suponía que hiciera? No te despertabas por lo que me preocupe de que te hayas lastimado la cabeza. Y déjame decirte que fue difícil conseguirte esta sala, pero unos tarados allá afuera te estaban mirando demasiado.

Miré mi alrededor, las paredes eran cortinas azules que se corrían al abrirlas. Intente bajarme un poco el vestido que se me había subido al acostarme, me rasque el cuello incomoda. 

—Quiero irme.

—No, todavía no te ha revisado ningún doctor.

No quiero ver a ningún Doctor, Lena está exagerando además odio los hospitales estar aquí me causa escalofríos. Desde pequeña tengo un problema con los hospitales, ya perdí la cuenta de las veces que mis padres me trajeron para coserme alguna parte del cuerpo debido a mi hiperactividad.

— ¡Me encuentro bien! No me duele nada.

Ella se cruzó de brazos, obviamente no estaba de acuerdo

—No.

—Mira, puedo moverme con normalidad —Murmuré agitando los brazos.

—No, Michaela.

Pasé mis manos por mi cabello estaba realmente cansada. Mi noche estaba arruinada, yo misma lo había arruinado, solo quiero dormir e intentar olvidarme de mi mala suerte por un rato.

—¿Qué traes en esa bolsa?

—Le pedí a Tami que trajera algo cómodo para ambas.

Tami es su compañera de cuarto, es una chica muy amable pero no me relaciono mucho con ella. Asentí con la cabeza e hice un amague para levantarme pero ella se interpuso.

—No vas a ir en ningún lado señorita.

— ¡Que me siento bien! Tráeme esa bolsa que voy a cambiarme para salir de aquí.

La Pasión Por EL Chocolate #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora