Ahora que lo pienso mejor esto no fue buena idea, para nada una buena idea.
¿En qué demonios estaba pensando?
Creo que el problema radica en que no lo estaba pensando.
Una idea vino a mi cabeza tan rápido que no pensé en las consecuencias. Si el auto se averiaba el Doctor no iba a tener de otra que quedarse conmigo en el Motel.
No pensé en eso como algo sexual... si no una excusa para poder conocerlo mejor, porque demonios es una oportunidad que no puedo desaprovechar.
Pero ahora parece un plan terrible.
Scott se acerca con una bolsa en la mano y la navaja que está en mi chaqueta se siente caliente, me siento culpable y tengo las razones suficientes para sentirme de esa forma.
Sonreí cuando entro al auto, no quería que notara mi nerviosismo.
— ¿Tienes sed?
Asentí con la cabeza.
La verdad tenía la garganta seca, pero por el suspenso y la ansiedad de saber como reaccionaría cuando notara que su auto no funciona... aunque si él tenia algo de suerte lo que corte no era la gran cosa.
Me entregó la bolsa y sin decir nada la abrí, adentro se encontraba dos botellas de agua y una bolsa de cheetos.
—Eres genial —Dije abriendo la botella.
Bebí una gran cantidad, sentí como el agua se derramaba por mi barbilla y luego suspire al sentir que mi garganta ya no se encontraba seca. Me relamí los labios y fije mi vista en Scott.
—Gracias Scott —Él negó con la cabeza algo aturdido y puso las llaves.
Oh Dios.
Intentó arrancar pero no funciono, el motor hizo una especie de ruido raro y él frunció el ceño.
— ¿Qué demonios?
Trague saliva cuando lo vi bajar del auto, gesto que imite.
— ¿Sabes de autos? —Pregunté, si él sabía algo de eso estaba perdida.
—No, pero quiero ver si hay algo que pueda hacer.
Apenas alzo el capo del auto un humo negro se expandió hacía arriba. Él comenzó a toser y cerró el capo como pudo.
—Mierda.
Mordí el interior de mi mejilla preocupada.
Nuevamente me pregunto ¿Qué demonios acabo de hacer?
—Debo llamar a una grúa.
—Suerte con eso, a mí el dueño de la Tienda me dijo que a esta hora no llegan vehículos por aquí.
Él no pareció oír mi comentario y marcó un número en su teléfono, me dio la espalda y comenzó a caminar para hablar. Yo me distraje en su espalda, solo un segundo ya que un trueno hizo que me percatara de que el tiempo estaba tremendo.
¡Muy bien! ¡Se avecina una tormenta!
Mi subconsciente no puede ser más sarcástico.
Veo que Scott vuelve con una cara de entierro y se nota que no consiguió una grúa.
—No vendrán hasta mañana.
Una leve esperanza se acumula en mi pecho.
—No podemos quedarnos aquí —Digo preocupada—. Una tormenta se avecina, estar dentro del auto no es seguro.
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La Pasión Por EL Chocolate #1
RomanceElla es Michaela Lancaster, una de las mejores tatuadoras de Los Angeles. Él es Ryan Scott, uno de los mejores médicos de Los Angeles. Ellos dos no tienen nada en común pero luego de una apuesta nuestro querido doctor se ve forzado a tatuarse el nom...