C18 UNA PIEZA DE BAILE

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El príncipe Kit estaba impaciente. Su postura parecía incómoda para cualquiera, pues permanecía plantado en el mismo lugar y erguido con orgullo.

Muchas bellezas se acercaron a él para tentarlo y si fueran otras circunstancias, él seguramente las seguiría. Sin embargo, había algo dentro de su ser que le impedía deleitarse con la vista, y es que aún no lograba ver llegar a Annie.

Algo no está bien en el ambiente, pensó Kit.

Su plan era irse del lugar de inmediato, pero una gran piedra se interpuso en el camino.

— Charles...— habló la reina Claire. Llamando intencionalmente la atención de todas las personas que se encontraban muy cerca de ellos.

El rey miró a su esposa sin mucho interés antes de preguntar: — ¿Qué sucede, mujer? —.

La reina penetro el alma del rey Charles con los ojos, y con una voz sumisa pero cargada de segundas intenciones dijo — ¿No crees que ya es hora de que 'nuestro hijo', el príncipe Kit abra el baile? Las damas están impacientes y los caballeros se ponen cada vez más idos con el vino. Sería una vergüenza que los invitados se vayan insatisfechos de un baile real ¿Cuál es la finalidad de llamarlo baile si no hay personas bailando? Además, 'nuestro hijo' parece estar igual de impaciente por bailar en su cumpleaños, ¿no es así?—.

Kit abrió la boca y pronto la cerró.

El rey lo había silenciado con un movimiento silencioso de manos. Después de eso, procedió a examinar el gran salón, y efectivamente, nadie parecía divertirse a excepción de las dos mocosas que la dama Tremaine había traído consigo. Charles no pudo censurar la media sonrisa que se formó en su boca, disfrutando la escena, cuando observo a ese par de chicas pelear 'discretamente' por un bocadillo.

—Tu madre tiene razón. Elige a una dama y abre el baile— dijo el rey, sin dar paso a la negociación.

— Con todo respeto, padre. Estoy esperando a alguien. A mi pareja para ser exactos—.

—Si la esperas, significa que no ha llegado al baile, y el resto de tus invitados no tienen la culpa de eso. Solo es un baile, elige otra dama y asunto resuelto, no es como si fueras a contraer nupcias con la joven elegida—.

— Padre... — Kit intentó protestar.

— ¡Suficiente! — volvió a silenciarlo el rey.

Kit lo maldijo entre dientes.

— Si no lo haces tú, lo haré yo. Elegiré a la mujer y bailaras con ella así te tenga que guiar yo mismo — sentenció su padre.

La mirada del rey siquiera viajó para ver a las bellezas, pues apenas terminó de hablar, la reina se adelantó a la selección.

— Sí mi señor me lo permite. Me he tomado el atrevimiento de elegir a la mejor cándida para un baile placentero, no sólo para el príncipe sino también para la audiencia. Mi señor, la belleza de la joven no es un juego, incluso me atrevo a confesar que al verla me pongo celosa—.

— En cuanto al cumplido, seré yo quien lo confirme. Habla ahora, ¿Quién es la joven que te hizo hablar tan audazmente hoy? Sin esperar mi decisión — dijo el rey con un tono de advertencia, como diciendo: "no hables si no te lo pido".

Kit también tenía curiosidad de saber quién era la dichosa joven porque la mirada de su madrastra no era de meras buenas intenciones. Nunca lo era.

Con un movimiento de mano, el siervo a un lado de la reina se dirigió hacia la joven.

Kit siguió con la mirada al hombre y se encontró mirando a una joven que permanecía de espaldas, con un escultural cuerpo y vestido fino de color azul. En esas circunstancias no la reconocería, y sin embargo, el cabello delató a la joven. Kit sólo conocía a una mujer que tenía ese tipo de hebras y color. Para kit siempre eran los mismos colores naturales de cabello... Y luego estaban los colores Tremaine. El azabache de Griselda, el castaño de Annie y el rubio de Ella.

LEGACY: Las Hermanas TremaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora