C41 BEBÉ

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El cielo estaba claro y puro. En el castillo del rey era hora de la comida. Una gran mesa y platillos de todo tipo se presentaban frente al rey sus tres invitados: Hans, Griselda y Annie.

Lo mejor, obviamente era para el rey, aunque era compartido con Annie, pero ella no acostumbraba a comer tanto como él o su hermana y Hans. Annie no tenía apetito para eso desde que se enteró de que Ella había huido con Víctor estando embarazada frente a las narices de Kit ¡Era un hecho sin precedentes! Aunque la razón principal de esta falta de hambre era el pensar en los días de necesidad que deben estar pasando este par al haber escapado sin mucho, ya que las joyas que se llevó Ella del castillo se cuentan con las manos y Víctor se había fugado directamente de la celda, así que no llevaban gran cosa cuando huyeron.

Annie jugó un poco con su comida pero al final solo soltó un gran suspiro y dejó de comer.

Desde hace un rato que Kit la estaba observando, también Hans y Griselda, no obstante solo Kit abrió la boca para decir: — Come un poco más, no has comido bien estos meses —.

— Yo... Yo no tengo apetito —.

Kit terminó de masticar un pedazo de carne que tenía en la boca y corrió a Griselda y Hans: — Fuera— les dijo. Griselda obedeció a regañadientes, tirando la servilleta sobre la mesa.

— ¿Qué sucede? Si hay algo que te esté molestando, solo tienes que decírmelo, ¡Ah! — dijo él, tomando la mano más cercana de Annie. Sobando con cariño y ternura los nudillos, sintiendo esas lastimadas manos por trabajar en el pasado y recordando lo delicadas que eran. Annie retiró la mano, juntándolas en su regazo. Curiosamente, a Annie ya no le gustaba que tocara sus manos debido a esa sensación áspera que ahora tenían. Además, desvió la mirada.

Kit, al notar esta reacción se molestó pero no dijo nada.

Hubo un silencio sepulcral en el comedor hasta que Kit volvió a hablar.

— ¿Estas enojada? ¿Sucede eso, estás enojada conmigo? —.

— No es eso... Sólo... No me siento bien —.

Kit frunció el ceño. — Está bien — dijo antes de levantarse para salir del comedor. No dio ni un paso cuando Annie lo detuvo aferrándose a su manga.

— Kit — dijo ella. Él no contestó, solo la miró un rato antes de que ella se acercara inapropiadamente a él, capturando su brazo y recargando la cabeza en su hombro. — Cinderella se ha ido. Casémonos —.

A veces no decimos lo que planeamos decir por qué no queremos lastimar o provocar a las personas. Ese es el caso de Annie, quería decirle a Kit que se sentía incómoda con la idea de una buena cama y comida todos los días cuando Cinderella estaba afuera quién sabe dónde, pero terminó diciendo algo diferente.

Kit la sondeo. No creía que Annie le pediría eso viendo la situación, sin embargo, tuvo tacto al decir: — Nada me haría más feliz en esta vida, que casarme finalmente contigo, pero aún no podemos casarnos. Primero debo divorciarme de Ella y para eso ella tiene que estar aquí. Así que, primero debo encontrarla —.

A pesar de que eso no era lo que Annie planeaba decir al inicio, cuando Kit le dio esa excusa tan pobre se molestó con él. Lo soltó, su ceño fruncido. — Tú sabes dónde está ¿Por qué retrasas las cosas? Sólo traerla de vuelta y divórciate ¿Por qué juegas así conmigo? ¿No he sido lo suficientemente paciente? ¡Ella lleva meses fuera! ¡Sólo tráela de regreso y divórciate para que podamos casarnos! —.

No era la primera vez que Annie le hacía una rabieta, aunque Kit notaba como cada vez sus rabietas aumentaban de nivel. Hasta cierto punto se volvían chantajes, órdenes y persuasión.

LEGACY: Las Hermanas TremaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora