C28 FORASTEROS

1.7K 183 17
                                    

Es muy gracioso el destino, quizá sí, un poco crudo, pero no deja de ser gracioso.

Hace unas horas la Mansión Tremaine se había quemado hasta los cimientos y curiosamente media hora después de que, finalmente, el incendio fuera controlado, llegó un dictado real en el que se destituyó del título a Lady Tremaine y sus hijas, y a su vez, se les confiscó la propiedad.

Un momento muy incómodo para todos. Sobre todo cuando Lady Randall se echó a reír como una loca.

A la mujer que recién había dado a luz le parecía un chiste bien contado digno de la risa mientras que por dentro lloraba sangre.

¡Simplemente gracioso!

Y ahora solo quedaban dos Tremaine... El apellido, con todo su honor y prestigio se había ido a la basura hace dos días. Ahora solo quedaban dos simples damas, una soltera y vieja para la época y la otra casada y con un hijo de dudosa procedencia.

[♦]

Anastasia dormía, con sus ojos hinchados y una esencia melancólica cuando Griselda la vio.

— Por lo menos murió en su casa— murmuró Lady Randall.

Hans frunció el ceño. — ¿Dijiste algo?— preguntó.

Ella no contestó.

Hubo otro segundo silencioso antes de que la voz de Griselda fuera lo único que decoraba el carruaje — Solía odiar a mi madre y a mi padre... los odiaba tanto, los odiaba hasta vomitar. Una vez me enferme por eso. Ella siempre tan correcta y él siempre cayendo bajo... supongo que eso fue lo único que logré tomar de él. ¿Tú qué opinas? —.

Una sonrisa amarga en el rostro de Griselda.

Hans no contestó.

—... Ahora ambos están muerto y mi hogar se volvió cenizas...—.

— Tu hogar es en Essex... — interrumpió Hans.

Griselda de inmediato lo corrigió. — Un hogar es donde puedes ser tú mismo... no donde los sirvientes miran a los amos sobre el hombro —.

— ¿Cuando...?—.

— Cuando tú no miras, por supuesto... —.

El leve quejido de un bebé separó sus miradas. Griselda miró con carente ternura al pequeño en brazos. A pesar de que no hace mucho lo había dado a luz no lo quería tanto como una madre suele querer a su criatura. Para Griselda solo era una pequeña parte de ella y en su corazón ocupaba menos de un octavo en ese diminuto porcentaje de amor que tenía para las personas que apreciaba.

— Este niño no es tuyo...— dijo Griselda, mirando a los ojos a el supuesto padre.

— Lo es... mientras tú no digas lo contrario en público — contestó Hans.

— Eso dices ahora, pero si el niño se vuelve molesto para tu paciencia... —.

— Sigue siendo mío — la interrumpió.

— No pienso agradecértelo hoy, ni nunca — advirtió Griselda.

— No lo hago con esa intención. Realmente aprecio al niño —.

—... Lo has jurado —.

— Lo juro de nuevo —.

Desde entonces y hasta el final de ambos, para el mundo, el pequeño de nombre Luis, un personaje importante en los futuros libros de historia, era el hijo de Hans.

Después de llegar a la mansión Randall, Annie no espero mucho tiempo antes de encerrarse en la habitación que le correspondía. Después de entrar no había forma de sacarla de ahí.

LEGACY: Las Hermanas TremaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora