EPÍLOGO. SE CIERRA EL TELÓN

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El invierno ha terminado y los residuos de nieve se han descongelado.

Han pasado un año y Kit aún me atormenta por medio de las niñas.

Ellas se parecen tanto a él y mi único hijo es tan yo. ¿No es eso irónico?

Mis hijas jamás lograrán sentarse por mérito propio en el trono y todos me toleran solo porque soy la madre de este niño tan codiciado. El rey.

Mientras tomo el té los miró jugar en el jardín y me recuerda tanto a mí cuando era pequeña. Cuando corría entre los árboles... Mi primer beso.

Siempre pienso en cómo habría terminado todo esto si yo hubiese aceptado a Hans. Quizá mi vida sería mucho más sencilla. Griselda fácilmente hubiera conseguido a alguien aunque estuviera embarazada de Kit... Mi madre seguiría con vida. ¿Cuánto no perdí con Kit?

Recuerdo que una vez baje a los calabozos sin decirle a Kit y hablé con Ella. Quería pedirle perdón pero ella me dijo que no había nada que ella pudiera perdonar, "el verdadero enemigo es uno mismo. Todos tenemos la culpa de todo. Dios nos dio caminos por separado, pero nosotros fuimos muy tercos y seguimos caminando en la dirección contraria."

En aquel entonces no la tomé muy enserio aunque tenía razón. Varias veces tuve la oportunidad de alejarme, pero seguí insistiendo. Todo fue mi culpa, pero no me arrepiento de nada, porque gracias a todo eso ahora tengo a mis hermosos hijos. Incluso Anthony.

Y por ahora, mi única meta en la vida es lograr que vivan en armonía. Quién sabe, quizá mañana aparezca alguien que le guste a dos de mis hijas y terminen repitiendo un patrón. Dios quiera que no.

— Su alteza — escucho detrás de mí. Me giro un poco para ver al joven Leon. ¿Cómo es que él sigue conmigo a pesar de todo? Quizá nunca lo sabré, de todas formas lo aprecio.

— ¿Qué sucede? — le pregunto volviendo la mirada en dirección a mis hijas.

— Alguien ha pedido una audiencia con la reina, aunque puede ser que la reina está más interesada en el encuentro que el mismo visitante...— dijo Leon. Llamando mi atención.

— ¿Es así? Pues veamos quien es la visita tan esperada — dije mientras seguía a Leon, quien me guio hasta una sala privada, la menos concurrida por los sirvientes para ser exacta. Cerrando después de que yo entré.

En la sala había una figura de espaldas. Al parecer un hombre algo alto, un poco canoso, con el cabello pelirrojo y chinos rebeldes, cortos por arriba y aún más cortos por atrás y los lados. Solo cuando se dio la vuelta me di cuenta de que este cuerpo era el de una mujer.

— Esa ropa es de hombre... — le dije.

— Lo sé — dijo Megan antes de desparramarse en el sofá en una posición perezosa.

— Yoo... — balbuce y reí nerviosa. Desde hace mucho tiempo me dije que si la volvía a encontrar le preguntaría sobre muchas cosas, pero ahora que la tengo enfrente simplemente las preguntas no se forman en mi cabeza. — ¿No eres demasiado joven como para tener canas? — brome.

— Aun me resulta bárbaro que hayas pasado tanto tiempo con Griselda y no te haya salido ni una. ¡Dios! ¡Esa mujer te consume la vida! —.

— Yo también estoy aquí — dijo una tercera voz. Era Griselda.

En su momento, Kit me había dicho que había acabado con mi hermana, ahora que la tenía enfrente, no pude evitarlo. Me desmaye.

Cuando desperté y miré por la ventana me di cuenta de que había perdido mucho tiempo desmayada. Maldije por dentro. Por qué para que Leon me trajera a un lugar tan poco concurrido, significaba que las había metido en secreto en el castillo, ya que después de todo se supone que ambas han muerto a manos de Kit desde ese día.

LEGACY: Las Hermanas TremaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora