C32 GANÁNDOSE EL FAVOR DE LA REINA

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Era un día frio de invierno, la reina Clare, como lo hacía habitualmente durante las mañanas antes de la hora del té, salió a rezar a sus santos acompañada de unas cuantas doncellas de compañía que le eran fieles.

La capilla estaba llena de voces femeninas que rezaban a sus santos, y las mujeres eran ajenas a la nube oscura que se avecinaba.

El hierro brillaba bajo la tenue luz de la madrugada. Un hombre encapuchado se acercaba con pasos de gato, sigilosos, silenciosos.

De pronto, la reina Clare se levantó y dio la vuelta. Su garganta se encontró directamente con un objeto punzante. No obstante, solo una pequeña gota roja escurrió desde su garganta hasta los senos.

Sudor frío se desplazaba por toda su frente. Ella estaba petrificada.

Estás damas de compañía inútiles en momentos de crisis no lo pensaron bien, una salió corriendo y antes de dar el cuarto paso su garganta se abrió, pues había un segundo encapuchado, quien no se conformó con eso y terminó matando al resto de las damas.

El olor a sangre rápidamente fue impregnado en la habitación.

—...— La reina abrió la boca para intentar manipular a este par de extraños con el fin de sobrevivir, pero le era imposible. ¡No salió nada de su boca!

La punta de esa daga se incrustó un poco más en su garganta, y gracias a esa tortura logró sacar palabras de su boca.

— ¿Quién te envío? ¿El príncipe? ¿No es demasiado barato?—.

—...— el hombre no hablo, sólo se podía ver levemente el cómo su entrecejo se unía.

— ¿Matas a una reina por tres monedas, que tal matar a un príncipe por diez veces eso?— intentó persuadirlo.

La daga se pegó más a su carne. El dolor era punzante.

[♦]

Megan odiaba esta misión dada por su padre. Hace unos meses era una "Lady Caballero indomable" que no se peinaba, jugaba luchas y no tendía su cama o cosía cualquier mugrerío. Ahora era una sirvienta que limpiaba mugre, cocinaba y sonreía con gracia pese a que por dentro solo tenía amargura debido a lo asfixiante de los vestidos.

Por las noches soñaba con asfixiar a la reina y a todos los enemigos que debían ser desechados para luego despertar y tener que ver la cara de esas despreciables personas doradas, pretendiendo que no soñó lo que soñó.

Además, el ama de llaves de todo el castillo era una arpía despiadada de piernas flacas y un ojo desviado. A veces, Megan no sabía a qué ojo mirar. Agregando que esa repugnante anciana la hacía trabajar de más, hoy, por ejemplo; le había puesto a mover ropa inútil de un lado a otro. ¡Esa ropa si quiera servía, estaba destinada a ser usada como trapos de cocina!

— Estúpida vieja, con sus estúpidos métodos de tortuga y sus estúpidas ideas — murmuraba Megan en Gaélico.

Llegó a los lavabos y ahí tiro todo de mala gana. Era casi la hora del té y ella debía ayudar a las cocineras con eso.

Dio varias vueltas antes de ir a entregar el té a la reina Clare. La bandeja era de plata, la tetera y las tacitas de porcelana pura y las galletas de vainilla.

Llegando a la puerta de la reina saco todo el resentimiento en su corazón con un suspiro antes de tocar la puerta.

"toc, toc"

Nadie contestó.

"Toc, toc"

Nadie contestó.

Fue entonces que Megan habló: — Su majestad, es la hora del té —.

De nuevo no hubo respuesta.

Megan tomó el pomo de la puerta y abrió con sigilo para cerciorarse de que no había ni un alma dentro. Después de eso, se dirigió a la capilla donde la reina suele rezar.

Uno, dos, tres pasos... ¡Algo anda mal!

La pelirroja se dio cuenta de inmediato al ver el reflejo de un cadáver a través de uno de los espejos de la pequeña capilla.

Sus ojos se achinaron y miraron a través de algunos orificios que adornaban una pared que dividía el pasillo de la habitación donde se encontraban las estatuillas de los santos.

Los ojos de la reina enfocaron en ella, y Megan respondió con una mirada.

De pronto, se escuchó una bandeja caer. Todos miraron hacia atrás, pero solo dos de ellos se acercaron al pasillo y gritos ahogados se escucharon mientras dos cuerpos caían.

Solo eran cuatro intrusos y dos de ellos habían muerto, la sangre que escurría por la espada que Megan había robado de uno de ellos era una prueba irrefutable. Esa misma espada creó un pequeño charco junto a ella.

Los ojos de uno de ellos se abrieron como platos, entrando en pánico.

— ¿Qué estás esperando? ¡MATA A ESA PERRA ENTROMETIDA! — grito el líder.

De la boca de Megan solo salieron palabras en gaélico: — Los cerdos quieren matar al humano, ¿Acaso eso es natural?— se burló.

La reina al ser escocesa comprendió la oración y una risita salió de su boca.

El líder la fulminó con la mirada y en ese instante, su compañero había muerto. Ahora sólo quedaba él. Megan se adelantó pero no fue suficiente, él alcanzó a desenfundar su espada, de pronto, dos bestias con espadas estaban luchando. La fémina se había convertido en todo un hombre en el arte de la lucha con espadas.

La batalla parecía no tener fin hasta que en un descuido la cabeza de Megan recibió un jarrón. Desorientando a Megan por completo.

Y él enemigo, aprovechando su confusión, escapó. Mientras Megan se desplomaba en el suelo con vista desenfocada.

Murmurando groserías en gaélico escocés. Maldiciendo al extraño.

Ese fue el día en el que Megan se ganó el favor de la reina y el día que Megan y Annie pelearon por primera vez.

— ¡¿Tienes mierda en la cabeza?! ¿Cómo se te ocurre algo así? Contratar a un tipo para que juegue semejante papel ¡Puede haber muerto, carajo! —.

— Oh vamos, no te menosprecies. Eres diez veces más hombre que cualquiera —bromeo Annie.

— ¡Arghh! — gruño Megan. — ¿Por qué no me lo dijiste? — pregunto ahora más calmada.

— Si te lo hubiese dicho, ¿lo habrías hecho bien sin echarlo a perder? Tú no eres muy buena fingiendo, a veces exageras —.

—...— Megan Frunció el ceño e inconscientemente hizo un puchero.

— Como sea — hablo de nuevo Annie. — Ahora que la reina te ha notado, por supuesto que dejaras de ser una sirvienta y te convertirás en su mano derecha. Oficialmente ya no tendrás que fregar pisos... ¿eso no es bueno? —.

— ¡Maldición, si!... pero ¿Qué pasará contigo? si empiezo a juntarme con la reina, ¿no sería imposible volver a cruzarnos?—.

— Aun tengo otro plan para ganar el favor. Puede que tanto la reina como Ella saben de mi cara pero no me han visto por aquí. Y de todas las opciones, será mucho mejor ganarme a Ella —.

— ¿En serio? ¿A Ella? ¡Ella te odia! ¡Cualquier ser humano odiaría al soplón de sus crímenes! —.

— Puede ser... pero si eso no funciona, siempre puedo usar un plan alternativo —.

LEGACY: Las Hermanas TremaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora