C33 EL ENCUENTRO DE DOS PERSONAS

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El grupo de arpías salieron de los ojos de Annie no mucho después de soltar varias burlas. Reían como un montón de hurracas mientras Annie trataba de no estallar en cólera. Sus dientes tiritaban, ya estaban en invierno y los copos de nieve eran visibles de vez en cuando, y sin embargo ¡ese montón de mujeres despiadadas le lanzaron agua fría!

Annie había soportado de forma colosal los abusos desde que llego aquí, todo por el bien de su meta. Se supone que Megan se estaba moviendo con la reina para averiguar más secretos con los cuales podría sacarla del mapa pero era una tarea rigurosa. Megan no solo tenía que pasar desapercibida por la reina cuando enviaba los mensajes a Annie sino que también debía tratar decodificar los secretos de Clare, pues la confianza que se ganó no era la suficiente como para decirle todo libremente.

La castaña ya no lo soportaba más. Reprimiéndose a sí misma. ¡¿No habías dicho que nadie te vería la cara?! ¡¿No habías dicho que te ocuparás de ellas?! Llevas un tiempo aquí y lo único que has hecho bien es lavar hasta dejar tus manos entumecidas y agachar la cabeza. A este paso ¿cuándo se supone que verás desde arriba a los que te miraron hacia abajo?

Con todo eso en mente y sabiendo perfectamente a qué hora y por qué lugar aparecía Kit, se fue con esa imagen lamentable para finalmente dejarse ver por él.

[♦]

Kit desmontó de su caballo. Había salido a cazar para despejar su mente debido a que los recientes mensajes de Sissi no le dejaban dormir.

La joven francesa le había informado de que la princesa Ella estaba embarazada, por obviedad, ese niño podía ser y no ser suyo, aunque eso era lo de menos. El punto más importante y que lo mantenía despierto de noche era que si Ella daba a luz a un niño él ganaría más a su favor, en cambio, sí era una niña solo sería un estorbo, y lo que era peor, si no se le parecía seria el hazme reír y podría perder poder. Con todo eso quizá lo mejor sería que no naciera. Por otro lado, estaba la cuestión de Annie. Desde que se fue a las tierras altas sus guardias no la han podido encontrar. Kit temía que algo le haya pasado.

Perdido en esos pensamientos, sin darse cuenta chocó con una pequeña figura que se balanceo un poco antes de ser sostenida por él.

Kit la sostuvo de los hombros para que no escapara, una sirvienta que no podía siquiera leer el ambiente y evitar chocar con él no servía en este palacio. Planeaba reprenderla pero las palabras se atoraron en su garganta al ver de quien se trataba.

Annie estaba frente él, con una figura lamentable y más delgada. Sus labios azulados por el frío, sus dientes tiritaban ¡¿y cómo no?! Ella estaba empapada de agua maloliente con este frio infernal. Sus ojos estaban cristalinos y unas lágrimas escapaban.

¡La habían intimidado!

— Annie — murmuró antes de abrazarla sin importar el mal olor de su ropa.

De inmediato puso su capa sobre ella y después la abrazo de nuevo. La abrazó como a algo precioso. Acariciando su cabeza para confortarla. Annie era más pequeña en estatura que él, por lo que se tuvo que encorvar un poco y ella con dificultad puso la barbilla en su hombro. Llorando amargamente.

— He enviado hombres a buscarte y apareces frente a mí. Que tan dichoso soy —.

Ya en la habitación de Kit. El corazón del príncipe se endulzó aún más. Annie estaba limpia y con un vestido nuevo, siendo guiada por él a su chimenea para que tomara calor. Cubriéndola con una manta y sentándola en un sofá mientras él tomaba el otro, no sin antes cortar por completo la distancia de ambos muebles.

Con dulzura tocó su mano, transmitiendo el amor a través de ella. La mirada que Annie le dio calentó su corazón. Hace mucho que no se encontraban tan íntimamente... Es de esperar que los sentimientos de Kit estén tan movido, sin embargo, tenía que saber la verdad de porque ella estaba aquí. Alguna razón debía tener.

LEGACY: Las Hermanas TremaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora