C19 DEBIL

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Habían pasado más de tres meses desde el baile de cumpleaños del príncipe Kit y varías cosas habían cambiado en la mansión Tremaine sin que Annie estuviera consciente de ello.

Nadie la culpaba, ya que su salud últimamente subía y bajaba repentinamente sin razón aparente. Ni los mejores médicos eran capaces de averiguar qué es lo que sucedía con su salud. Siempre se encontraba demasiado cansada y somnolienta durante el día.

Durante todo ese transcurso, su querida hermana Griselda había estado a su lado para hacerle compañía. Eso fue lo que fortaleció la relación pérdida entre ambas. Por otro lado, Hans inventaba cualquier excusa que lo mantuviera lejos de la mansión. Sólo Griselda sabía la razón.

Los cambios de los que Annie no sabía era que Ella ya no se encontraba viviendo o trabajando en la mansión. Ahora, Cinderella era una dama de la corte, una dama de compañía de la reina Claire, para ser exactos. Por lo tanto, Ella vivía en el castillo.

Griselda entro como cada mañana, con una bandeja con té, y lo puso sobre el buró junto a la cama. Annie estaba sentada en la cama, con la espalda sobre el respaldo, observando la luz que se filtraba por la ventana... La poca luz que los médicos le permitían tener.

Su corazón de repente se sintió muy pesado, extrañaba estar afuera y sentir el calor proporcionado por el sol.

Griselda se dio cuenta del anhelo en sus ojos y la razón, y sin embargo, no se retractó en sus acciones.

— Deberías beber el té antes de que se enfríe —.

De la nada, una débil voz salió como un susurro — Quiero salir —.

— No puedes — de inmediato se lo negó Griselda.

— ¿Nadie ha querido verme? — preguntó con tristeza mirando hacia arriba a Griselda.

Algo en su corazón le hacía creer que Kit se encontraba ahora mismo buscándola, queriendo verla.

La pelinegra no dudo al responder con un: — No. ¿Esperas a alguien en especial?—.

Annie dejo salir otro suspiro de los muchos que había soltado ese día.

— Ya deja de pensar en cosas innecesarias. Mejor descansa — ordenó Griselda mientras tomaba la taza de té para dársela a Annie en las manos.

La castaña se bebió todo el té, más por obligación que por gusto.

Después de un rato, Annie volvió a dormir y Griselda estuvo ahí para cubrirla.

— Lo siento — Murmuró ella mientras lo hacía.

Una vez que terminó, sirvió en la misma taza lo que sobró del té. No más de un cuarto de taza. Beso a su hermana en la frente y salió.

Todavía no daba un paso fuera de la puerta cuando se encontró frente a frente con Hans.

— Deja de hacer eso — le pido él.

— ¿Hacer qué? — pregunto ella elevando una ceja, haciendo la desentendida.

— Deja de jugar al suspenso conmigo — se molestó él. — ¿Sabes los efectos secundarios que tiene ese somnífero, siquiera? Terminarás matándola —.

— Ella no morirá por dormir un poco —.

— ¡No duerme un poco! ¡La haces dormir días! ¿Ya consideraste su corazón? ¿Sus deseos? Ella quiere salir de ese cuarto. Cualquiera se volvería loco después de pasar todo el tiempo en cuatro paredes —.

— Entonces deberías conseguirle un bonito cuadro para alegrar su gris corazón — se burló ella.

— ¡Tu! ¡No lo puedo creer! ¿Esa es tu manera de protegerla? ¡Tú método apesta!—.

LEGACY: Las Hermanas TremaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora