C15 EL VESTIDO

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El vestido era perfecto y sencillo, de tono rosa pastel con listones blancos. A Cinderella le hubiese gustado uno de color morado, verde o incluso azul, pero Annie sólo le había traído varias tonalidades de colores inocentes, como rosa y blanco.

— Da otra vuelta — le pidió Annie y Ella obedeció, giró tres veces como si fuera una bailarina. — El vestido es precioso, realmente tienes talento para la costura— le dijo Annie.

— Gracias, pero no puedo tomar todo el crédito, Mary me ayudó mucho en la costura... ¿Estás segura de que tu madre me dejara ir? —.

— Mi madre es justa, no puede dejarte encerrada y no lo hará. La invitación está abierta y cualquiera con un vestido decente puede ir—.

— Hace dos días vi al príncipe Kit... — dijo Ella, notando que tan pronto mencionó el nombre, los ojos de Annie se iluminaron.

— ¿Y... qué pasó? —preguntó Annie con una sonrisa.

Cinderella no ocultó su confusión y preguntó — ¿No vino a verte? —.

Annie agacho la cabeza — No—contestó nerviosa. — Desde que recibí la invitación no a venido a verme... ¿Dónde lo viste? —.

Al notar la tristeza en los ojos de Annie, se golpeó psicológicamente la boca.

— No te preocupes... a lo mejor no era él. Después de todo, solo lo vi de lejos—.

— Si. Quizá es así...—.

—Dime algo — dijo Ella sentándose a un lado de Annie — ¿A ti te gusta él? ¿Te gusta como las mujeres a los hombres o como un amigo? —.

El rojo vivo adorno el rostro de su hermana, acompañado de una sonrisa tímida. — Sí, él me gusta de la primera forma— contestó.

—Ya veo... pero, ¿qué tanto lo conoces? ¿Ya te contó sobre sus aventuras juveniles? —.

— ¿Por qué me haces esas preguntas? — cuestiono Annie, quien aunque por fuera se veía tranquila, por dentro se encontraba alarmada. — ¿Acaso te dijo algo? ¿Él te hizo algo?... — dejó un silencio antes de hacer otra pregunta. — ¿sabes algo sobre él, de lo cual no debo enterarme? —.

— ¿Por qué te pones así?... ¡Claro que no! no es nada de eso, es solo que me preocupa que lo idealices erróneamente. Es común que las mujeres hagamos eso: nos imaginamos un hombre guapo, poderoso y educado pero cuando lo conocemos en persona, o nos casamos, los hombres se convierten en bestias... solo eso, no tienes que alterarte — bromeo Ella.

Annie rio con tensión en su voz. De alguna manera, las palabras de Ella le habían devuelto de golpe todo lo que su hermana Griselda había dicho de Kit cuando la fue a visitar en Essex.

¡... es imposible! Ningún hombre puede ser tan distinto después del matrimonio, pensó Annie.

A la mañana siguiente, todo era alegría y felicidad en la mansión Tremaine. El dichoso día del baile estaba a horas de iniciar. Nada podía alterar su maravilloso estado de ánimo, así lo afirmo Ella.

Lamentablemente no fue así, pocos minutos después del almuerzo se escuchó la llegada de un carruaje desconocido.

— ¿Quién es? — se preguntó Griselda asomándose por la ventana.

—Tus primas— se limitó a decir su madre antes de soltar un suspiro lleno de fastidio, luego dio órdenes a Ella para que las recibiera mientras Griselda se quejaba de lo desagradable que es convivir con un par de ratas feas como lo eran sus primas.

Cinderella se acomodó el vestido y espero a que el mozo abriera la puerta para recibir a las dichosas sobrinas de Lady Tremaine.

Sus ojos saltaron de la sorpresa cuando la puerta se abrió bruscamente desde adentro, golpeado la cara y mano del pobre mozo que no pudo hacer otra cosa que lamentarse en silencio.

LEGACY: Las Hermanas TremaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora