C44 LOS NIÑOS

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Megan tomó un atajo al paradero de Griselda, llegando a tiempo como para dar la advertencia pero no como para ayudarlos a salir. Viéndose en esas circunstancias, tuvo que pensar rápido. Tomo al niño y busco la manera de salir de la residencia de los Randall.

Griselda, al ver que la personita más importante de su familia estaba a salvo, se tranquilizó y aceptó su destino al igual que Hans. Ambos se entregaron sin mostrar una pizca de resistencia.

El calabozo del castillo vuelve a llenarse de "vida" cuando una mujer de la alta sociedad y una belleza impecable es puesta en uno de sus repulsivos y malolientes cuartos. Por otro lado, su marido es directamente sentenciado al exilio en una isla remota en donde será vigilado las 24 horas del día hasta el fin de sus días sin poder interactuar con nadie y encerrado en una jaula a merced de sus carceleros.

Volviendo a los calabozos.

Griselda, pese a estar en un lugar tan desagradable y maloliente por sus crímenes, seguía pareciendo digna e inocente. Estaba sentada en una silla de madera mientras que Kit se sentó en otra, frente a ella, con una mesa que los distanciaba, y Adam custodiando la puerta desde adentro. Una mujer tan bella como Griselda, con su espalda recta y mentón arriba, no encajaba con el ambiente.

Kit estuvo mirándola un buen rato antes de finalmente pronunciar palabras: —En memoria de nuestra "amistad" confiesa ahora y prometo que aun conservaras tu vida y extremidades — dijo y finalizó con una sonrisa.

— Mmh, que generoso de tu parte — Ella levantó una ceja. — Pero nunca hubo algo como una amistad entre nosotros, así que ¿por qué debería creerte? —.

— Si lo que había entre nosotros no era una amistad, entonces ¿cómo debería llamar a nuestra relación? —.

— No hay nada entre nosotros. Nunca lo hubo — ella siguió firme.

— La existencia de nuestro hijo dice lo contrario —.

La sonrisa de Griselda se volvió más amplia y distorsionada. Se acercó lentamente, levantándose de la silla y extendiendo las manos y brazos en una posición dominante. Una aura fría y siniestra se extendió de sus ojos a todo el cuerpo cubriendo como un manto de hielo y espinas al rey. Kit, en el pasado había presenciado una versión ligera de esos ojos fríos como cuchillas pero jamás pensó que las cuchillas pueden volverse más filosas y grandes como una espada de caballero. Entonces, ella habló: — ¿Nuestro hijo? no, estás equivocado. Él no es tuyo ni de nadie, ese hijo es solo mío. Yo soy su madre y su única familia —.

Kit hizo una sonrisa que no es una sonrisa. Estaba molesto consigo mismo por dejarse intimidar por alguien tan insignificante como Griselda. Entonces decidió aplicar presión para sacarle toda la confesión, aunque realmente no la necesitaba, con un chasquido de dedos puede manipular todo para que su cabeza sea separada de su cuerpo al final del día, aun así él deseaba escuchar la verdad de sus labios.

— Viendo que no quieres cooperar, entonces no me culpes por ser despiadado —.

— ¿Enserio? — Griselda se burló recargando su codo en la mesa y poniendo su barbilla en el dorso de la mano con una sonrisa llena de sorna. — ¿y qué harás? Cuéntame un poco —.

El hecho de que Griselda lo retara enfureció aún más a Kit, quien sin pensarlo soltó: — Lo primero que haré será deshacerme de "tu hijo". No sé, incluso puedo obligarte a que lo comas antes de cortarte la cabeza —.

— Suponiendo que lo encuentres — dijo Griselda con una sonrisa triunfal.

— No necesito encontrarlo, ya lo tengo conmigo —.

En cuanto Kit hubo terminado la oración todo el calabozo fue adornado con una risa contagiosa y sarcástica.

— Lo siento, lo siento... ja,ja,ja —decía Griselda, aun luchando con su risa. Sosteniendo su estómago.

LEGACY: Las Hermanas TremaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora