Capítulo Uno

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-Milagros, cariño ¿Estas lista? -Preguntaba mi madre desde la puerta de mi habitación-

Martha se encontraba conmigo, ayudándome a colocarme ese molesto corset que tenia que portar siempre debajo de la ropa.
Mamá entró y ordenó a Martha que se retirara, ahora ella me ayudaría.

-Quita esa cara -Dijo mi madre al verme- Deberías estar feliz y sobre todo agradecida con el hijo de los Miller por aceptar ser tu esposo.

Así es, mis padres habían acordado con la familia Miller, otra de las más prestigiosas familias del lugar, que su hijo y yo contrajéramos matrimonio, uniendo nuestros bienes para ser una misma familia y ser respetada por las personas por todos los millones que poseíamos.

-¿Por qué tengo que hacerlo? Ni siquiera lo conozco ni él a mi, no sabemos si no agradaremos el uno al otro -Respondí mientras mi madre subía el cierre de mi vestido-

-Es por eso que hoy cenaremos con ellos, para formalizar el compromiso y puedan conocerse.

-No quiero, no quiero casarme con un desconocido ¿Acaso no les importo? -Dije un poco molesta-

-Por supuesto que nos importas, es por eso que lo hacemos. Todo lo hacemos por ti, para que puedas tener lo que desees y tengas una vida feliz.

-Lo único que necesito para ser feliz es amor, el amor de papá y tuyo, y de un hombre al que yo elija para pasar el resto de mi vida con él. No quiero dinero, ¡El dinero no lo es todo madre!

-No te atrevas a hablarme así de nuevo -Dijo mi madre molesta después de darme una bofetada- Harás lo que tu padre y yo creemos adecuado para ti y punto, así que termina de arreglarte y en 5 minutos te espero en el auto -Salió molesta de mi habitación cerrando la puerta tras ella-

¿Por qué? ¿Por qué a nadie le importaba lo que yo pensaba? Solo les importaba el dinero.

Terminé de arreglarme, pues no había forma de evitar la cena de esta noche. A los pocos minutos mis padres y yo íbamos rumbo a la mansión Miller, a conocer a mi futuro esposo... 

Llegamos. Apenas bajamos del auto, los empleados de los Miller nos invitaron a pasar, dentro ya nos esperaban. 

Los señores Miller eran igual a mis padres, solo les importaba el dinero y lo único que hacían era conversar sobre lo que harían cuando fueran una misma familia.

-Me da gusto conocerte Milagros -Dijo la señora Miller después de un momento- Eres tan bella como tus padres nos habían contado, estoy segura que serás la esposa perfecta.

-Así es -Agregó el señor Miller- Nuestro hijo quedará encantado al conocerte, no se arrepentirá de haber aceptado ser tu esposo.

-De eso puedes estar seguro padre. -Dijo una voz llegando junto a nosotros-

Pocos segundos después tenia al chico, dueño de esa voz, frente a mi. Un chico alto, delgado, ojos brillantes y de un marrón oscuro, cabello lacio y negro y labios rosados y bien delineados.

-Permitame presentarme señorita Beoriegui, soy Joseph Miller -Dijo aquel chico tomando mi mano y depositando un pequeño beso en ella-

-Un gusto conocerlo señor Miller -Dije solo por educación, ya que no era un gusto, por lo menos no para mi-

-El gusto es mio -Me sonrió- Pero por favor, llámame Joseph -Me miró, su mirada me ponía nerviosa, pero traté de no darme a notar-

-Bien, ya que estamos todos presentes, pasemos al comedor -Nos invitó la señora Miller-

Todos tomamos asiento, frente a mi estaba Joseph, que no dejaba de mirarme.

-Ustedes hacen una hermosa pareja, chicos -Comentó mi madre-

-Sin mencionar todo lo que ambos heredarán cuando nosotros hagamos falta -agregó el señor Miller- Tendrán millones para ser felices y formar su propia familia -Nos miró a ambos sonriendo-

-Y... ¿Para cuando les gustaría la ceremonia? -Preguntó mi padre-

-Yo diría que en dos meses, entre más pronto mejor -Respondió la señora Miller-

-En dos meses está perfecto, o ¿Tú qué opinas Joseph? -Preguntó mi madre-

-Me parece muy bien, aunque si por mi fuera me casaría mañana mismo -Dijo mientras me miraba fijamente y acariciaba mi mano sobre la mesa, yo solo le sonreí-

-Eres tan amable, Joseph -Agregó mi padre-

-¿Y tú qué opinas, Milagros? -Se dirigió a mi el señor Miller-

Me moría de ganas de levantarme y decirle a todos lo que de verdad pensaba sobre esto, pero antes de poder articular cualquier palabra sentí la mirada amenazante de mi madre sobre mí. Permanecí en silencio por unos segundos y sin tener otra alternativa respondí positivamente.

-Me parece bien -Dije seria, tanto que lo notaron-

-Linda ¿Te sientes bien? -Me preguntó la señora Miller-

-Si, estoy bien, solo un poco nerviosa por todo esto, es todo -Mentí-

-Es normal, estas a poco tiempo de casarte, pero tu no tienes que preocuparte por nada, tu madre y yo nos haremos cargo -Le dediqué una media sonrisa y miré hacia otro lado-

Quería salir de ahí lo antes posible, no soportaba más estar escuchándolos hablar sobre sus bienes y todo eso, hasta Joseph era así, es por eso que mis padres lo habían elegido para mi, porque era exactamente igual que ellos, sin dinero no vivían.

Pasaron algunos minutos más en la cena que para mi fueron eternos, no había otro tema en su conversación que no fueran sus millones. Joseph seguía mirándome, lo cual comenzaba a incomodarme, de vez en cuando me dedicaba algunas palabras, yo solo me limitaba a sonreír. Horas después por fin salimos de ese lugar dirigiéndonos de nuevo a casa, lo único que quería era encerrarme en mi habitación y llorar, llorar hasta sacar todo el coraje que cargaba dentro, desahogar todo el dolor que sentía por no tener a nadie a quien importarle.

"Amor Verdadero." -Agustín Casanova Donde viven las historias. Descúbrelo ahora