Capítulo Cuarenta Y Tres

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Agustín se levanto de su lugar, colocándose detrás de mi, paso sus brazos por sobre mis hombros. Acercó sus labios a mi oído, y me susurró.

-¿Estas lista?-

-Eso creo -Respondí un poco nerviosa-

Besó mi mejilla y estiró aún más sus brazos hasta alcanzar la charola que habían dejado en nuestra mesa hace algunos minutos. Tomó la tapa de ésta, la levantó lentamente hasta dejar al descubierto su contenido. Me quede paralizada al ver lo que contenía.

-Ag... Agus... Agustín -Fue lo único que pude decir-

Él se coloco frente a mi, tomó la pequeña cajita que posaba sobre la charola, se arrodilló para quedar a mi altura, ya que yo aún permanecía sentada, y me miró a los ojos antes de hablar.

-Milagros... ¿Quieres ser mi esposa? -Preguntó al mismo tiempo que abría la cajita dejando ver dentro de ella un hermoso y brillante anillo.-

Me encontraba aun un poco inmóvil, no podía creer lo que estaba pasando. Noté su mirada preocupada al ver que no le respondía y decidí hablar.

-Si Agustín, si, si y mil veces si. Claro que quiero ser tu esposa -Una lágrima rodó por mi mejilla y él sonrió.-

Tomó el anillo de la cajita y lo colocó en uno de mis dedos.-

-No sabes lo feliz que me haces -Tenia ese brillo especial en sus ojos-

Se puso de pie ayudándome a que yo hiciera lo mismo. Tomó una linda rosa que también posaba sobre la charola y me entrego. Yo la tomé, sonriente.

-Te amo -Dijo al dármela-

-Te amo -Le respondí antes de unir nuestros labios en un hermoso beso-

Todos a nuestro alrededor nos miraban. Me había olvidado por completo que estábamos en un lugar público. Separamos nuestros labios al escuchar que algunas de las personas presentes nos aplaudían, lo cual hizo que me sonrojara un poco. Agustín sonrió al verme.

-Me encanta cuando te pones rojita -Me dijo-

Tomó mi barbilla y acercó nuestros rostros para unir nuestros labios de nuevo, esta vez en un beso corto, pero con mucho amor.
Después de ese maravilloso momento, Agustín se encargo de pagar todo y ambos, tomados de las manos, salimos del lugar. Antes de que él pudiera decir algo, yo hablé.

-Este día ha sido maravilloso, pero aún no termina -Dije mirándolo-

-¿De que hablas? -Preguntó confundido-

-Yo también te tengo un regalito -Dije al momento que golpeaba levemente su nariz con mi dedo-

-Amor, no tenías que...-Lo interrumpí-

-Pero quería hacerlo, así que basta de charlas y andando -Lo tomé de la mano-

Caminamos algunos pasos y nos encontramos con Tom y nuestro auto.

-¿Tom? ¿Qué haces aquí? -Preguntó Agustín desconcertado-

-Él nos llevara por tu regalo -Le dije con una sonrisa- ¿Nos vamos?

Al decir esto, Tom abrió la puerta trasera del auto para que Agustín y yo pudiéramos subir, luego lo hizo él también.

-Será un viaje un poco largo, así que relájate -Le dije mientras me miraba desconcertado.-

Tom comenzó a conducir. Yo me puse algo cómoda recostando mi cabeza sobre el hombro de mi ahora prometido, él solo sonrió y tomó mi mano, depositó un beso en ella y continuamos rumbo a su sorpresa.

-Ya casi llegamos -Le avise después de unos minutos-

Minutos después Tom detuvo el auto.

-Listo señorita -Me dijo-

-Gracias Tom -Le agradecí-

Agustín y yo bajamos del auto y Tom se marchó.

-¿Que hacemos aquí? -Me preguntó mientras me abrazaba-

-No podía llevar tu regalo hasta allá, así que decidí que era mejor traerte a ti- le sonreí- Vamos -Tomé su mano y comenzamos a caminar.

"Amor Verdadero." -Agustín Casanova Donde viven las historias. Descúbrelo ahora