Capítulo Treinta y Siete

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Al día siguiente amanecí con unas horribles ojeras ya que no había podido dormir en toda la noche. Me arreglé solo un poco, pues no tenía ánimos de nada, hoy sería el entierro de mi madre.
Nos encontrábamos en el panteón, era tiempo de despedirme de ella para siempre, aun no podía creer que ya no estuviera conmigo. Mi llanto no paraba.

-¿Por qué ella, papá? ¿Por qué? -Decía entre llanto mientras papá me abrazaba-

-A mi también me duele, hija, pero así son las cosas y no hay nada que podamos hacer -Besó mi frente-

-Mili...-Escuché que alguien me llamaba

Me giré, ya que me encontraba de espaldas a esa voz. Era él. Inmediatamente corrí a sus brazos.

-¡Agus! -Me abrazó- Sácame de aquí, por favor, no puedo seguir aquí -Le pedí-

Agustín miró a mi padre, quien asintió con la cabeza aprobando mi petición.

-Vamos -Dijo tomándome de la cintura-

Ambos caminábamos alejándonos de ahí, Agustín me tenia tomada de la cintura y yo no paraba de llorar, de pronto comencé a sentirme agitada, con falta de aire y todo me daba vueltas, comencé a perder el equilibrio. Me detuve.

-Ag...Agu, me siento...-Y ahí, sentí como mis ojos se cerraban y ya no supe más de mí.-

Narra Agustín:

Caminaba junto a Milagros, le hacía mal estar ahí. Estábamos alejándonos del lugar cuando se detuvo y me llamó, intentó decirme algo, pero, antes de terminar, sus ojos se cerraron, sus pies no respondieron y cayó inconsciente, por suerte pude sostenerla y evitar que se lastimara.

-Mili, Mili, amor ¿Que te pasa? Por favor, ¡Responde! -Le decía-

La tenía entre mis brazos. Estaba preocupado, ella no respondía, no sabia que era lo que le ocurría. Tom y el señor Beoriegui se acercaron inmediatamente a ayudarme.

-¡Llévenla a la camioneta! -Ordenó su padre-

La recosté sobre el asiento trasero de la camioneta de su padre, e intentamos hacerla reaccionar, pero fue inútil.

-Tenemos que llevarla al hospital -Dijo de nuevo su padre- Tom, necesito que te quedes, Agustín y yo la llevaremos -Ordenó-

-Claro señor y por favor, avíseme cualquier cosa -Pidió Tom-

-Así lo haré. ¡Agustín, sube! -Dijo-

Ambos abordamos la camioneta y partimos rumbo al hospital. Mientras él conducía, yo me encontraba en el asiento trasero con la cabeza de Milagros sobre mis piernas.

-Amor, por favor reacciona -Le decía y acariciaba su cabeza- No me puedes hacer esto ¡Despierta! -Estaba desesperado-

Al poco tiempo ya nos encontrábamos en el hospital. El señor David tomó a su hija en brazos y entramos, enseguida mandaron una camilla, la recostó y se la llevaron para atenderla, yo iba junto a ella.

-Lo siento, pero no puede pasar -Me dijo una de las enfermeras-

-Pero, es mi novia -Reclamé-

-Lo lamento -Dijo antes de entrar a donde Milagros-

Regresé a la sala de espera.

-¿Qué fue lo que pasó? -Me preguntó su padre-

-No lo sé, íbamos caminando y de pronto se desvaneció

-Estará bien, ella es fuerte, es mi hija, la conozco y se que se recuperará -Dijo-

-Si algo le pasa, yo...-Me interrumpió-

-Agustín, no hables así, ella estará bien, sé que te ama tanto como tú a ella y se repondrá para que puedan estar juntos

Yo solo pude sonreír un poco. Ambos tomamos asiento en uno de los sofás del lugar, esperando noticias sobre Milagros. La espera era eterna, el tiempo pasaba lento, nadie salía a decirnos que ocurría. Me sentía tan inútil, desesperado, sin poder hacer nada para ayudarla.

Narra Joseph:

Mis padres y yo llegamos a donde Tom. Volvimos inmediatamente al enterarnos de la perdida de la familia Beoriegui, sabía que Milagros estaría muy mal y yo tenía que estar con ella y apoyarla, a pesar de que jamás llegamos a ser mas que amigos, yo de verdad estaba enamorado de ella.

-Señores Miller, gracias por acompañarnos -Dijo Tom al vernos-

-¿Donde esta Milagros? -Pregunté, moría por verla-

-La señorita...-Guardó silencio-

-¿Y David? -Preguntaron mis padres- Nos gustaría darle nuestro apoyo en estos momentos

-El señor y la señorita están...

-Tom, ¡Habla ya! -Le pedí, estaba desesperado por verla-

-Están en el hospital -Concluyó-

-¿!QUÉ!? -Quedé paralizado al escucharlo-

-¿Por qué? -Preguntó mi padre-

-¿Qué fue lo que pasó? -Continuó mi madre-

-La señorita se puso mal -Respondió Tom-

-¿¡Milagros está mal!? ¿Qué tiene? ¿Es que hospital está? -Pregunté inmediatamente-

Apenas me respondió, subí a mi auto y salí inmediatamente de ahí rumbo al hospital sin importarme otra cosa. Tenía que verla, tenía que verla ahora y asegurarme de que estuviera bien.

"Amor Verdadero." -Agustín Casanova Donde viven las historias. Descúbrelo ahora