Capítulo Diecinueve

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Esa noche los tres, Pablo, Tom y yo, queríamos quedarnos en el hospital, pero lo más adecuado era que nos organizáramos bien, para no estar cansados todos. Tom y yo logramos convencer a Pablo de que se fuera a dormir a casa, nos costó demasiado trabajo, pero aceptó, ademas al día siguiente el tenía que asistir a su trabajo y continuar con sus actividades cotidianas. Tom trató de convencerme de que yo también me fuera a casa a descansar, pero no lo logró, era la primera noche que Agustín pasaría ahí y no lo iba a dejar solo, yo tenía que estar con él.

-Bien, entonces me quedaré aquí con usted -Me dijo Tom-

-No, no es conveniente que ambos pasemos la noche en vela, mejor ve a descansar, yo me quedaré aquí

-Pero, señorita...-Lo interrumpí-

-Nada de peros, es más, no te lo pido, te lo ordenó ¿Recuerdas que debes obedecerme? -Le sonreí- Ahora, a descansar.

-Gracias -Dijo él dándome un abrazo-Mañana estaré aquí a primera hora para que usted pueda ir a descansar

-Esta bien, no te preocupes

Nos despedimos y el se fue del hospital. Yo me quede esperando indicaciones de una de las enfermeras para poder entrar con Agustín.
Después de algunos minutos, por fin me indicaron que podía pasar a la habitación y así lo hice, la enfermera me escoltó hasta allá y después se marchó dejándome sola con él. Entré, sabía que no tenía caso quedarme ahí, pues en el estado de Agustín no era necesario, pero no podía, o mejor dicho, no quería dejarlo solo, tenía la esperanza de que en cualquier momento despertará, de que abriera esos hermosos ojos cafés y me volviera a mirar como solo él lo hacía, de volver a ver esa hermosa sonrisa en su rostro, eso era lo único que quería, tenerlo conmigo de nuevo, pero no solo físicamente como ahora.

Me acerqué a él, me dolía verlo ahí recostado, sin moverse y cubierto de todos esos cables, rodeado por esas maquinas. Coloqué mi mano en su frente mientras algunas lagrimas comenzaban a recorrer mi rostro, poco a poco recorrí mi mano pasándola por su cabello y jugando un poco con él, enroscándolo en mis dedos.

-Despierta -Le susurraba- Abre tus ojos, por favor, te necesito...-Más lágrimas comenzaron a salir de mí-

Deposité un pequeño beso en su frente y con mucho cuidado de no moverlo, me recosté junto a él en la camilla, apoyé mi cabeza en su hombro y con una mano rodeé su cintura.

-Te amo -Dije antes de acurrucarme un poco mas quedándome dormida al poco tiempo-

-Mil... Milagros -Escuché que me llamaban-

Abrí los ojos lentamente y me quedé sorprendida de lo que vi.

-E...eres tú...-Dije tartamudeando un poco-

-Así es pequeña, aquí estoy contigo -Decía mirándome tiernamente-

-No lo puedo creer, ¡Despertaste! De nuevo estas aquí, conmigo -Lo abracé- No sabes la falta que me hacías -Dije con algunas lágrimas en los ojos- Te extrañe demasiado, no me vuelvas a dejar, por favor -Le pedí-

-Claro que no, nunca te volveré a dejar -Dijo abrazándome- Yo también te extrañé y...

-¿Y qué?

-Y también te amo -Dijo mirándome fijamente-

En ese instante una lágrima rodó por mi mejilla, él la secó con uno de sus dedos.

-¿Escuchaste lo que te dije? -Pregunté-

-Todo -Respondió-

Le sonreí y me respondió de la misma manera.

-Te amo, Agustín

-Y yo a ti- dijo tomándome de las mejillas, acercándome a él y besándome lenta, pero tiernamente...

-Milagros, Milagros -Me llamaban nuevamente- Milagros, despierta

Desperté. Inmediatamente miré a mi costado y vi a Agustín ahí, aún inconsciente, todo había sido un sueño, un milagroso y hermoso sueño.

-Milagros -Me volvieron a llamar, giré mi mirada y ahí estaba ese chico-

-Pablo ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar trabajando? -Pregunté mientras me levantaba de la cama y secaba mis lágrimas-

-Avisé que faltaría hoy, tenía que venir a ver si había algún cambio en Agus -Respondió-

-No, todo sigue igual -Dije mirando a Agustín y tomando su mano-

-¿Por qué no vas a descansar un poco? Yo me quedaré con él hoy, ve a casa -Me dijo-

-No, si regresó a casa mi madre no me dejará salir, y mucho menos sabiendo que es para verlo a él. Prefiero quedarme aquí.

-Pero tienes que descansar, además, no has comido nada desde ayer.

-No tengo apetito, lo único que quiero es quedarme aquí, a su lado -De nuevo tomé la mano de Agustín-

Pablo se acercó a mi, me tomó de los hombros y yo lo miré.

-Agustín va a despertar -Me dijo mirándome- Y cuando eso suceda tú tienes que estar aquí, pero no así, a él no le gustaría verte así, te ves agotada y sin ánimos. Anda, ve a descansar un poco, come algo y más tarde vuelves, yo me quedaré aquí, si hay algún cambio te aviso.

-Pablo, no...-Me interrumpió-

-Toma -Dijo entregándome unas llaves y un papel- Son las llaves y la dirección del departamento, ve ahí si no quieres ir a casa, toma lo que necesites -Me sonrió-

-Gracias -Dije dándole un abrazo, él se sorprendió un poco, pero me correspondió-

-Tom esta afuera esperándote, él te llevará

-Esta bien, pero por favor, cualquier cambio, avísame inmediatamente -Le pedí-

-Lo haré -Me respondió-

-Gracias, de nuevo

Me acerque a él, le di un pequeño beso en la mejilla y salí de la habitación.

Narra Pablo:

-¡Wow! -Dije sorprendido por lo que acababa de hacer Milagros- Es muy linda -Toqué mi mejilla dónde me había besado- Ahora sé porque la amas -Le dije a mi amigo, aunque sabia que no podía escucharme.-

"Amor Verdadero." -Agustín Casanova Donde viven las historias. Descúbrelo ahora