Capítulo Dieciséis

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-¿¡Tú!? -Dijo Martín asombrado-

-Así es Martin, ahora suelta a mi hija -Le ordenó mi padre-

-¿O qué? ¿Vas a matarme igual que a mi hijo? -Lo desafió-

Me quedé en shock al escuchar eso, mi padre no podía ser un asesino.

-Cállate!

-¿Por qué? Oh, tu querida hija no lo sabe -Me miró- No sabe que su querido papito es un asesino, y que gracias a él, ella esta pasando por esto.

-¡Te dije que te callarás! -Dijo mi padre antes de golpearlo-

Martín cayó al suelo, inmediatamente el hombre que se encargaba de Agustín le dio un fuerte golpe en el estomago dejándolo en el suelo quejándose del dolor mientras él corría a ayudar a su jefe.

-¡Agustín! -Corrí hacia él-

-Tranquila, estoy bien -Dijo intentando sonreír-

Lo ayudé a levantarse. Apenas estuvo de pie, corrió a ayudar a mi padre, quién estaba siendo atacado por ambos hombres.

-¡Pagarás por haber tocado a mi hija! -Dijo mi padre furioso-

Mientras Martín y mi padre peleaban, Agustín y el otro hombre hacían lo mismo. Agustín logró golpear al hombre tan fuerte, que lo dejó inconsciente y cuando estuvo apunto de acercarse a ayudar a mi padre, Martín logró acercarse a mi, tomarme por el cuello y apuntarme en la cabeza con su arma.

-Un movimiento más y disparó -Los amenazó-

Mis ojos se llenaron de lagrimas hasta que ya no pude contenerlas más y comenzaron a salir nuevamente. Agustín me miraba, su rostro reflejaba miedo-

-¡Déjala! Te daré lo que quieras, pero no le hagas daño -Dijo mi padre- Te doy mi vida a cambio de la de ella, pero déjala ir

-Es una buena oferta -Dijo Martin fingiendo interés- Pero no seria lo mismo, tu mataste a mi hijo y yo haré lo mismo con tu hija

Martín pegó aún más su arma a mi cabeza, definitivamente era mi fin, pero no iba a morir sin antes decirle a Agustín lo que sentía por él.

-Espero que hayas disfrutado tu vida, querida -Me dijo Martín-

Mi padre y Agustín nos miraban espantados, ya no había nada que hacer. Miré a Agustín fijamente y con el solo movimiento de mis labios, sin producir sonido alguno le dije:

-Te amo -Una lágrima rodó por mi mejilla, él me miró y negó con la cabeza-

-¡No! -Fue lo único que gritó antes de dejarse ir contra Martin-

Mi padre le ayudó, lograron quitarle el arma y dejarlo tirado en el suelo al igual que a su compañero. Apenas vieron que lo habían logrado, ambos me miraron y sonrieron, mi padre extendió sus brazos y yo corrí hacía él para abrazarlo.

-Mi niña -Dijo abrazándome- Tranquila, todo esta bien -Me miró a los ojos antes de soltarme-

Apenas estuve libre de los brazos de mi padre, miré a Agustín, él me sonrió y me miró tiernamente, yo corrí hacía él dándole un grande y fuerte abrazo.

-Gracias -Lo miré a los ojos- Gracias por todo -Lo abracé de nuevo-

-No me lo agradezcas -Dijo correspondiéndome al abrazo- ¿Estás bien?

-Ahora lo estoy -Le respondí sin soltarlo-

-Chicos, debemos irnos -Dijo mi padre-

-Ya escuchaste a tu padre, vamonos -Me dijo Agustín alejándome un poco de él-

-¡Espera! -Lo detuve- Sobre lo que dije hace un momento...-Me interrumpió-

-No te preocupes

-No, pero es que yo...

Mientras hablábamos, yo me encontraba dándole la espalda a la puerta de la habitación y Agustín estaba frente a mi, así que él podía ver lo que ocurría a mis espaldas.

Narra Agustín:

Milagros estaba a punto de decirme algo, cuando detrás de ella vi como ese tipo se levantaba del suelo, le arrebataba el arma al señor Beoriegui y apuntaba hacia Milagros disparando inmediatamente. No sé me ocurrió otra cosa, más que hacer que ambos giráramos quedando yo en su lugar.

Narra Milagros:

Antes de que yo pudiera terminar de hablar, Agustín me tomó de la cintura y me giró quedando yo en su lugar y él en el mio, no comprendía porqué, hasta que escuché un disparo y vi como Agustín caía herido al suelo frente a mi.

-¡Maldito muchacho! -Gritaba Martín furioso por haber fallado, pues a la que quería herir era a mi-

Mi padre lo detuvo y le quitó el arma en cuanto pudo, en ese momento llego Tom con la policía y se encargaron de los tres hombres. Yo no pude hacer otra cosa más que llorar y tirarme en el suelo junto a Aguatín tomándolo entre mis brazos.

-¡Agustín! No, no, no por favor -Dije entre lagrimas- ¿Por qué lo hiciste? -Dije desesperada-

Agustín me miraba con sus hermosos ojos café, que apenas podía mantener abiertos.

-No...no llores -Me decía con dificultad y tratando de secar mis lágrimas mientras se quejaba del dolor-

-Shhh... No te muevas, no hables, vas a estar bien -Dije lo más tranquila que pude- ¡Papá haz algo, por favor! -Le grite desesperada-

Él se acercó a mí y me dijo:

-Tranquila, va a estar bien, ya viene la ambulancia

-Ya escuchaste Agustín, la ayuda ya viene, aguanta un poco, por favor -Le decía mientras acariciaba su cabello-

-Milagros, yo te a...-Fue lo único que dijo antes de que sus ojos se cerraran completamente-

-¡No! ¡Agustín por favor, despierta! -Me solté en llanto nuevamente mientras lo pegaba a mi pecho abrazándolo lo más fuerte que podía- ¿¡Dónde está la maldita ambulancia!? -Gritaba- Aguanta Agustín, vas a estar a bien, vas a estar bien -Repetí una y otra vez sin soltarlo ni parar de llorar.-

"Amor Verdadero." -Agustín Casanova Donde viven las historias. Descúbrelo ahora