Somos familia

Luna de miel (especial)

Conociendo a Viktor las excentricidades y el derroche de dinero seria algo con lo que tenía que lidiar.

Una de las mayores muestras de esto fue la enorme fiesta en la que había convertido su boda, el solamente había querido algo pequeño, con familia y amigos cercanos, pero el alfa bajo el pretexto de que quería  presumir su felicidad, rento el salón de bodas más grande de Tokio e invito a todos los patinadores de la congregación, a los organizadores de los diferentes centros de patinaje en el mundo, coreografos, entrenadores, prensa y de más,  había visto y saludado a tantas personas a las cuales nunca había visto en su vida  y que ahora ya no recordaba.

Pero justo ahora no decidía que hacer, si llorar de felicidad o llorar lamentándose de el poco control de gastos que tenía el ruso, sabía que Viktor era un alfa sumamente concentidor y protector, por lo que no debería sorprenderle algo así,  pero ir a Hawaii de luna de miel y hospedarse en un hotel cinco estrellas, estaba simplemente fuera de su límite.

Suspiro confuso dejándose caer en la cama, disfrutando el dulce olor a suavizante que tenían,  acariciando con una mano las suaves sábanas que cubrían el colchón.

Habían llegado apenas un par de horas atrás, pero el alfa inmediatamente salió  del cuarto debido a que quería hacer unas "aclaraciones" con los encargados del hotel, por lo que solamente Yuri se encontraba en el cuarto, de algún modo se le hacía difícil imaginar que apenas unas horas en el pasado, acaba de casarse y unir su vida para siempre con su ahora esposo Viktor.

Un sonrojo inevitable se acentuó en su cara al pensar en eso, el alfa y el ya estaba casados, su omega se removió eufórico, provocado una sonrisa tímida acompañará su sonrojo.

Si bien el ruso lo había marcado, eran muy raras las veces en las que un alfa estaba dispuesto a casarse pues lo consideraban innecesario, con el simple hecho de tener aquel lazo ya quedaba demostrado que el omega era de su "pertenencia",  pero como siempre Viktor lo sorprendía, comprendiendo lo tradicional que eran los japoneses, quiso consentirlo con una boda,  pero claro, completamente a su estilo.

Con cuidado paso una de sus manos por la marca del lazo que tenía en su cuello, moviendo con suavidad los largos mechones de cabello que lo cubrían,  aquel vínculo que lo unía a Viktor, a su alfa, de algún modo lo hacía sentir seguro.

Se levantó de la cama con los ánimos renovados, pensado que de vez en cuando se podía permir un viaje como ese.

-no es como si fuera algo de todos los días- murmuró, incómodo se quitó el saco blanco, quería cambiarse de ropa, pero el alfa le había dicho que le gustaba como se veía con aquel traje, por lo que una parte de el, aun quería tenerlo puesto, aunque el calor de la isla era insoportable, y ahora que tenía el cabello un poco más largo sentía aun mas el calor

Suspiro, era su luna de miel, estaba seguro que el alfa iba a querer tener relaciones, pero por algún motivo no podía evitar sentirse nervioso, no es como si fuera la primera vez que lo hicieran, después de todo ya estaba marcado.

-¡Yuri!-  el alfa entro a la habitación con una sonrisa en la cara para luego acercarse a el para poder abrazarlo, pegando su pecho a la espalda del omega -ya esta todo listo, ¿quieres ir a explorar la ciudad?-

-pero creí que tu querías...- su cara se ruborizo sin poder terminar de hablar, avergonzado por el rumbo que habían tomado sus pensamientos, deseo internamente que el ruso no hubiera entendido a lo que se referían, pero al ver la sonría maliciosa que salió en su rostro se dio cuanta que no era así

-Yuri~ eres un pervertido-

-¡Viktor!- grito escandalizado

-realmente tengo ganas de tomarte mi lindo omega- dijo con voz ronca, pasando su lengua lentamente por la marca del lazo, con una mano acariciando el miembro del omega sobre la tela,  mientras que con la otra lo tomaba de la cadera, pegando el trasero del japonés a su miembro que poco a poco iba despertado- pero si lo hacemos ahora, no podrás caminar y no podremos salir a pasear- continuo hablando, disfrutando los pequeños gemidos que su pareja soltaba, pegandolo a su cuerpo cada vez que un espasmo de placer lo hacía alejarse levemente de el