Prologo.

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Siento un cosquilleo en mi cintura, algo me aprieta y no me libera, pero a pesar de eso me siento cómoda, frágil, tranquila. Llevo mi mano hasta donde se encuentra el particular cosquilleo que no deba de atacarme la cintura y el vientre.  Y me encuentro con... ¿Vellos? 

Si, eso es. Eso siento. Paso mi mano por lo largo del camino donde está sin abrir los ojos, pero pensando en lo que pueda ser. Hasta que de pronto escucho un sonido peculiar y conocido. Un gruñido. Me sorprendí por tal acto y seguí en lo mio. Descubriendo que es lo que estoy tocando. Hasta que...

-Brid. Deja de hacerme cosquillas. - De la sorpresa abrí mis ojos y gire en mi propio eje para ver la dirección de aquella conocida voz. Cuando descubro a mi lado la mata rubia, con los ojos cerrados y el ceño fruncido abrazándome. Sonrió. 

Sonrío con alegría misma, felicidad y sobre todo sinceridad. Doy una corta carcajada y me doy vuelta completamente, estando cara a cara. -Aun que tenga él los ojos cerrados - y le doy unos cuantos besos los cuales me responde casi de inmediato, sonriendo en sus labios me aprieta más a él.

-Buenos días. Señora Agreste. -Dijo con la voz adormilada. 

-Buenos días. Señor agreste. ¿Como despertó el hombre de la casa? 

-Terriblemente mal - Suspiro -Además de una lapa a mi, cosquillas y besos al despertar no me dejaron dormir. ¿Que insoportable no? -Respondió en broma. Siguiéndole el juego abrí mi boca indignada.

-Pues, se pondrá feliz saber que desde hoy no dormiré más con usted. Así que puede dormir cuanto quiera sin ser molestado. -dije con un enojo fingido, girando mi cara hasta el lado contrarío. Lo cual me toma de la mandíbula obligándome a mirarlo. A esos ojos profundamente grisáceos.

-Antes de que pase eso, que me disparen. -Me beso. 

Nos quedamos así durante unos, abrazados, en silencio. Disfrutando la cercanía del uno al otro, mientras le acariciaba el abdomen, él mi cabello. La luz del sol ya entraba por él gran ventanal de la habitación matrimonial. Todo en paz y en armonía.

Claro que después de un rato esa paz se fue a la mierda...

-¡Mamá, papá. Ya despierten! ¡Les tengo una noticia, arriba! 

Emma entro por la puerta asotándola de golpe contra la pared, su pijama verde con huellas hacía resaltar sus cabellos oros. Subiéndose a nuestra cama y dando saltos por todos de aquí por allá, mientras agitaba su cabello y su peluche de gato, el cual le bordamos "Emma" en la panza. Ese es un regalo de Félix cuando empezamos a salir, al nacer Emma, le gustó y se lo regale. 

Luego de gritar como una loca por la mañana, empezó a dar vueltas en la cama. Haciendo que me siente en la cama mirándola como juega. en cambió Félix, hizo lo mismo que siempre. Emma paró de golpe al ver que su padre no se levantaba y sonrió con malicia. Me miró a mi y llevo su dedo indice a la boca. Señalándome que guarde silenció y se acerco de a poco a la cabecera. Saco un cojín de mi lado y luego...

-¡Es hora de levantarse! ¡Levántate papá, levántate! ¡Eres un floro, ya es de día...! ¡Ahhhh! -Empezó a carcajear Emma por las cosquillas. 

A Félix y a Emma les gusta jugar. Es raro de Félix, pero me hace sentir bien. Cada mañana Emma viene como alma que lleva el diablo y Félix se hace el dormido para jugar. Luego todo acaba en cosquillas.

-¡¿A quien le dices flojo. Estarás castigada tres meses!?

-¡Eres un gato gordo y muy flojo! -Gritó emma entre carcajadas. 

Luego de un rato en el que yo me arreglaba. Emma y Félix dejaron de jugar, obligándonos a los dos a sentarnos en la cama.

-Son tan flojos los dos que ni siquiera sintieron el teléfono sonar ¡Toda la mañana! Nathalia dijo que iba a venir a desayunar con su hijo...

Decide Tu mismo: Un deseo Puede cambiar el destino. -Editando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora