Capítulo 2

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Al notar movimientos dentro del colegio por parte de las cocineras, Yugi y Anzu se vieron en la penosa necesidad de descender del árbol antes de ser descubiertos. Anzu era muy ágil tanto para subir como para bajar de los árboles, pero Yugi era muy lento por lo cual la castaña tuvo que esperar a que su amigo descendiera.

Una vez abajo, ambos se dedicaron unas miradas divertidas por su pequeña travesura a hurtadillas.

-Bueno, creo que es momento de volver al salón para la siguiente clase-dijo Anzu sonrientemente.

-De acuerdo, nos vemos más tarde ¿te parece?

-Claro.

Chocaron sus manos en señal de apoyo y tomaron sus respectivos caminos hacia los salones correspondientes. Yugi cruzó el patio hasta llegar al lado derecho del edificio donde se encontraban las escaleras de emergencia pertenecientes al dormitorio masculino. Al asegurarse de que nadie lo veía, subió por ellas, sacó de su bolsillo un alfiler y giró la perilla después de introducirlo dentro del orificio girándolo dentro del cerrojo. Conocía muy bien las rutas de escape del lugar, él y Anzu las usaban mucho para fugarse y vivir sus aventuras cuando los profesores y el resto de los alumnos se distraían de sus vigilancias. El dormitorio masculino infantil estaba vacío a esas horas, los niños jugaban durante el receso así que era ilógico hallarlos en el dormitorio; sin mencionar que estaba prohibido divertirse en lugares que no fueran el patio o la zona de juegos especialmente diseñada para que los pequeños hicieras su cosas de niños sin alejarse de la supervisión de los adultos. Yugi y Anzu ya conocían el arte de separarse del grupo sin que nadie se percatara de su ausencia.

Cerró la puerta tras de sí, y caminó entre las camas perfectamente bien arregladas y con los burós llenos de juguetes para niños varones. Colocó su mano en la perilla, pero antes de abrir miró hacia donde él descansaba por las noches, en dicha cama estaba escrito su nombre completo: Yami Yugi Moto.

Casi no usaba su nombre completo con los demás, prefería que lo llamaran Yugi solamente, o por lo menos prefería que Anzu lo hiciera. Fuera de ella le daba igual cómo lo nombraran los demás, su prioridad era Anzu y la opinión de ella era la que consideraba la más importante en su vida.

Sin esperar más, salió de la estancia y descendió por las escaleras que lo condujeron al enorme pasillo donde se alcanzaban a escuchar los murmullos de los colegiales. Recorrió el pasillo oyendo cada vez más cerca las voces de sus compañeros hasta que los divisó a todos juntos platicando animadamente en conjunto, cuchicheando con intriga y desconfianza.

Con cierto recelo, se acercó a ellos. No tenía ningún amigo fuera de Anzu por lo que le daba un poco de miedo que al verlo solo se fueran encima de él.

Para su sorpresa, no fue así.

-¡Yugi! ¿Ya sabes la noticia?-preguntó un chico de cabellos curiosos y picudos que lo miró sorprendido.

-¿Noticia? No, no sabía nada.

Yugi sonaba sorprendido, aunque su verdadero asombro era porque el pequeño Yuma no le hizo burla como era su costumbre normalmente. Además lo llamó por su nombre.

-Hoy se va a transferir un nuevo estudiante a nuestra escuela.

-¿Qué?

Yugi frunció el ceño con sorpresa. Estaban a medio año escolar así que no era algo común que llegaran nuevos estudiantes.

-Sí, desde ayer alguien comentó eso, pero nadie le creyó hasta hoy que se anunció en la lista que habrá un nuevo estudiante.

-Eso sí que es extraño.

Yuma sonrió pícaramente.

-Lo más extraño de todo es que será de tu clase.

-¿¡QUÉ!?

Identidad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora