Capítulo 11

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Una gran felicidad llenaba el corazón de Yugi haciendo que, temporalmente, el tema de la guerra quedara en el olvido y su mente de niño se mantuvo rememorando lo sucedido la noche anterior. No se sentía rechazado muy a su pesar, estaba seguro que Anzu le correspondería algún día; eran niños, el tiempo estaba a su favor.

Por su parte, Anzu no dejaba de meditar en su sentir, en el de Yugi y en lo que vendría en un futuro cercano. Yugi era todo para ella, si la guerra los separaba no sabría cómo vivir su vida sin él; se había convertido en alguien importante para su persona y no nunca conocería a otro niño como él.

¿Sería amor lo en verdad sentía por él? ¿Le gustaba Yugi o sólo era un amigo? Era intenso el afecto que sentía por él, justo como el amor se describe en las películas, pero los adultos dicen que el romance no es igual que en los cuentos. No podía concentrarse en otras cosas por pensar en sí era amor o amistad lo que la vinculaba con Yugi; era de suma importancia conocer la respuesta pronto.

Por primera vez no se reunieron en sus horas libres para jugar, sino que se dedicaron a asunto personales: Yugi a continuar creando manualidades y Anzu a leer.

En algún momento ambos volvieron a mirar la mitad de corazón que les correspondía a cada uno y una mezcla de emociones inundó sus almas que se conectaban invisiblemente a través de una forma poderosa llamada "Amor". Tanto Yugi como Anzu eran demasiado jóvenes para entender el verdadero significado de lo que simboliza el amor, su criterio de niños no era capaz de analizar que lo que había entre ellos mucho más fuerte que una amistad: ambos se amaban, se complementaban y eran una sola persona, una sola carne.

Cuando nuevamente la noche vistió el internado con su manto nocturno, Yugi y Anzu se reunieron en el mismo lugar de siempre.

-Yugi, me alegra que vinieras. Necesito decirte algo.

-Ahora eres tú la que necesita hablar conmigo-sonrió divertidamente Yugi.

-Pues sí, ahora soy yo-le respondió con el mismo entusiasmo.

Hubo un silencio en el que Anzu meditó por quinceava vez en el día cómo le expresaría a Yugi lo que pensaba sobre ella y él.

-Yugi, en todo el día he estado pensando mucho y...

Los ojos de Yugi adquirieron un brillo único: ¿será lo esperaba escuchar?

-Aunque siempre te consideré mi amigo más íntimo, creo que mi verdadero sentir va más allá de algo llamado "amistad".

El brillo aumentó en los ojos amatistas del niño.

-No sé lo que significa amar a alguien ni estar enamorada, pero al analizar de forma detenida mi corazón estoy segura que lo siento por ti es "amor".

Las manos de Yugi sudaron y sus dedos temblaron por la alegría que comenzó a llenar su alma. Tragó saliva.

-Anzu...

-La importancia que tienes en mi vida es tanta que no imaginó cómo sería mi vida si no estuviéramos juntos. Por ese motivo, es que acepto tus sentimientos hacía mí y deseo corresponderte de la misma manera.

Iba a agregar algo más, pero fue justo en ese instante que de nuevo sintió los labios de Yugi tocar los suyos con suavidad y con esa misma pureza que sólo entre niños existe.

-Gracias Anzu.

La niña sonrió feliz. De repente, un ruido extrañó alertó a los dos niños y al girar hacía el edificio descubrieron a los prefectos, profesores y directores mirándolos con miedo, preocupación y enojo.

-¿¡QUÉ ACABAN DE HACER!?

Yugi y Anzu abrieron sus ojos descomunalmente sin entender qué hacían todos los adultos allí, sus cuerpos estaban paralizados y no hicieron ni el menor intento de huir cuando dos prefectos los separaron con un jaloneo que casi les lastima los brazos.

-¿¡Cómo puede ser que esto sea verdad!? ¡Viéndose a escondidas durante las noches! ¡QUE ESCÁNDALO!

La directora vociferaba escandalizada con pánico y sorpresa.

-¡Llévenlos a mi oficina ahora!

Arrastrándolos y sin soltarlos, ambos niños fueron llevados a la oficina de la directora que temblaba de rabia ante el suceso que acababan de presenciar sus ojos: un beso entre dos mentes infantiles a escondidas de la escuela.

-¿Cómo es posible que ustedes burlen la vigilancia del internado para verse a solas y besarse? Viviendo como enamorados a tan joven, esto es lo peor que le ha pasado al colegio.

-Directora...-trató de hablar Anzu.

-¡Silencio!-golpeó la mesa con tal fuerza que los niños se sobresaltaron-Si sus padres se enteran de esto el colegio puede ser cerrado para siempre por considerarnos no aptos para vigilar que se respete el límite entre niños y niñas.

Yugi ya no era cobarde como antes, pero eso no impidió que sintiera miedo ante la presencia de la directora que los fulminaba con la mirada. Anzu controlaba el temblor de su cuerpo y sus manos sudorosas lo más posible.

Con firmeza y decisión, la directora se levantó de su asiento.

-A partir de ahora aumentará la vigilancia entre los dormitorios masculinos y femeninos. Aunque quede poco para que se vayan a sus casas, no permitiré que se sigan viendo a solas. También los pondré bajo la vigilia de un guardia que se asegurara que tampoco puedan verse de día.

-¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉ'?

-¡SILENCIO!

Esta vez el golpe en la mesa fue tanto que incluso la mesa vibró y los niños retrocedieron unos pasos, asustados por la reacción de la directora.

-Escuchen bien-hablaba con fiereza-Este instituto ha estado en este lugar mucho antes de que vinieran al mundo, si lo cierran por culpa de la indiscreción de unos pequeños mocosos como ustedes, me encargaré de que nunca más puedan estudiar en un colegio con tanto prestigio como este.

Ninguno de los dos abrió la boca para evitar problemas, pero para Yugi y Anzu el no estudiar en un lugar así era lo mejor que les podían decir.

-Así que me aseguraré de que no vuelvan a cometer un acto tan impuro como besarse a escondidas. Son muy jóvenes para andar pensando en ese tipo de cosas.

Miró a los guardias y señaló con el dedo a los niños.

-Llévenselos a sus dormitorios correspondientes-giró a los prefectos-.Tenemos que cerrar definitivamente el túnel de escape antes de que otro niño lo descubra y se repita esta atrocidad.

Los guardias agarraron a Yugi y Anzu y se los llevaron afuera mientras ellos tiraban de un lado a otro en un intento de zafarse, antes de salir de la oficina directiva la castaña pegó un gritó.

-¿Cómo supo de nosotros? ¿Quién le dijo de nosotros?

La mujer la miró con lástima mientras la puerta se cerraba.

-Un testigo me informó.

Anzu abrió los ojos incrédulamente y se cerró la puerta, lo último que vio fue el rostro de la directora.

Identidad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora