Capítulo 39

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Dos años después

La KC era una empresa con un gran desarrollo científico que en los recientes años había logrado un alcance superior a lo esperado por otras compañías dedicadas al juego y a la tecnología.

Las inversiones eran enormes, cada vez más personas querían hacer negocios con KC para hacer crecer sus pequeñas y medianas empresas. Por supuesto, esto incluía extranjeros de todos los países.

Varios empresarios de todo el mundo buscaban que KC fuera parte de ellos. Y no tardó demasiado en que una compañía se interesara en las inversiones de KC para nuevas propuestas de trabajo y una posible fusión.

-¿Fusión de empresas?

Kaiba estaba incrédulo cuando oyó eso por parte del dueño de la empresa Schroeder Corp, una compañía de juegos ubicada en Japón.

-Así es. Me tiene muy asombrado el desarrollo KC y por eso considero que usted es la persona más adecuada para unirse a mí en una propuesta nueva para crear juegos.

-Mi empresa se ha manejado sola todo este tiempo. ¿Por qué habría de fusionarse con otros?

La personalidad de Kaiba era la misma de hacía dos años.

-Creo que usted busca lo mismo que yo: desarrollar mejor los juegos holográficos y que su compañía crezca no sólo en su país sino en todo el mundo.

Kaiba caviló lo dicho.

-Si aceptara reunirme con usted ¿en dónde nos veríamos?

-Ese es otro tema del que debo hablarle. La matriz de mi empresa está ubicada en Japón así que tendría que venir aquí por tiempo indefinido para que discutamos el asunto de los tratos empresariales.

-Japón.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Seto Kaiba al escuchar el nombre de dicho país. Japón; su país natal. El lugar donde había nacido y de dónde provenía su empresa originalmente. Tras la tragedia de su hermano y Gozaburo, no había vuelto a pisar la tierra del sol naciente. Además, estaba al tanto de que su esposa podía ser de origen japonés como él. Ya que, según lo que platicaban, el acento y los rasgos faciales de ella indicaban que provenía de Japón.

-¿Dice que sería por tiempo indefinido?

-Exacto. Estos asuntos a veces demoraban más tiempo del requerido.

Kaiba guardó silencio. El tomar la decisión con prisas podría traer sus consecuencias.

-Creo que tendré que pensarlo antes de darle una respuesta definitiva.

-De acuerdo, pero se demore. Es de suma importancia este tema.

Segundos después Kaiba colgó, pero se embelesó en sus pensamientos.

-Japón...

Ir a Japón. A ese país donde fue sacado desde muy niño con el único propósito de iniciar una guerra que destruyó su vida durante tantos años.

Definitivamente debía consultar ese tema con la persona más cercana a él: su mujer.

.

.

La cena familiar era silenciosa como casi siempre. La llamaban "familiar" porque, aunque sólo eran dos por el momento, eran una familia: su única familia. Ambos degustaban sus alimentos mientras Kaiba pensaba cómo decirle a Tea sobre el viaje a Japón.

Estaba tenso y Tea lo percibió. Conocía muy bien a su hombre como para no notar que había algo distinto ese día.

-¿Te pasa algo, Seto?

Kaiba le lanzó una mirada anonadada, sopesando la pregunta.

-¿Por qué me preguntas eso?

-Te ves preocupado. Dime qué te sucede. Sabes que siempre te apoyo.

Y era verdad. Tea siempre estaba a su lado sin importar que la situación fuera buena o mala.

Kaiba dejó sus cubiertos en la mesa y enfocó su atención en su mujer para hablarle directamente.

-Acaban de ofrecerme una propuesta de fusión y planteamiento de ideas para una empresa llamada Schroeder Corp.

-¿En serio? Eso es excelente.

Tea sonrió complacida notándose su gozo. Siempre se alegraba de que su marido tuviera éxito con otras compañías.

-Hay un inconveniente.-dijo Seto con su tono frío de toda la vida.

-¿Cuál es?

Movió nerviosamente sus dedos en la mesa del comedor.

-Debo viajar por tiempo indefinido a Japón.

Al oír eso, la alegría de Tea se desvaneció y se perturbó su interior. Temblaban sus manos y dejó los cubiertos en el plato antes de que se le resbalaran por el sudor que las humedecía.

-¿Japón?-preguntó con la voz temblorosa.

-Así es. Solicitan mi presencia en ese lugar, así que si acepto el trato tendré que marcharme allá.

Tea agachó la cabeza mirando el suelo. Hacía años que tenía la suposición de que su origen era japonés; su acento, su forma de moverse y si familiaridad con el idioma japonés. Si verdaderamente era japonesa podría encontrar pistas sobre su pasado en aquel país.

Kaiba también era originario de Japón. Para él también resultaba complicado pensar en volver a su tierra natal después de tantos años.

-¿Quieres realizar ese trato?

Kaiba encogió los ojos.

-Es una oportunidad muy buena, aunque tendré que ver en persona lo que me ofrecen antes de tomar la decisión fija.

Tea volvió a bajar la mirada enfocándose en su plato. Repentinamente había perdido el apetito. Kaiba no dejaba de observar sus gestos y facciones para analizar lo que pensaba.

-Escucha, si no deseas acompañarme no tienes que hacerlo.

Tea no podía dar crédito a lo que oía.

-Entiendo muy bien lo difícil que debe ser para ti imaginar que verás Japón, pero he estado cavilando que esta es una oportunidad única para que KC se haga más grande de lo que ya es.

-Lo sé. Comprendo el manejo de la empresa.-dijo Tea refunfuñando.

-No te enojes. Mi idea no es dejarte por meses o quizás años, pero me preocupa lo que te pueda pasar si vas.

-¿Quieres ir solo?

Tea se esforzó por no gritar. Había aprendido a controlar sus arranques de ira, aunque eso no quería decir que se no descontrolara por momentos.

-Claro que no. Ahora es cuando más necesito de tu apoyo, pero si resulta incómodo para ti venir conmigo sería preferible si te quedaras aquí y me esperas.

Tea volvió a agachar la cabeza; se sintió triste. Kaiba se sintió comprimido por dentro. Ni el mismo sabía qué camino tomar ante la oportunidad que se estaba abriendo en su vida.

-Dices que será por tiempo indefinido.-comentó Tea.

-Exacto. Pueden ser semanas o meses, incluso pueden llegar a ser años, pero haré todo para no que ese no suceda y pueda volver cuanto antes contigo y con la empresa aquí.

El cerebro de Tea analizaba y captaba todo lo que le decía su esposo, pensando en qué era lo mejor para ambos.

Ir a la tierra del sol naciente significaba que tal vez ahí estaba su pasado oculto en lo más recóndito de sus memorias, pero dejar a su marido solo era algo que no aceptaba. Dos años de casada le enseñaron a ser un pilar para su hombre, su ayuda idónea que está siempre junto a él brindándole comprensión, cariño y fidelidad. No, dejarlo solo no era una opción para Tea Gardner.

Levantó sus bellos ojos azules y le lanzó una mirada firme, decidida y afectuosa.

-Iré contigo.

Identidad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora