Capítulo 15

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El refugio era una bodega llena de cajas selladas de tal forma que no se podía ver ni apreciar el contenido. Entró el último niño y los mayores cerraron la escotilla amortiguando el sonido estridente de los ataques. Yugi se movía de un lado a otro buscando, estaba angustiado.

-Anzu...

-¡Yugi, deja de dar vueltas y toma asiento!

-Pero, directora...

La queja de Yugi fue interrumpida por Akiza.

-¡Vuelve a tu lugar! ¡AHORA!

La voz de Akiza sonó firme y potente por lo que Yugi se vio en la penosa obligación de encogerse y abrazar sus piernas.

En silencio, derramó lágrimas: él era el único que había notado la ausencia de Anzu ¿Dónde estaba? Sea como sea encontraría la forma de decirles a los maestros. Nuevamente la cobardía y la inseguridad tomaban presencia en su vida.

.

.

-¿Qué tratas de decir con bancarrota?

Seto estaba exaltado, se esforzaba lo mejor que podía por no explotar de ira contra su padrastro.

-La empresa ha tenido problemas económicos por los recientes años. Creí que el trabajar en este país con el armamento para la guerra me daría las finanzas que necesito para levantar el negocio. Veo tristemente que me equivoqué.

Gozaburo no sonaba preocupado, estaba tranquilo y eso alertó a Seto de que algo extraño pasaba por la mente del empresario.

-Así que mis sospechas eran ciertas.

El tono triunfante de Seto hizo que Gozaburo arqueara la ceja.

-Estaba seguro de que tenías algo que ver con esto. Fue muy raro que me inscribieras a una escuela de gente mediocre y estuviéramos en este país extranjero. Lo supe cuando escuché sobre los rumores de guerra.

Gozaburo frunció el ceño. Lentamente, se levantó de su asiento.

-Veo que eres un niño demasiado inteligente.

Abrió un cajón del escritorio y de este sacó una pistola con la que apuntó a Seto directamente. El terror se reflejó en los ojos de ambos pequeñines; Seto se quedó calmado, pero Mokuba sudaba y se removía en su sitio.

-¿Estás loco?

-Tendré que tomar medidas drásticas. No puedo permitir que se descubran los tratos que tengo por esa maldita bancarrota.

-¿Tratos? ¿Qué has hecho?

La interrogación de Seto dio a entender que el miedo no era parte de su persona. Eso conmovió aún más profundamente a Gozaburo.

-Hice acuerdos con el internado donde estuviste, sin embargo no fueron satisfactorios.

Seto estaba sorprendido.

-Le pedí a la directora que me diera dinero a cambio de tenerte estudiando allí.

-¿Cómo pudiste?-hizo una mueca delatando furia contenida.

-Era eso o perdía en esta guerra.

-Por lo que veo perdiste de todas formas.

-Exacto.

Cortó cartucho. Tanto Seto como Mokuba se sobresaltaron.

-Lo siento, pero ustedes nunca fueron mis hijos de cualquier manera.

-¿Tienes el corazón tan frío que eres capaz de cometer una atrocidad para escapar de tus problemas?

La mano de Seto se cerró en un puño que temblaba.

Identidad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora