Capítulo 10

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Con el puño cerrado se limpió su boca que sangraba ligeramente, sus ojos azules se enfocaron en los ojos amatistas de Yugi que se veía excitado y rabioso.

-¿Sabes acaso quién soy yo?

-¡No te atrevas a molestar a Anzu nunca más!

El furor con que Yugi hablaba enmudeció a la nombrada y a Seto que no podían dejar de mirarlo, impactados de la reacción violenta del chico más débil y tímido de la escuela.

-¿Estas consciente de que yo puedo destruirlos a los dos?

-Inténtalo. Eres un cobarde que no merece nada.

La falta de respeto y el valor sacaron de sus cabales a los dos castaños. Sin esperar a que reaccionara, Yugi levantó del suelo a Anzu y la jaló lejos del lugar llevándola a los interiores del edificio. Kaiba los siguió con la mirada y un puño se formó en su mano que temblaba por el odio y la cólera.

-¿Crees que dejaré pasar esto?

.

.

En el pasillo, que se encontraba vacío en esos instantes gracias a que los profesores organizaban los preparativos para enviar a los niños fuera del internado, Yugi y Anzu respiraban agitados y agotados más por las emociones vividas que por haber corrido.

-Yugi ¿qué fue lo que hiciste? Tú no eres así.

Anzu estaba impresionada de la forma en que su amigo la defendió; no conocía esa faceta de Yugi: la faceta de alguien valiente que podía proteger a sus seres queridos.

-Sólo hice lo correcto.

-Pero tú nunca te has comportado así con nadie. Ni siquiera con los que te maltratan.

Entonces Yugi se ruborizó de pronto: estaba delatando él mismo sus sentimientos. Faltaban unos detalles pequeños para el corazón que, si bien se apresuraba, lo podría tener hoy mismo para la noche.

-Anzu...yo...

-¿Por qué te comportaste así con Seto?

Ni el mismo Yugi lo podía explicar, fue un impulso cargado de ira al ver a la niña que amaba siendo atacada por un niño que se creía superior a todos. La poca confianza que empezó a tener en Kaiba se desvaneció con este suceso, pero era como si su oportunidad hubiera llegado de repente como un rayo que cae del cielo.

-Anzu, creo que debo volver al dormitorio.

-¿Qué?-arqueó una ceja asombrada por eso.

-Hay algo que debo hacer urgente, en la noche te lo explicaré todo.

-Yugi, ¿estás bien? No eres tú.

-Estoy bastante bien.

Una media sonrisa se dibujó en los labios de Yugi y salió corriendo a toda la velocidad que podía hacia el dormitorio, ante la mirada confusa de Anzu que continuaba anonadada por las cosas vividas en tan pocas horas.

-¿Qué le estará pasando a Yugi?

.

.

La luna brillaba con tal fuerza que iluminaba perfectamente el panorama de los valles y montañas a las afueras de la ciudad, el internado no se escapaba de esa luz fuerte que permitía caminar entre las sombras de la noche. Como siempre, ya era rutina, Yugi se levantó y se arrastró por el piso con el sigilo que había adquirido gracias a tantas salidas a escondidas del internado, llegó al túnel de escape y, con cuidado, hizo a un lado la reja. La habían dejado abierta todo el tiempo simulando que estaba cerrada y así era mucho más fácil escapar para ambos niños.

Identidad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora