Capítulo 32

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Kaiba no volvió a tocar a Tea a partir de ese día. Al paso del tiempo su relación volvió a ser como antes de que iniciaran los acosos; al menos por parte de Kaiba, que se dedicaba a trabajar sin reparar en la presencia de Tea. Por su parte, Tea comenzaba a mirar con otros ojos al CEO. Ahora lo consideraba un hombre que sufría internamente, que rogaba por sentirse amado por alguien. El más grande anhelo de su vida, en esos momentos, era brindarle ese amor al empresario; permitirle conocer lo más profundo y hermoso del amor. Al avanzar los días, Tea se percató de que, poco a poco, iba tomando al cariño al CEO. Mas esté la ignoraba y al trataba como a cualquier otra empleada sin importancia.

Una noche, Tea trapeaba el piso brilloso de la mansión Kaiba al tiempo que el CEO leía un libro sentado en el sillón más grande. Fue en ese preciso momento cuando el bloque de hielo que impedía la relación de ambos se rompió.

-¿Recuerdas sobre el aumento de tu sueldo?

Las manos de Tea, tallando las baldosas del piso, se detuvieron. Miró boquiabierta a su jefe con la esperanza de que no fuera a enloquecer de nuevo. Kaiba levantó la mirada del libro para enfocarla en la chica.

-S...si...lo recuerdo.

-Aumentaré tu sueldo como te lo había mencionado antes.

Los ojos de Tea se abrieron como platos, frunció el entrecejo, sorprendida de lo que estaban captando sus oídos.

-¿Disculpe?

-No temas. Sin condiciones. Te contrato fijamente en mi empresa.

-Entonces...eso quiere decir que...

-Supongo que ya adivinabas que no pienso demoler el orfanato.

Tea creyó que escuchaba mal. Le lanzó una mirada expectante al CEO, sus labios le temblaban.

-Puedes estar tranquila de que tu hogar continuará por muchos años allí.

Su resistencia se terminó. Las manos de la joven soltaron el trapeador dejándolo caer al suelo con un golpe resonador. Un grito de alegría salió de su garganta, olvidándose por completo donde estaba. Kaiba arqueó la ceja extrañado de la actitud alegre y feliz de la chica.

-Muchas gracias, señor Kaiba. Se lo agradezco infinitamente.

Le dedicó una reverencia inclinando medio cuerpo hacía él. Absorta en su gozo, no vio que las mejillas de Kaiba se colorearon de rojo ligeramente. Y es que por primera vez, en todo el tiempo que llevaban juntos, Kaiba pudo ver lo hermosa que era la joven que acaba de contratar definitivamente.

-Tea...

Ella respondió a su nombre mirándolo con una media sonrisa.

-¿Te causa felicidad trabajar junto a mí?

Tea se pasmó. ¿Desde cuándo le interesaba a Seto lo que ella pensara sobre él?

-Disculpe, señor, pero...

-Contesta lo que te pregunto.

Caviló muy bien las palabras que debía usar para explicar su sentir.

-Pues me da mucho gusto trabajar en una empresa con tanto prestigio como la suya. Haré mi mejor esfuerzo para que logre estar al nivel de los demás empleados que son mejores que yo.

-No hagas eso.

Levantó la cabeza para mirar, con gran sorpresa, al empresario.

-¿Perdón?

-No intentes se igual a los demás. Sé tú misma y con eso es suficiente.

Tea parpadeó varias veces, agitó la cabeza asustada de que estuviera alucinando.

-Perdón la pregunta, pero ¿está en sus cabales?

-Estoy muy sobrio. Por eso te lo digo.

Pero Tea supo que no era normal en su jefe esa actitud amable para con ella. Su corazón latió con fuerza ante la idea que pasó por su cabeza: esta era su oportunidad.

-Señor Kaiba, sé que se oye muy tonto de mi parte, pero ¿podríamos salir un día de estos juntos usted y yo solos?

Un silencio sepulcral cayó en la sala. El rostro de Kaiba estaba serio, sin expresión alguna. Tea esperaba paciente la respuesta, cuando se dio cuenta de lo que había hecho. Su cara se volvió roja como un jitomate.

-Aaaah, lo siento. Me equivoqué. No quise decir eso.

Se volteó dándole la espalda a su jefe. Evitando el contacto visual con este.

-Bueno, puede ser una salida de trabajo. No, no, no. No haga caso a lo que dije. Estoy agotada y por eso digo tonterías.

Seto Kaiba no le quitó los ojos de encima. Una paz desconocida se apoderó de su corazón muerto en vida desde su tierna infancia. Jamás una mujer lo había considerado de esa forma tan humana antes.

-Cuando gustes.

Tea estaba boquiabierta. Lentamente, con miedo, volteó para ver a su jefe. Su cuerpo tembló cuando sus ojos se conectaron con los de Kaiba.

-Cuando desees vayamos a comer juntos.-dijo Kaiba alzando la voz con un dejo de alegría en ella.

Tea ya no sabía si estaba sobria o si su mente le estaba jugando una mala pasada. Lo único comprensible de todo era que Seto Kaiba estaba aceptando salir con ella.

-Señor Kaiba ¿es en serio lo que dice?

-Me conoces. Sabes que no bromeo nunca.

Aun así pensó que estaba siendo engañada por su corazón. Por el afecto que comenzaba a despertar hacia el CEO y su ansia de darle amor verdadero.

-Es un honor que acepte mi invitación.

Tanta era su emoción que no reparó en que ella no tenía el dineral de Kaiba para llevarlo a un lugar digno.

-¿Quién dice que es tu invitación?-preguntó Kaiba altaneramente.

La joven retrocedió un paso. ¿Se había equivocado con respecto a Kaiba?

-Yo soy el que te invitaré a ti.

Si antes estaba asombrada, ahora definitivamente creía que alguien había intercambiado a Kaiba por un doble idéntico.

-Señor Kaiba... ¿qué trata de decir con eso?

-Ya lo dije. Yo te invitará a comer conmigo. Tú no pagarás nada.

Lo miró escrupulosamente. Con ojos expectantes a cualquier reacción del CEO; seguía pensando que estaba mal de la cabeza.

-¿Qué fecha escoge?

-La que quieras tú.

Parecía que Kaiba no tenía el mínimo interés en la fecha.

-¿Le parece bien el sábado que descansa la empresa?-interrogó dudosa.

-De acuerdo. Nos vemos a las 2:00 de la tarde.

Tea asintió temblorosa. Todavía creía que se trataba de un sueño o un error. Tal vez se cumplía su deseo. Ahora todo su enfoque era lograr amar a Seto Kaiba.

Identidad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora